Cuando son atacados por herbívoros, bastantes vegetales «solicitan refuerzos». Para conseguirlo, emiten olores, los cuales atraen por ejemplo a avispas parásitas que buscan anfitriones animales. Las avispas, alertadas por el olor, acuden al lugar y depositan sus huevos en las orugas, matándolas. Este desenlace acarrea que haya una cantidad inferior de mariposas y orugas voraces en la próxima generación.
Un equipo de investigación internacional ha puesto a prueba la reacción de plantas de la especie Brassica rapa ante la acción de doce tipos de herbívoros.
Estos científicos han comprobado que las plantas adaptaban de forma sistemática, en función de las características de sus respectivos herbívoros, los olores que emiten tras el ataque. Esto las ayuda a atraer específicamente a los enemigos naturales que se alimentan de los herbívoros que se las comen. De forma muy sorprendente, emiten diferentes aromas en respuesta a herbívoros exóticos, una «expresividad» muy superior a la que muestran hacia herbívoros nativos.
Entre los doce herbívoros diferentes probados estaban orugas, áfidos e incluso una babosa, y la selección incluía a especies especialistas y generalistas, que masticaban y succionaban, y también exóticas y nativas. El equipo internacional de Nicole van Dam, de la Universidad Friedrich Schiller de Jena en Alemania, encontró que las especies de herbívoros exóticas y también las nativas no quedaban definidas por una única sustancia volátil, sino por la proporción de varias diferentes.
La asombrosa capacidad de las plantas a la hora de identificar a sus atacantes herbívoros fue también demostrada meses atrás en un estudio realizado por el equipo de Bettina Ohse, de la Universidad de Leipzig en Alemania. Estudiando hayas (Fagus sylvatica) y arces (Acer pseudoplatanus), Ohse y sus colegas averiguaron que esos árboles son capaces de reconocer de forma precisa si una rama o brote ha sido arrancado deliberadamente por un corzo, o si solo lo fueron accidentalmente por una tormenta o por otra acción mecánica. La saliva de los animales les proporciona la señal delatadora. Tras detectar que la autoría del ataque proviene de esta clase de herbívoro, el árbol reacciona con cambios bioquímicos que lo hacen menos apetitoso para esas bestias.
Fuente: noticiasdelaciencia.com