Unos investigadores británicos analizaron un fragmento del conocido monumento megalítico y descubrieron que en su interior se alojan cristales de cuarzo entrelazados, lo que ha servido de protección frente a la erosión
Robert Phillips, un hombre que participó de la restauración de 1958 del reconocido monumento megalítico Stonehenge, perforó uno de los monolitos y se llevó el pedazo de 2,5 cm de diámetro y un metro de largo a Estados Unidos. En 2018, arrepentido por habérselo robado, Phillips devolvió la muestra al Reino Unido para que los científicos pudieran analizarla.
Luego de tres años de estudiar esta pequeña roca que recibió el nombre de Stone 58, los investigadores británicos han encontrado nuevos aspectos sobre la composición de estos pilares de piedra gigantes denominados “sarsen”, que pueden llegar a pesar más de 20 toneladas.
Los científicos descubrieron que estas piedras contenían sedimentos que se remontan a la época en la que los dinosaurios caminaban por la Tierra, e incluso algunos de estos podrían datar de hace 1.600 millones de años.
“Le hicimos una tomografía computarizada a la roca, le aplicamos rayos X, la observamos con varios microscopios y analizamos su sedimentología y química”, afirmó David Nash, geomorfólogo de la Universidad de Brighton y principal autor del estudio publicado por Plos One.
Asimismo, los expertos determinaron que el fragmento Stone 58 está compuesto por un 99,7% de cuarzo, un material muy resistente a la erosión, que no se corroe ni se desmorona fácilmente. El objeto contenía granos de cuarzo que formaban “un mosaico de cristales entrelazados”.
Ante este inesperado resultado, se estima que los antiguos constructores de Stonehenge en el 2.500 a. C. eligieron este tipo de piedra precisamente por su durabilidad: “Estos materiales son increíblemente resistentes. Me pregunto si los constructores de Stonehenge podían saber algo sobre las propiedades de esa piedra, y no solo eligieron los bloques más grandes y cercanos, sino también los que tenían más probabilidades de resistir el paso del tiempo”, agregó Nash.
Cabe mencionar que, debido a que el monumento está oficialmente protegido, no se pueden retirar muestras de ningún tipo, ni siquiera para su análisis. El fragmento robado por Phillips sirvió en este caso para el estudio, y en palabras de Nash, fue el “Santo Grial” de la investigación.
“El acceso al núcleo de la Stone 58 que había sido perforada fue prácticamente el Santo Grial de nuestra investigación”, añadió.
Además de Stone 58, hay otras dos muestras que fueron sacadas de los enormes monolitos: el fragmento de Salisbury, custodiado en el Museo de esa ciudad inglesa, y un tercer núcleo, de cual se desconoce su ubicación.
Fuente: dw.com