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Un sistema para borrar memorias de forma selectiva

Un sistema para borrar memorias de forma selectiva

La memoria se parece bastante poco a un sistema de grabación que recoge de manera fidedigna lo que nos ha sucedido. Como han demostrado muchos estudios, es más bien una recreación de lo que hemos vivido adaptado para servir de la mejor manera posible a nuestra supervivencia. Esto ayuda a entender también por qué se fijan en nuestro cerebro algunos recuerdos mientras otros se desvanecen. Los sucesos infrecuentes suelen quedar mejor guardados y lo mismo sucede con los asociados a emociones intensas. Junto a esos recuerdos aparentemente más relevantes, suelen quedar almacenados también otros asociados.

Si una persona está a punto de morir en un bosque devorada por un oso, además del propio recuerdo del encuentro con el animal, tendrá recuerdos aparentemente irrelevantes de lo que sucedió antes de llegar ahí porque en ellos quizá haya indicios que en el futuro le ayuden a prever que se está metiendo en la boca del lobo. Esta forma de recordar ya es utilizada en algunas técnicas de enseñanza, que tratan de introducir en las clases elementos emotivos o sorprendentes que sirvan como enganche alrededor del que puedan fijarse en la memoria materias que normalmente desaparecen sepultadas por la rutina.

Esta forma de recordar, también explica la asociación con sucesos traumáticos de elementos anecdóticos. Cuando la maquinaria bioquímica del cerebro se pone en marcha tras uno de estos eventos, varias memorias pueden quedar codificadas en el mismo espacio. Si a alguien le dan una paliza en los aledaños de un estadio de fútbol, además de guardar información que puede ser relevante, como el miedo a ese recinto deportivo, puede recordar también que había una mujer vendiendo lotería por la calle. Después, como las memorias se guardaron juntas, una lotera puede producir una respuesta de miedo aunque en realidad no represente un peligro.

Recientemente, un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia y la Universidad McGill (EE UU) ha publicado un artículo en la revista Current Biology en el que muestran que es posible borrar de manera selectiva distintas memorias almacenadas en la misma neurona. Para lograrlo utilizaron un tipo de babosa marina del género aplysia que tienen grandes neuronas en las que se puede observar con facilidad la memoria en acción.

El cerebro crea memorias duraderas fortaleciendo las conexiones entre neuronas. Tanto las memorias asociativas, que nos permiten recordar, por ejemplo, que no es conveniente ir a determinadas zonas de un estadio de fútbol en partidos de alto riesgo, y las no asociativas, comparten propiedades. Esto haría pensar que no es posible destruir una de las memorias sin dañar la otra, porque comparten el mecanismo que las mantiene.

Para poner a prueba esta hipótesis, los autores del estudio estimularon dos neuronas sensoriales conectadas a una neurona motora. Una de las neuronas se estimuló para inducir una memoria asociativa y la otra una no asociativa. Midiendo la fuerza de las conexiones vieron que los distintos tipos de memoria asociadas a distintos estímulos se mantenían gracias a dos variantes de una proteína. Los científicos fueron capaces de borrar un tipo de memoria sin afectar a la otra bloqueando la proteína adecuada. También observaron que era posible borrar memorias concretas bloqueando moléculas que sirven para producir esas proteínas o evitan que se desintegren.

Los responsables del estudio creen que esta información puede ser útil para diseñar enfoques farmacológicos para personas que sufren estrés postraumático. Los seres humanos también tienen versiones similares de las proteínas con las que las babosas marinas forman y mantienen sus memorias y se sabe que los defectos en estos mecanismos pueden producir discapacidad intelectual.

Fuente: elpais.com

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