Una piscina gigantesca de magma emergió debajo de la superficie de la Tierra después del impacto que acabó con todos los dinosaurios no aviares. Una nueva investigación sugiere que esta cámara subterránea infernal albergaba un ecosistema biológico, un hallazgo que podría dar pistas sobre cómo surgió la vida durante los tumultuosos primeros días de la Tierra.
Cuando el asteroide golpeó nuestro desafortunado planeta hace unos 66 millones de años, creó un cráter de impacto de 180 kilómetros de ancho en lo que ahora es la Península de Yucatán. La evidencia presentada a principios de este año mostró que el impacto también produjo una gigantesca cámara de magma subterránea, que persistió durante cientos de miles de años, posiblemente incluso millones de años. Increíblemente, este sistema hidrotermal soportó todo un ecosistema microbiano, según una nueva investigación publicada en Astrobiology.
David Kring, autor principal de ambos estudios y geólogo del Instituto Lunar y Planetario (LPI), Estados Unidos, cree que el sistema hidrotermal del cráter de Chicxulub es un posible vistazo a las condiciones tempranas en la Tierra, cuando la vida comenzaba a emerger. Los coautores de Kring son Martin Whitehouse del Museo Sueco de Historia Natural y Martin Schmieder de la Universidad de Neu-Ulm en Alemania.
Durante su mayor momento, la cámara de magma de Chicxulub tenía alrededor de 3 kilómetros de espesor y abarcaba 140.000 kilómetros cúbicos de la corteza terrestre. En comparación, la caldera del Parque Nacional Yellowstone es nueve veces más pequeña.
Kring y sus colegas descubrieron evidencia de este sistema hidrotermal en un núcleo de roca extraído del anillo de pico del cráter, que es básicamente el anillo dentado que se encuentra dentro de algunos cráteres de impacto (aquí puedes encontrar algunos ejemplos). Aproximadamente 15.000 kg de roca fueron extraídas de una profundidad de 1,3 kilómetros, en una expedición apoyada por el Programa Internacional Continental de Perforación Científica y el Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico.
Profundizando una vez más en el material de muestra del cráter de Chicxulub, los científicos detectaron pequeñas esferas de pirita, llamadas framboides. El análisis de isótopos de azufre de estos forboides, que miden solo 10 millonésimas de metro de diámetro, señaló la presencia de “colonias termofílicas de organismos reductores de sulfato”, en otras palabras, grupos de organismos microscópicos amantes del calor con apetito por sulfatos. Estos microorganismos vivían en la “roca porosa y permeable debajo del piso del cráter y se alimentaban del sulfato transportado a través de la roca”, que estuvo disponible debido al sistema hidrotermal generado por impacto, según el estudio.
Según señalan los autores, estos microbios subterráneos podían vivir aprovechando las reacciones químicas que ocurren dentro del sistema hidrotermal, es decir, dentro de las aguas ricas en minerales calentadas por el magma. Durante este proceso, el sulfato se convirtió en sulfuro, que se conservó como pirita. Estos organismos no son diferentes a algunas bacterias y arqueas amantes del calor que se encuentran hoy en Yellowstone.
Este es un hallazgo muy interesante por derecho propio, pero potencialmente habla de las condiciones encontradas en la Tierra primitiva, específicamente durante el período del Bombardeo intenso Tardío (LHB), que terminó hace unos 3.800 millones de años. Durante este tiempo, conocido como el período Hadeano, la Tierra estaba siendo golpeada regularmente por grandes asteroides. La superficie habría sido un desastre total y muy probablemente inhabitable. Sin embargo, algunas de las formas de vida más antiguas de la Tierra se remontan a hace unos 3.500 millones de años, y posiblemente a unos 3.770 millones de años.
Equipados con la nueva evidencia, Kring y sus colegas especulan que las condiciones debajo del cráter de Chicxulub pueden haberse parecido a las condiciones encontradas durante este período, y extremófilos similares pueden haber sobrevivido a duras penas durante este tiempo primitivo. Es más, la evidencia previa sugiere que “los primeros organismos de la Tierra eran termófilos [amantes del calor] e hipertermófilos [extremadamente amantes del calor]”, por lo que parece “factible” que “la vida se originó en un cráter de impacto”, como escribieron los autores en un resumen de dos páginas que explica la “hipótesis del origen de la vida mediante impacto”, como se la conoce.
Sí, esto suena fantástico, pero respiremos hondo y consideremos algunas advertencias importantes. Los aparentes restos de vida que se ven en las muestras de Chicxulub pueden no ser realmente vida. Otros científicos pueden echar un vistazo a las mismas muestras y ver procesos puramente abióticos en juego, lo que a menudo ocurre cuando se hacen afirmaciones como esta. Además, las condiciones ambientales durante el Cretácico Superior eran muy diferentes a las del Hadeano (el planeta ya estaba lleno de vida, por ejemplo), por lo que el sistema hidrotermal del cráter de Chicxulub puede no servir como un buen análogo de la Tierra primitiva.
Es necesario hacer más trabajos y estudios para reforzar la hipótesis del origen mediante impacto, incluyendo más evidencia fósil y una comprensión fundamental de los procesos químicos que dan lugar a moléculas autorreplicantes, es decir, ARN y ADN. Aún así, podemos maravillarnos ante la posibilidad de que nuestros primeros antepasados emergieran en ardientes calderos subterráneos batidos por impactos de asteroides.
Fuente: es.gizmodo.com