En órbita a la Tierra, no solo hay satélites activos. También hay satélites fuera de servicio o sus fragmentos, restos de cohetes impulsores e incluso herramientas perdidas por astronautas y trozos de pintura desprendida. Esa multitud de objetos variopintos es más comparable a metralla que a simple basura. Al desplazarse a velocidades del orden de los 30.000 km/h, un orden de magnitud mayores que la de la más veloz de las balas en la Tierra, suponen una amenaza para los satélites y otros vehículos espaciales cercanos a la Tierra así como para los astronautas a bordo de algunos de ellos. Unos 500.000 de estos cuerpos artificiales son lo bastante masivos como para merecer atención extra y, si fuese posible, acciones para neutralizarlos. El envío de satélites al espacio sigue creciendo año tras año, conforme crece el número de países y empresas envueltos en las actividades orbitales, por lo que la amenaza de la chatarra o metralla espacial no va a menguar por sí solo.
Lo que hace especialmente complicada la labor de limpiar este espacio orbital es justamente que se halla en el espacio. Las ventosas no funcionan en el vacío. Los adhesivos pegajosos tradicionales son básicamente inútiles porque las sustancias en las que se basan no pueden soportar los cambios extremos de temperatura. Los imanes solo funcionan en objetos que sean magnéticos. La mayoría de soluciones propuestas, incluyendo los arpones, o requieren o causan una interacción enérgica con los restos, lo que podría empujarlos en direcciones impredecibles e involuntarias.
En un intento de ayudar a mitigar este caos, unos investigadores han diseñado una nueva clase de pinza robótica para agarrar esos objetos y retirarlos.
El equipo de Mark Cutkosky, de la Universidad de Stanford, Aaron Parness, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, y Elliot Hawkes, de la Universidad de California, todas estas instituciones en Estados Unidos, ha desarrollado la pinza, que utiliza un sistema adhesión inspirado en el de los gecos o gecónidos, reptiles entre los que figuran especies conocidas por nombres populares como lagartija o salamanquesa. Gracias a los diminutos y pegajosos pelos del vello de sus dedos, que se benefician de las fuerzas de Van der Waals, estos animales poseen una impresionante habilidad para adherirse a las superficies, lo que les permite proezas tales como correr por paredes y techos. Su mecanismo de adhesión tiene muchas ventajas: es siempre fuertemente adhesivo, no necesita pegamentos y no deja residuos.
La pinza desarrollada por el equipo de Cutkosky es un resultado del trabajo que él y sus colegas iniciaron hace unos 10 años para desarrollar robots escaladores que usaban adhesivos que se inspiraban en cómo los gecos se pegan a las paredes.
El grupo ensayó su pinza, así como versiones más pequeñas, en su laboratorio y en varios espacios experimentales de gravedad cero, incluyendo la Estación Espacial Internacional. Los resultados prometedores de esas pruebas iniciales han llevado a los investigadores a plantearse el citado uso de pinzas parecidas a estas para capturar basura espacial. La siguiente fase en esta línea de investigación y desarrollo sería por tanto probar pinzas de este tipo en el exterior de la estación.
Fuente: noticiasdelaciencia.com