La reciente investigación reveló que las lombrices terrestres no evolucionaron mediante modificaciones graduales, contradiciendo la hipótesis del científico inglés
Un equipo del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, ha identificado un mecanismo de reorganización masiva del genoma en lombrices de tierra que podría cuestionar la teoría evolutiva gradualista defendida por Charles Darwin.
Según el estudio, publicado en Nature Ecology and Evolution, hace 200 millones de años estos anélidos rompieron su genoma en fragmentos para reconfigurarlo radicalmente al pasar del medio marino al terrestre, un proceso que los científicos relacionan con la teoría del equilibrio puntuado de Gould y Eldredge.
El científico inglés propuso en 1859 que la evolución es lenta y continua, pero reconoció que el registro fósil carecía de muchas formas intermedias. En 1972, los paleontólogos Gould y Eldredge ofrecieron una explicación alternativa: los cambios evolutivos se producirían en episodios breves e intensos, dejando escasa huella fósil.
La investigación actual respalda este modelo al documentar alteraciones genómicas bruscas en los anélidos durante su transición ecológica. Rosa Fernández, investigadora principal del IBE, explica que «la enorme reorganización de los genomas observada en los gusanos al pasar del océano a tierra firme no puede ser explicada con el mecanismo parsimonioso que propone Darwin; nuestras observaciones resuenan mucho más con la teoría de Gould y Eldredge de la evolución puntuada».
El equipo logró ensamblar, por primera vez, genomas completos y de alta calidad de lombrices y especies afines, como sanguijuelas y poliquetos marinos. Al comparar estos genomas, descubrieron que las lombrices terrestres no evolucionaron mediante modificaciones graduales, sino mediante reestructuraciones abruptas del ADN. «Todo el genoma de los gusanos de mar se rompió y luego se reorganizó de forma completamente aleatoria en muy poco tiempo en la escala evolutiva», asegura Fernández. «Hice que mi equipo repitiera el análisis mil veces, porque no me lo podía creer».
Una posible explicación de por qué estas drásticas rupturas no resultaron letales podría residir en la mayor flexibilidad estructural de los cromosomas de estos invertebrados. Dicha plasticidad permitiría que genes originalmente distantes siguieran funcionando al reorganizarse. Estas reconfiguraciones, lejos de suponer un caos genético, pudieron favorecer la adaptación a los nuevos desafíos terrestres, como la respiración aérea o la exposición solar, mediante la creación de «quimeras genéticas» con nuevas funciones.
El fenómeno observado recuerda a la cromoanagénesis, proceso típico de ciertas células cancerosas humanas, en las que también se producen rupturas masivas de cromosomas. Sin embargo, mientras en humanos ello deriva en enfermedad, en estos gusanos pareció ser una vía de éxito evolutivo. «Podría parecer que ese desorden encerraría la extinción del linaje, pero puede que algunas especies basaran su éxito evolutivo en ese superpoder», concluye Fernández.
A pesar de que los resultados coinciden con la teoría del equilibrio puntuado, la falta de fósiles de aquel periodo impide una confirmación definitiva. El estudio plantea que la estabilidad estructural del genoma podría no ser la norma en el reino animal, sino una excepción, y abre la puerta a nuevas investigaciones sobre la evolución genómica.
Fuente: eldebate.com