El antiguo científico de la NASA Josiah Zayner sabe cómo jugar. Se ha hecho famoso en redes sociales y se gana la vida realizándose procedimientos médicos a sí mismo y luego vendiendo suministros de ingeniería genética a otros “biohackers”.
Hasta ahora, sus hazañas incluyen un trasplante fecal en la habitación de un hotel de un aeropuerto y una inyección de CRISPR en su brazo durante una conferencia. Si no va rodeado por un equipo de grabación, sube sus vídeos a YouTube para enseñar a sus los clientes de pago cómo biohackear y presionar a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) por bloquear la innovación.
Pero ahora, el biohacker afirma que está siendo investigado por practicar medicina sin licencia en California (EE.UU.). Según una carta enviada el pasado 8 de mayo por los investigadores del Departamento de Atención al Consumidor de California, la agencia recibió una “queja sobre la práctica de medicina sin licencia” contra Zayner, quien tiene un doctorado en biofísica.
Zayner ha sido llamado a prestar declaración en junio, en una notificación que le animaba a ir “con un abogado si lo desea”. Un portavoz de la agencia de consumidores de California dijo que no podía confirmar la existencia de la investigación ni comentar qué cargos específicos se habían presentado contra Zayner, cuyos piercings y cabello puntiagudo lo han hecho reconocible al instante.
Biohackeo, o biología do-it-yourself (DYI o hágalo usted mismo), generalmente se refiere a personas que realizan experimentos simples fuera de los laboratorios universitarios y empresas. Pero algunos biohackers han ido un paso más allá, inyectándose o tragando varios tipos de tratamientos de terapia génica casera.
Zayner publicó una copia de esta carta en su cuenta de Instagram en la que señalaba que creía que estaba siendo perseguido injustamente por “auto-experimentación genética y por mostrar a la gente cómo acceder al conocimiento disponible públicamente”. También negó haber ofrecido tratamiento médico a nadie.
El joven escribió: “Nunca le he dado a nadie nada para inyectar o usar, nunca vendí ningún material destinado a tratar alguna enfermedad y nunca pretendí ofrecer tratamientos o curas porque sabía que este día llegaría”.
Cualquiera puede presentar una queja ante la junta médica de California, pero si existe una investigación, eso significa que los cargos se consideran creíbles. Practicar medicina sin licencia puede ser un delito menor o mayor en California, con penas de hasta tres años de cárcel y una multa cercana a los 9.000 euros.
Zayner se negó hacer comentarios, subrayando que no creía que MIT Technology Review lo retratara de manera positiva.
Cuando aparece en YouTube y en otros sitios, Zayner suele argumentar que el Gobierno de EE. UU. está bloqueando curas, utilizando etiquetas como #RightToTry (derecho a intentar), #RightToLive (derecho a vivir) y #BodyAutonomy (autonomía del cuerpo). En su carta, añadió que “las personas se están muriendo” porque el Gobierno de Estados Unidos “se niega a permitir el acceso a tratamientos de vanguardia o, en algunos casos, incluso a la atención médica básica”. Y concluyó: “Sin embargo, yo soy al que amenazan con ir a la cárcel”.
Hasta ahora, los biohackers aún no han desarrollado ningún tratamiento genético notable. Y sus experimentos a veces se llevan a cabo en un ambiente descuidado, parecido a un circo, un lugar poco probable de producir algo útil. El propio Zayner había afirmado que “no tenía duda de que alguien se terminaría lastimado antes o después” ya que los biohackers buscan la fama a través de la auto-experimentación
La retórica rebelde de Zayner es parte de su modelo de negocio de llamar la atención sobre lo que él afirma que es un negocio rentable, The Odin, que se encuentra en un garaje desde donde vende una variedad de kits de biología DIY, incluido uno que cuesta unos 190 euros para fabricar levadura fluorescente.
La FDA ya había advertido a Zayner contra la venta de kits para hacer cerveza que brilla. Después de que él y otro biohacker publicaran vídeos de ellos mismos autoinyectándose terapias genéticas de su propio diseño, la agencia también publicó una carta advirtiendo que vender kits DIY de terapia génica a otros era ilegal.
Pero como Zayner atrae una gran atención de los medios de comunicación, las personas que luchan contra varios tipos de enfermedades graves lo contactan regularmente. Él ha dicho que normalmente no responde a esas preguntas. En Twitter escribió: “Sí, debo encontrar un abogado. Debería contratar a un abogado. La gente me acusa de todo tipo de locuras”.
Fuente: tecnologyreview.es