Una de las preguntas más antiguas de la ciencia recibe una nueva y sorprendente respuesta: un estudio masivo con gemelos idénticos revela que nuestros genes influyen en cómo interpretamos lo que nos ocurre, afectando directamente nuestra salud mental. El entorno importa, pero quizás mucho menos de lo que pensábamos
Durante años se ha debatido si nacemos con un destino escrito en nuestros genes o si son las experiencias las que nos moldean. Sin embargo, una investigación reciente ha añadido un nuevo nivel a esta discusión. No se trata solo de qué heredamos o qué vivimos, sino de cómo nuestro ADN nos hace más —o menos— receptivos al entorno. Y eso podría ser decisivo para nuestra salud mental.
Naturaleza y crianza ya no son opuestos: trabajan en conjunto
Los científicos del King’s College de Londres han demostrado que nuestros genes no actúan en solitario, sino que modifican la forma en que absorbemos lo que nos ocurre. Analizando los datos de casi 22.000 gemelos idénticos, el estudio —publicado en Nature Human Behaviour— sugiere que la interacción entre ADN y entorno es clave para entender condiciones como el autismo, la ansiedad, la depresión o el TDAH.
La novedad de esta investigación no es solo su magnitud, sino su enfoque: en lugar de buscar una causa aislada, observa cómo ciertas variantes genéticas pueden aumentar la sensibilidad a los eventos vitales. Thalia Eley, genetista conductual y coautora del estudio, explica que los genes moldean nuestra reacción al entorno, creando caminos únicos hacia la salud o el malestar psicológico.
Lo que revela estudiar a gemelos idénticos
¿Por qué estudiar gemelos? Porque al compartir prácticamente el mismo ADN, cualquier diferencia notable entre ellos suele deberse al entorno. Pero esta vez, los investigadores fueron más allá: identificaron qué genes hacen que algunas personas sean más permeables a las experiencias.
Así descubrieron, por ejemplo, que los genes relacionados con el crecimiento podrían estar conectados con rasgos autistas. Los que intervienen en la respuesta al estrés se asocian a la depresión, mientras que otros que regulan las hormonas del estrés se vinculan a experiencias psicóticas. En resumen: no es solo lo que nos pasa, sino cómo nuestros genes nos predisponen a reaccionar.
Hacia una comprensión más precisa de la salud mental
Este enfoque podría transformar la manera en que tratamos y prevenimos trastornos mentales. Saber si alguien es más sensible a su entorno permitiría adaptar mejor las terapias o intervenir antes. Como señala Eley, “algunas personas florecen en ambientes positivos, pero son más vulnerables en contextos hostiles”.
Comprender este delicado equilibrio entre ADN y circunstancias puede ayudar a quienes viven con desafíos mentales a tener no solo un diagnóstico más ajustado, sino también una atención más personalizada. El debate entre naturaleza y crianza ya no busca ganadores: ha quedado claro que lo que importa es su interacción.
Fuente: es.gizmodo.com