La científica española y pionera de las pruebas de ADN, Margarita Salas y los ingenieros españoles Antonio Corredor Molguero y Carlos Fermín Menéndez Díaz son finalistas del Premio Inventor Europeo 2019 que entrega anualmente la Oficina Europea de Patentes (OEP). Salas está nominada al galardón en la categoría Lifetime Achievement (logros de toda una vida) por su trabajo en genética y biología molecular; y Corredor y Menéndez en la categoría de industria por la invención de unos bloques de hormigón que funcionan como rompeolas de manera más eficiente que cualquier invención previa. El premio, que se otorga en cinco categorías, se entregará al ganador en Viena el 20 de junio. En cada categoría hay tres finalistas de toda Europa.
Hasta que Margarita Salas no descubrió que el virus PHI 29 podía crear una enzima, llamada PHI 29 ADN polimerasa, el análisis de las moléculas de ADN pasaba por calentar y enfriar la mezcla unas 30 veces para que se multiplicasen. La enzima que Salas patentó en 1989 permite que las moléculas de ADN se ensamblen mucho más rápido y con mucha más precisión, (menos de un error en un millón de pares de bases). “Con cantidades mínimas se puede multiplicar el ADN más de un millón de veces, lo que supone que se puedan secuenciar y analizar de manera más exacta”, asegura Salas.
Margarita Salas nació en Canero, Asturias en 1938. Estudió ciencias químicas pero no tuvo una vocación bioquímica hasta que termino tercero de carrera cuando el premio Nobel de Fisiología y Medicina Severo Ochoa le regaló un libro de bioquímica. “Me recomendó hacer un doctorado en la Universidad Complutense y añadió: después te vienes conmigo a Nueva York a hacer una tesis postdoctoral”, recuerda Salas.
La doctora promueve la investigación y una mayor participación de las mujeres en la ciencia. Fue la primera profesora de su departamento y la primera mujer en presidir el Instituto de España, institución que agrupa a las ocho academias reales de España. “Cuando empecé la tesis doctoral en 1961 se pensaba que la mujer no servia para investigar. La consideración hacia la mujer era mínima o ninguna y durante la tesis doctoral me sentí discriminada. Sin embargo no sentí nada parecido mientras realicé la tesis postdoctoral con Severo Ochoa”, asegura. Ahora hay más mujeres que hombres investigando en su laboratorio y Salas cree que las cifras de mujeres y hombres investigadores va a tender a igualarse. “De momento las jefas de grupo en investigación somos una minoría pero en un futuro no muy lejano tiene que cambiar por el hecho de que ya hay muchas mujeres iniciando la carrera investigadora. La mujer va a alcanzar en el mundo científico e investigador el puesto que le corresponda de acuerdo con su capacidad y su trabajo”, añade.
En la categoría de industria, los españoles Antonio Corredor Molguero y Carlos Fermín Menéndez Díaz podrían conseguir el galardón gracias a su proyecto llamado cubipods.
Los diques rompeolas imitan la protección de los cabos y arrecifes naturales, y por lo general se construyen colocando grandes bloques de cemento en forma de cubos que son los que frenan las olas. Al disminuir la potencia de las olas a medida que se acercan a tierra, ayudan a reducir la erosión, protegen a los barcos y salvan vidas en caso de tormentas catastróficas. Sin embargo, aunque son rápidos y fáciles de producir, los bloques cúbicos tradicionalmente tienen lados planos que tienden a pegarse entre sí, lo que reduce su resistencia y estabilidad y su rápido deterioro. Corredor y Menéndez, junto investigadores universitarios lanzaron al mercado cubipods, unos bloques de hormigón más eficientes y baratos.
Hay dos factores principales en los que se nota la mejoría: los cubipods tienen una alta estabilidad hidráulica. La forma que tiene este bloque permite que resista mejor el oleaje que los cubos. “Hay otras piezas que tienen más estabilidad hidráulica pero son frágiles y difíciles de fabricar. Cubipod reúne las dos cosas, es más fácil de fabricar y tiene una estabilidad hidráulica que resulta muy ventajosa”, explica Corredor.
El molde se comercializa por OHL, a través de su filial especializada SATO ya que es la única empresa licenciataria del Cubipod. Hoy en día estos bloques ya se usan en los puertos de Argelia, Dinamarca y España, siendo Málaga el puerto pionero. Corredor señala que ha sido un mundo de trabajo totalmente novedoso. “A la hora de empezar a trabajar te das cuenta de que hay un mundo más allá de lo que es la técnica. Tienes que ir al origen de las fórmulas y aplicarlas en tu día a día. Ha sido una oportunidad enorme de aplicar mis conocimientos a un área más científica”, concluye.
Fuente: elpais.com