Los insectos infectados, cuya esperanza de vida es parecida a la de las reinas, reciben una atención especial de sus compañeras
Los insectos sociales, como las hormigas, son anfitriones de diversos parásitos. Estas infecciones, a menudo, resultan perjudiciales, pero algunas pueden aportar ciertos beneficios. En tiempo reciente, Sara Beros, del Instituto para la Biología del Envejecimiento Max Planck en Colonia, junto con sus colaboradores, han observado que la tenia Anomotaenia brevis incrementa la esperanza de vida de las hormigas obreras de la especie Temnothorax nylanderi.
Es un hecho conocido que la longevidad de las reinas difiere notablemente de la de sus hijas trabajadoras. Así, mientras las primeras viven durante años, e incluso décadas, las segundas apenas superan las semanas o meses. Los cuidados que reciben las reinas por parte de las obreras, así como la seguridad que les ofrece el hormiguero, del que salen en contadas ocasiones, explicaría dicha diferencia en la esperanza de vida.
Según publican los investigadores en la revista Royal Society Open Science, las hormigas obreras parasitadas también recibirían más atención por parte de sus compañeras. Pero, ¿por qué? ¿Qué cambios induce la tenia en los insectos? A fin de responder dicha cuestión, los autores estudiaron colonias infectadas y no infectadas, a lo largo de tres años. Trascurrido este tiempo, el 50 por ciento de las obreras parasitadas, así como la mitad de las reinas, seguía con vida, mas ninguna de sus compañeras no infectadas sobrevivió. De hecho, la presencia de individuos infectados en el hormiguero redujo la esperanza de vida de las hormigas obreras no parasitadas, aunque no afectó a la supervivencia global de la colonia.
El análisis de los insectos reveló que las hormigas infectadas son más claras, pues su cutícula contiene menor cantidad de pigmento, además de presentar un perfil metabólico parecido al de los individuos jóvenes. Ello sugiere que el parásito mantiene a su anfitrión en un estado de juventud permanente, probablemente mediante la alteración de genes relacionados con el envejecimiento, así como la liberación de moléculas antioxidantes en la hemolinfa. Asimismo, las señales químicas de los insectos parasitados resultaron más atractivas para sus compañeras de nido, que los atendían, alimentaban y cuidaban, incluso mejor que a la reina. Los individuos infectados tampoco salían al exterior con frecuencia.
Beros y sus colegas postulan que las alteraciones en la longevidad y la conducta observadas favorecen el ciclo del parásito. El anfitrión final de la tenia Anomotaenia brevis es el pájaro carpintero, quien halla su alimento en nidos de insectos construidos en el interior de los troncos o bajo la corteza de los árboles. Si las hormigas infectadas permanecen dentro del hormiguero y durante meses, ello aumenta la probabilidad de ser devoradas por el ave y, por consiguiente, favorece la transmisión del parásito. En un futuro, realizarán nuevas investigaciones que confirmen dicha hipótesis.
Fuente: investigacionyciencia.es