Los científicos desarrollan insectos mecánicos que generan energía a través de bacterias oceánicas y tienen el potencial de recopilar datos ambientales de una manera muy eficiente
Algunas estimaciones indican que, para 2035, más de un billón de receptores de datos autónomos se integrarán en todas las actividades humanas como parte del » Internet de las cosas «. Estos receptores capturan la información más diversa y la introducirán en una base de datos central sin necesidad de intervención humana .
Esta evolución supondrá un gran paso adelante en la monitorización ambiental y meteorológica , ya que será capaz de recopilar información de una forma nunca antes vista. Sin embargo, hay un gran desafío que debe resolverse antes de que esto suceda: cómo recopilar datos en el océano .
Dado que el 71% de la superficie de la Tierra está cubierta de agua, encontrar una manera de monitorear los ambientes acuáticos es absolutamente necesario, y extremadamente difícil.
Para intentar solucionar este problema, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de EE.UU. (DARPA) lanzó el programa Océano de las Cosas . A través de él, el profesor Seokheun Choi de la Universidad de Binghamton, junto con los investigadores Anwar Elhadad y Yang Gao, pudieron desarrollar un robot acuático autónomo que puede deslizarse por el agua, ofreciendo un nuevo enfoque a la robótica acuática.
Un robot insecto autónomo genera energía a través de bacterias oceánicas
Durante los últimos diez años, Choi ha recibido financiación de la Oficina de Investigación Naval para desarrollar una tecnología increíble: baterías biológicas alimentadas por bacterias con una vida útil de hasta 100 años . Los nuevos robots acuáticos utilizan esta misma tecnología, mucho más fiable en condiciones adversas que los sistemas de energía solar, cinética o térmica.
Una interfaz que es hidrófila por un lado e hidrófoba por el otro permite que los nutrientes entren desde el agua, manteniéndolos dentro del dispositivo para alimentar la producción de esporas bacterianas . Cuando el ambiente es favorable, las bacterias se transforman en células vegetativas y generan energía. En condiciones desfavorables, se convierten en esporas, lo que prolonga la vida operativa del mecanismo.
Los insectos mecánicos autopropulsados funcionan a través de bacterias oceánicas y tienen el potencial de recopilar datos ambientales de manera eficiente, siendo la movilidad del insecto una gran ventaja sobre los sensores flotantes actuales, que permanecen anclados en un solo lugar en el océano.
El equipo ahora está probando qué bacterias son más eficientes para producir energía en las duras condiciones del océano . Esto se debe a que los microorganismos que utiliza el equipo pueden no ser ideales para sobrevivir en el océano.
Los científicos ya han demostrado que la combinación de varias células bacterianas puede mejorar la sostenibilidad del dispositivo y su potencia. Luego, utilizando inteligencia artificial, tal vez sea posible encontrar la combinación ideal de especies bacterianas para aumentar la densidad energética y la sostenibilidad. Este será el siguiente paso de la investigación.
La innovación de Choi y su equipo promete revolucionar la recopilación de datos ambientales en los océanos , ofreciendo una solución más eficiente y sostenible para monitorear los ecosistemas acuáticos y el clima en regiones inhóspitas.
Fuente: meteored.cl