La hormiga Drácula, Mystrium camillae, una especie que habita los trópicos del sudeste asiático y Australia, no tiene ese nombre por casualidad. Sus poderosas y largas mandíbulas recuerdan a la encarnación del mal de la literatura, pero es que además son muchísimo más rápidas. Este insecto puede cerrar sus apéndices a una velocidad de 90 metros por segundo, 5.000 veces más rápido que un parpadeo humano, lo que supone que su picadura es el movimiento animal más rápido de la Tierra.
Según una nueva investigación publicada en la revista Royal Society Open Science, las mandíbulas de este insecto van de 0 a 200 mph en 0,000015 segundos. La ejecución del mordisco, que dura 23 microsegundos, comienza cuando la hormiga aprieta juntas las puntas de sus dos apéndices como si fuera un resorte, cargándolas con tensiones internas que se liberan cuando una mandíbula se desliza sobre la otra, un movimiento similar al que hacemos cuando chasqueamos los dedos. Claro que las hormigas son mil veces más rápidas que los dedos humanos.
Comportamiento predatorio
Con esta técnica inusual, las Drácula han redefinido los límites de la velocidad animal, arrebatando el récord a las hormigas trampa, cuyas poderosas mandíbulas se cierran con un chasquido desde una posición abierta. Son tres veces más rápidas que sus predecesoras. «Las hormigas (Drácula) usan este movimiento para golpear a otros artrópodos, probablemente aturdiéndolos, aplastándolos contra la pared de un túnel o empujándolos. La presa es transportada de regreso al nido, donde se alimenta a las larvas de las hormigas», explica Andrew Suárez, profesor de biología animal y entomología en la Universidad de Illinois (EE.UU.) y responsable del estudio.
Para poder observar el movimiento de las hormigas, los investigadores tuvieron que utilizar cámaras increíblemente rápidas que filman a 480.000 fotogramas por segundo. También emplearon tecnología de imágenes de rayos X para poder ver la anatomía de los insectos en tres dimensiones. Según los autores, estas altas aceleraciones de los ataques de las Mystrium probablemente resulten en fuerzas de alto impacto necesarias para comportamientos predatorios o defensivos. Los científicos esperan seguir con su trabajo y conocer mejor cómo estas criaturas capturan sus presas y defienden sus nidos.
Fuente: abc.es/ciencia