La distancia puede ser nuestro mayor desafío cuando se trata de comunicarnos con otras civilizaciones inteligentes
Una vez establecido un hipotético contacto con una civilización de otro mundo, el primer desafío sería entablar una buena conversación, se sugiere desde la Universidad del Sur de California (USC).
“‘Humano’ y ‘ser’ serían las primeras palabras que recomendaría aprender a expresar”, dice Richard Jones, profesor de inglés como segundo idioma en la USC, con amplia experiencia en enseñar a personas de diferentes culturas y antecedentes lingüísticos cómo superar los obstáculos para la comunicación efectiva. “A la vez, podríamos tratar de aprender cómo se refieren a sí mismos y cómo expresan que existen, cómo transmitirían el equivalente de la oración en inglés: ‘Soy humano’”, señaló Jones en un comunicado.
Idealmente, indica Jones, si los extraterrestres pueden viajar hasta nosotros, haríamos algún tipo de programa de intercambio en el que pudieran observarnos y nosotros observarlos en su vida diaria. “Sobre la base de esta observación mutua, podríamos construir una serie de ideas sobre qué tipo de palabras enseñar y aprender”, explica.
“Un problema será si queremos comunicarnos y revelar nuestra ubicación sin antes averiguar su cultura”, advierte Vahé Peroomian, profesor de física y astronomía.
Para ver un ejemplo de cómo sería un encuentro en persona entre un extraterrestre y un lingüista, los lectores podrían ver la película La llegada, dice Zuzanna Fuchs, profesora asistente de lingüística en la USC.
El thriller de ciencia ficción de 2016 sigue a la profesora de lingüística Louise Banks cuando intenta comunicarse con extraterrestres parecidos a calamares que flotan en tanques usando una pizarra para escribir mensajes.
Sin embargo, la lingüística terrícola puede tener una relevancia limitada. “Muchos trucos y patrones que solemos usar para ayudarnos a desarrollar rápidamente nuestro conocimiento de un nuevo idioma en el trabajo del campo lingüístico se basan en nuestra comprensión general de cómo funcionan típicamente los lenguajes humanos. El giro es que estos patrones probablemente serían inaplicables al lenguaje extraterrestre”, dice Fuchs.
También existe la posibilidad de que los extraterrestres se comuniquen de otras maneras muy diferentes a las de los humanos, lo que hace que el lenguaje hablado sea menos útil.
“Podría ser posible que las formas de vida extraterrestre transmitan pensamientos mediante el tacto u otros medios no verbales”, asevera Jones. “La comunicación entre insectos, como el baile de las abejas, a veces se describe como lenguaje”. En ese caso, el primer contacto podría requerir la colaboración de un lingüista y un entomólogo.
¿Gérmenes intergalácticos?
Los encuentros cara a cara con otra especie pueden inspirar sueños de compartir conocimientos intergalácticos, pero también pesadillas de compartir gérmenes intergalácticos. Nuestra propia historia nos advierte sobre las consecuencias de los encuentros entre civilizaciones aisladas.
Cuando los europeos llegaron a América y se pusieron en contacto por primera vez con las comunidades indígenas, trajeron consigo la viruela, el sarampión y otras enfermedades a las que los nativos americanos no tenían inmunidad natural. Se estima que 90 por ciento de los habitantes originales de América del Norte murieron a causa de brotes devastadores de estas enfermedades.
Por supuesto, cualquier riesgo de infección del espacio exterior depende de si los gérmenes alienígenas contienen moléculas remotamente similares a las nuestras. Hasta ahora, los científicos creen que es probable que exista una química compartida entre la vida en la Tierra y la vida en la galaxia. Se han encontrado aminoácidos y péptidos, nuestros familiares precursores de la vida, en asteroides. Muchos planetas albergan agua, que es donde los científicos creen que la vida comenzó en la Tierra.
De hecho, el riesgo más inmediato podría residir no en lo que el espacio trae a los humanos, sino en lo que nos llevamos de la Tierra cuando nos aventuramos en el espacio, y luego lo traemos a casa más tarde en una forma modificada.
“Cada vez que vamos al espacio, traemos microorganismos con nosotros. Muchos de ellos son altamente adaptables, como las bacterias, y son algunos de los organismos más antiguos que han sobrevivido en la Tierra”, dice Raffaella Ghittoni, profesora asociada de biología en la USC. “Estos microorganismos podrían cambiar y adaptarse en el espacio a cosas como la radiación y luego, en otra misión espacial, podrían regresar con esos cambios y volverse más virulentos o más infecciosos”.
Fuente: EP