Una nueva técnica biológica permite llevar a cabo trasplantes de tejidos entre animales de distintas especies.
La técnica se basa en la utilización de la túnica flava bovina desnaturalizada y criopreservada y sirve para trasplantes homólogos y heterólogos en casos quirúrgicos que requieran un reemplazo de tejidos importantes, como hernias, eventraciones –mala cicatrización de una intervención quirúrgica– y exéresis de tumores –extirpación completa–.
Ya se ha probado la efectividad de la técnica en trasplantes homólogos y heterólogos, entre individuos vacunos y en ejemplares caninos y equinos.
Esta innovadora técnica es el resultado del trabajo de más veinte años del doctor Oscar Luján, junto con su equipo del área de Medicina y Cirugía Experimental del Departamento de Clínica Animal de la Facultad de Agronomía y Veterinaria en la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) en Argentina.
En estas dos décadas largas, el investigador llegó a la conclusión de que “la túnica flava es una membrana biológica de fácil obtención y útil para reparar defectos de la pared abdominal en los bovinos”.
Para obtener esta prótesis biológica, se extrae la túnica flava de animales bovinos recién faenados, se la desengrasa totalmente y se eliminan restos musculares. Inmediatamente se la sumerge en una solución de alcohol etílico 96º y timerosal al 2% por 48 horas. Luego, se enjuaga la prótesis con solución fisiológica estéril y se la fija en glicerina durante siete días, periodo tras el cual se la enjuaga nuevamente con solución fisiológica estéril y se la pone en el congelador a 80 grados centígrados bajo cero.
Sobre la innovación, Luján explica: “Nos encontrábamos ante la necesidad de un tejido de reemplazo para cubrir estructuras como los anillos herniarios o las pérdidas de tejidos por traumatismos o por exéresis, es decir, extirpación de tumores”.
“Las prótesis de las que disponíamos eran muy débiles. Y pensé en algún tejido que tuviera resistencia y no generara rechazo. Así, surgió la posibilidad de utilizar la túnica flava, que es una parte de la fase abdominal profunda de los bovinos, donde está muy desarrollada, y es lo que se conoce vulgarmente como la telita del vacío; es lo que cubre el músculo recto abdominal. Una vez elegido el tejido, comencé a pensar en el proceso de desnaturalización, con el cual evitar posibles rechazos”.
Y agregó: “La desnaturalización se logró a partir de la combinación de dos sustancias desengrasantes, el timerosal al 2% alcohol de 96º. Llevó muchos años determinar que la proporción ideal para evitar rechazos es exactamente el cincuenta por ciento de cada sustancia”.
Cuando resulta indispensable un tejido de reemplazo
En la práctica de la clínica quirúrgica de grandes animales, en especial la de los bovinos, se presentan casos en los que se hace indispensable la utilización de un tejido de reemplazo como única forma para dar solución a hernias y eventraciones pos quirúrgicas, como así también en traumatismos graves o exéresis de tumores con pérdida de tejidos.
Los defectos de la pared abdominal que siguen a una intervención quirúrgica con cicatrización deficiente, separación de la fascia aponeurótica y músculo, con la formación de eventraciones postoperatorias o hernias incisionales. Son complicaciones frecuentes que ocasionan traumatismo de las estructuras herniadas. La reparación de la pared abdominal plantea, en ocasiones, un problema de difícil solución. Y esas situaciones son en las que está indicado el empleo de materiales protésicos.
En hernias de anillo grande y bordes redondeados firmes, la reparación convencional con sutura puede fallar por el incremento de tensión inducido por la tracción y el desgarro tisular subsecuente. En estos casos, es necesario el empleo de un material que sirva para completar el cierre permanente de la pared abdominal. Ya se venían usando mallas sintéticas como complemento, en la resolución quirúrgica de orificios herniarios de gran extensión en bovinos. Y de diferentes membranas biológicas utilizadas como trasplante, tales como pericardio, duramadre, piel, amnios y otros menos frecuentes. Pero, son frágiles y no reúnen las condiciones que se necesitan para la reparación de la pared abdominal de los bovinos.
Por ello, el doctor Oscar Luján buscó un tejido cuya constitución histológica lo hiciera más apto, de acuerdo con las funciones anatómicas que tiene en un animal en pie. Y comenzó a trabajar con la túnica flava, que para su utilización requiere ser desnaturalizada y conservada. Se trata de un tejido elástico, de un color amarillento, de allí su nombre de flava. Está bien adaptada para el sostén pasivo de las vísceras abdominales y es más gruesa en su parte ventral, donde el peso es mayor. La porción dorsal se diseca con facilidad respecto del músculo subyacente, pero su fracción central intercambia fibras con la aponeurosis –membrana conjuntiva que recubre los músculos y sirve para fijarlos a otras partes del cuerpo– del oblicuo externo y se halla adherida con mayor firmeza.
En perros y caballos
Este uso de la túnica flava bovina es viable en otras especies de animales domésticos, como equinos y caninos, con lo que pasan a ser intervenciones heterólogas o xenoinjertos. Son trasplantes de tejidos de dos especies diferentes, con la finalidad de solucionar patologías quirúrgicas que necesitan de reemplazo de tejido.
Se practicaron cirugías reparadoras en perros y caballos, y se comprobó la efectividad de la túnica flava desnaturalizada para reemplazar tejidos. En ningún caso, hubo signos clínicos de rechazo. En caninos se utilizó la túnica flava desnaturalizada en hernias perineales, que lograron ser reparadas en su totalidad. Y en equinos se utilizó en casos de traumatismos con pérdida importante de tejidos, con excelentes resultados. En una urgencia, se comprobó que la túnica flava bovina trasplantada a otras especies no produce rechazo.
En medio de esta larga carrera en búsqueda de una nueva solución, el trabajo científico del doctor Oscar Luján dio un salto sustantivo en 2009, cuando le salvó la vida a una potranca con materiales biológicos de vaca. Este avance fue fruto de una circunstancia desgraciada. El animal de seis meses, por ir a gran velocidad detrás de su madre, embistió un alambrado que no pudo visualizar por su corta edad e inexperiencia, lo cual provocó el destrozo de su cavidad nasal con compromiso óseo, pérdida de material y una separación de los bordes de la herida, que comprometía seriamente su vida. Fue entonces cuando se decidió hacer por primera vez un xenoinjerto con túnica flava bovina en un animal de otra especie. Se le trasplantó un segmento de este material como un parche biológico que protegiera a una malla de polipropileno que actuaría de sostén al tejido cicatrizal. Y el resultado fue la supervivencia de la potrilla.
Fuente: noticiasdelaciencia.com