La nave espacial OSIRIS-REx de la NASA llegó al asteroide Bennu (101955) en diciembre de 2018, con la finalidad de recoger muestras de polvo de su superficie y traerlas a la Tierra en 2023.
Bennu (101955) es un asteroide próximo a la Tierra, que tiene 4.500 millones de años de antigüedad, si bien fue descubierto en 1999. Su diámetro no llega a los 500 metros y su masa es de 6 × 1010 kg. Está a una distancia media del Sol de 168 millones de kilómetros.
Aunque está considerado como un asteroide Apolo, porque su órbita está en las inmediaciones de la órbita terrestre (se acerca cada seis años a nosotros), no intercepta con nuestro planeta por estar en otro plano orbital.
Solo una semana después de que la sonda de la NASA entrar en la órbita del asteroide, el 6 de enero de 2019, y solo 4 días antes del acercamiento más cercano de Bennu al Sol, detectó el primer episodio de eyección de partículas desde su superficie hacia el espacio.
Posteriormente, detectó múltiples eventos similares, ocurridos entre diciembre de 2018 y febrero de 2019, en algunos de los cuales el asteroide liberó docenas de partículas que fueron registradas por la sonda de la NASA.
Los tres mayores eventos de eyección de partículas observados en Bennu (101955) fueron el 6 de enero, el 19 de enero y el 11 de febrero de este año. Liberaron un total de 365 partículas, de las cuales 277 se clasificaron.
Las partículas fueron expulsadas a velocidades que van desde 0,06 a 3,3 m/s y presentan tamaños desde menos de 1 cm hasta 8 cm, según se explica ahora en un artículo publicado en la revista Science.
Debido a estos eventos, Bennu ha perdido 1 kg de su masa, lo que representa una pequeña fracción de su masa total, que es de 730 millones de toneladas.
Posible explicación
En este estudio se presenta un análisis detallado de los mecanismos que potencialmente podrían explicar estos eventos de eyección.
El mecanismo más común para la actividad de los cometas, la sublimación de hielo, es el menos probable en este caso: las temperaturas en la superficie de Bennu no permiten la presencia de los principales tipos de hielo cometario en una fase estable.
Además, no se ha identificado ninguna característica de absorción de hielo de agua en los espectros de la superficie del asteroide, ni evidencias de una coma o chorros asociados con la liberación volátil, señalan los investigadores en su artículo.
Javier Licandro, uno de los autores de esta investigación, explica al respecto en un comunicado que «la superficie de Bennu experimenta intensas variaciones de temperatura en su rotación, lo que puede causar grietas y fracturas con el tiempo, que podrían ser responsables de la expulsión de partículas».
Teniendo en cuenta la geología y composición de la superficie de Bennu, otros mecanismos posibles incluyen la liberación de volátiles a través de la deshidratación de los filosilicatos y los impactos de meteoritos.
Eventos continuos
El hallazgo de una actividad de tan bajo nivel en el asteroide Bennu sugiere que existe un continuo de magnitudes de eventos de pérdida de masa entre los asteroides activos, indican los investigadores.
«Los asteroides activos son objetos que tienen órbitas asteroidales típicas, pero muestran algún tipo de actividad similar a la de un cometa, ya sea en forma de coma o cola, o por la expulsión de polvo», explica Licandro.
Varios de estos objetos han sido identificados en el Cinturón de asteroides: algunos de ellos se comportan como cometas y expulsan polvo durante largos períodos de tiempo.
En otros se observa que se dividen en múltiples objetos o se desintegran, o se activan en una serie de eventos impulsivos. «Esta es la primera vez que observamos actividad en un asteroide a este bajo nivel», comenta Julia de León, otra de las investigadoras.
Fuente: tendencias21.net