Lo que Cody Wilson logró esta semana llevó un largo tiempo. Durante más de cinco años, el defensor de los derechos a las armas y la libre expresión había querido publicar en internet sus planos para un arma, pero el gobierno estadounidense lo había bloqueado en repetidas ocasiones.
Este martes 31 de julio por la tarde, parecía que por fin lograría su objetivo. Sin embargo, horas antes del momento en que se esperaba la publicación de los esquemas para un arma 3D llamada Liberator —el mismo nombre que llevaban las pistolas de un solo disparo que los Aliados diseñaron como arma de insurgencia en la Segunda Guerra Mundial— un juez federal impuso una orden temporal en todo el país para frenar a Wilson y a su empresa, Defense Distributed.
Horas antes, el mismo martes, de pie en la habitación delantera de la oficina de Defense Distributed en Austin, Texas, Wilson respondió llamadas de reporteros, dio entrevistas por televisión y estaba listo para celebrar.
“Parece que he materializado los términos del debate de la manera en que lo deseaba”, dijo Wilson, y agregó que su meta era proteger tanto la primera como la segunda enmienda.
“Aún creo en el derecho de portar y usar armas, y creo que mis actos son una manera de proteger esa garantía”, dijo, y afirmó su adhesión a la libre expresión.
En una habitación de la oficina de Defense Distributed colgaba la portada amarillenta de un diario donde se describía la invasión de Normandía por parte de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. En un estante había un modelo de la Liberator, la pistola imprimible. Una librería en la parte trasera tenía miles de ejemplares que iban desde revistas técnicas hasta obras de Shakespeare.
Wilson, para quien la polémica no es algo nuevo, estuvo en la lista de la revista Wired como una de las quince personas más peligrosas del mundo en 2012, el año en que comenzó Defense Distributed. En la lista se encontraban también el expresidente egipcio Mohamed Morsi y el presidente sirio Bashar al Asad, ambos conocidos por su participación en crímenes de lesa humanidad.
En 2017, Wilson creó Hatreon, un sitio de financiamiento colectivo que a menudo han utilizado grupos neonazis expulsados de sitios web más tradicionales como Patreon y PayPal. Muchos de los organizadores del mitin de supremacistas blancos que se hizo el año pasado en Charlottesville, Virginia, utilizaron Hatreon para recaudar dinero para el evento.
Wilson rechaza la idea de que publicar los planos de un arma sea amenazante o ilegal.
“El argumento que estoy defendiendo, aunque no siempre lo hago bien, es que mi idea en realidad es bastante convencional en Estados Unidos”.
Wilson, nació en Little Rock, Arkansas, y asistió a la Universidad de Arkansas Central, donde estudió la licenciatura en Literatura Inglesa. Un semestre estudió en China. Después de graduarse en 2010, fue a la facultad de Derecho en la Universidad de Texas.
Allí, en su segundo año, Wilson comenzó a experimentar con una impresora 3D para diseñar un arma funcional. Para 2013 había creado Defense Distributed y publicó en línea los planos de un arma que fueron descargados más de cien mil veces.
Tras abandonar la facultad de Derecho para trabajar a tiempo completo en su nueva idea, Wilson recibió una carta del Departamento de Estado en mayo de 2013 en la que le ordenaban eliminar sus archivos de internet bajo las leyes sobre exportación de armas.
Wilson, de 30 años, se ha descrito a sí mismo como un tecnolibertario, un provocador que defiende la libertad de expresión y un hereje del internet, pero quienes lo critican sostienen que busca la atención de los medios y es un vendedor ambulante del “terrorismo de código abierto”.
Los planos de Wilson de las llamadas “armas fantasma” —porque no tienen número de serie y están hechas casi en su totalidad de plástico—, permitirían la producción en masa de armas de fuego indetectables que podrían fabricarse en casa, según han advertido los defensores del control de armas; podrían imprimirlas criminales, terroristas y otras personas que tienen prohibido adquirir armas.
“Las personas que las fabriquen serán entidades estatales o cárteles criminales bien financiados con la capacidad de llevar a cabo ataques bien organizados en Estados Unidos y otros lugares”, dijo Avery Gardiner, copresidente de la Campaña Brady para prevenir la violencia con armas.
Desde que comenzó su empresa, Wilson ha enfrentado oposición de todos lados. YouTube en repetidas ocasiones ha eliminado sus videos promocionales. Una vez que se enteró de sus planes, Stratasys, la empresa a la que le alquiló una impresora 3D, lo obligó a devolverla. Indiegogo canceló su campaña de financiamiento colectivo, por lo que se vio obligado a abrir una cuenta de Bitcoin para recibir donaciones. Una empresa llamada Thingiverse, que publica archivos de diseño creados por usuarios, eliminó todos sus diseños.
Para él, explicó Wilson, la lucha por la publicación de sus planos se trataba menos de las armas y más de la renegociación de la relación entre los ciudadanos y el Estado.
“Creo que el Estado debe ser tan débil como sea posible en comparación con el ciudadano”, dijo. “La postura apropiada del Estado es una en la que por lo menos le tema al ciudadano, no una en la que lo rija”.
Cuando le preguntan sobre las potenciales consecuencias atroces de sus armas imprimibles, Wilson a menudo responde con una idea filosófica. “Entender la protección de los derechos y las libertades civiles es comprender que tienen consecuencias también protegidas, o toleradas”, le dijo a Popular Science en 2012, poco después del tiroteo de Sandy Hook.
El usuario de Wilson en Twitter es @Radomysisky, un nombre que evoca al revolucionario ruso y líder de la Internacional Comunista ejecutado por tratar de asesinar a Stalin. Entre sus héroes, Wilson cita a Pierre-Joseph Proudhon, pensador francés que muchos consideran el “padre del anarquismo”.
Wilson dijo que los esfuerzos de los Aliados para liberar Europa en la Segunda Guerra Mundial inspiraron en parte el desarrollo del arma de fuego imprimible. Antes de la invasión, dijo, contemplaron dejar caer armas tras líneas enemigas para los combatientes de la resistencia en los territorios ocupados.
“En vez de dejar caer armas en Europa, las dejamos caer en internet”, dijo.
Fuente: NYT