La coyunda, en una estación espacial, no es nada fácil, como tampoco lo es muchas otras actividades cotidianas, como ir al baño o ducharse. Además, la microgravedad produce cambios en los espermatozoides de los astronautas.
Concretamente, los espermatozoides se comportan de otra manera, tal y como evidenció un médico de la NASA, Joseph Trash, del Centro Médico de la Universidad de Kansas después de estudiar cómo sería la fecundación humana en el espacio.
Microgravedad y esperma
La habilidad de moverse espontánea e independientemente de los espermatozoides es bien conocida en la Tierra, pero fuera de ella, en condiciones de microgravedad, al parecer se mueven de forma más rápida. ¿Este cambio en la motilidad de los espermatozoides implicaría algún cambio en la fecundación?
Eso es lo que quiso comprobar Tash con un buen puñado de espermatozoides de erizos de mar. El esperma de erizo de mar se usa porque hay menos variaciones de un erizo a otro que entre humanos u otros mamíferos. El esperma de erizo de mar puede también sobrevivir mejor a los retrasos previos a un lanzamiento que el de muchas otras especies.
Tal y como explica Jorge Alcalde en su libro ¿Por qué los astronautas lloran?:
La maduración del espermatozoide comienza con un proceso que se llama fosforilación de tirosina. Este proceso genera una cascada de acontecimientos que conduce a la generación de una cola potente que se mueve para desplazar la cabeza de la célula sexual hasta su objetivo. Y está compensado por otro agente químico, la fosfatasa, una proteína que detiene el movimiento. En el espacio esta proteína funciona peor. De manera que la cola del espermatozoide se siente más libre para moverse a toda velocidad.
Con todo, no parece evidente que ese aumento de la velocidad mejore las perspectivas de fecundación en el espacio. Ni tampoco que la empeore. En teoría, el espermatozoide debería saber dónde tiene que dirigirse en un mundo donde ya no existe el “arriba” o el “abajo” que determina la gravedad.
Según un estudio con ratones, publicado en PloS ONE, parece que el número de espermatozoides de los ratones se redujo un 90 por ciento.
Pero todavía no se ha respondido satisfactoriamente a todas estas cuestiones, y las investigaciones siguen en curso en diversos niveles y con distintas especies. Teóricamente, nos podríamos reproducir en el espacio, pero aún quedan incógnitas por resolver sobre el proceso.
Fuente: xatakaciencia.com