La misión india Chandrayaan-3 revela vestigios de un antiguo océano de magma en el polo sur de la Luna, iluminando el enigmático origen de nuestro satélite natural
La misión lunar Chandrayaan-3, llevada a cabo por India, ha revelado un hallazgo que podría transformar nuestra comprensión del origen y la evolución de la Luna. En una de las regiones más misteriosas y poco exploradas del satélite, el polo sur, el rover Pragyan ha revelado la presencia de restos de un antiguo océano de magma.
Este descubrimiento no solo ofrece una ventana hacia el pasado remoto de la Luna, sino que también sugiere que la superficie lunar, hace unos 4.500 millones de años, era radicalmente diferente a lo que imaginamos.
El inhóspito polo sur
Hace un año, Chandrayaan-3 aterrizó en el inhóspito polo sur lunar, una hazaña que convirtió a India en el primer país en explorar esta misteriosa región. Este logro permitió a los científicos acceder por primera vez a una zona que, hasta entonces, solo existía en la imaginación y en las simulaciones.
A través de la tecnología de punta del espectrómetro de rayos X de partículas alfa a bordo del rover, se llevaron a cabo 23 mediciones que cambiaron nuestra visión de la Luna para siempre.
Estas mediciones revelaron una superficie compuesta principalmente por un tipo de roca conocido como anortosita ferrosa, un indicio de la existencia de un océano de magma que cubrió la Luna hace unos 4.500 millones de años.
Hasta este descubrimiento, la evidencia de estos océanos de magma solo había sido encontrada en las latitudes medias de la Luna, en las muestras recolectadas por misiones como Apolo 16 y Luna-20. Sin embargo, los hallazgos recientes sugieren que este fenómeno fue mucho más extenso y tuvo un papel crucial en la formación y evolución temprana de la Luna.
La anortosita ferrosa, que flota sobre minerales más pesados al enfriarse el magma, es una prueba sólida de este pasado volcánico. Según los científicos, durante la formación de la Luna, estos minerales menos densos ascendieron a la superficie, mientras que los materiales más pesados se hundieron, formando el manto lunar.
La violenta formación de nuestro satélite
La historia del nacimiento de la Luna es un relato épico de caos cósmico y transformación, que se remonta a los primeros días de nuestro sistema solar. En aquel entonces, la Tierra primitiva, aún en formación, orbitaba alrededor del joven Sol, en un sistema solar lleno de cuerpos errantes, remanentes del proceso de creación planetaria.
La teoría más aceptada sobre el origen de la Luna es la del impacto gigante. Según esta hipótesis, un protoplaneta de un tamaño comparable al de Marte, conocido como Theia, colisionó violentamente con la Tierra. Este colosal impacto fue tan poderoso que arrancó una porción significativa de la corteza y el manto terrestre, lanzando enormes cantidades de escombros al espacio. En lugar de dispersarse, estos fragmentos comenzaron a orbitar alrededor de la Tierra, formando un disco de material incandescente.
Con el tiempo, estos escombros comenzaron a reunirse bajo la influencia de la gravedad, creando una proto-Luna. A medida que el proceso continuaba, la joven Luna creció, acumulando más y más material, mientras que su superficie se mantenía en estado fundido, debido a la intensa energía liberada durante la colisión.
Este océano de magma lunar se solidificó lentamente, dando origen a la corteza lunar que observamos hoy en día. Las rocas más ligeras, como la anortosita, se desplazaron hacia la superficie, mientras que los materiales más pesados se hundieron para formar el manto lunar.
El estudio, publicado en la revista Nature, también destaca que la composición elemental de la superficie lunar en el polo sur es sorprendentemente uniforme y guarda similitudes con las muestras recolectadas en otras partes del satélite. Esta uniformidad sugiere una historia compartida y apoya la teoría del océano de magma lunar, un mar incandescente que, al solidificarse, esculpió las características geológicas que observamos hoy.
Fuente: nationalgeographic.com.es