Paleontólogos de la Universidad de Manchester han demostrado definitivamente que nunca habrá un Parque Jurásico tras volver a analizar el colágeno de un hueso de T. Rex hallado hace una década.
Probablemente es la pregunta más común que el público pide a los paleontólogos: «¿Podría el escenario de la película ‘Jurassic Park’ convertirse en una realidad?» Las afirmaciones de las secuencias de proteínas (péptidos) que sobreviven de un fósil de Tyrannosaurus rex descubierto hace diez años suscitaron la imaginación de muchos científicos en todo el mundo respecto a que, potencialmente, podía haber esperanza un día.
Las proteínas prehistóricas bien podrían haber proporcionado la primera visión posible de los pasos hacia la reconstrucción de los dinosaurios. Este descubrimiento, sin embargo, no encontró aceptación universal y causó mucho debate entre la comunidad científica. Los análisis subsiguientes realizados por el mismo equipo promovieron este trabajo con otro dinosaurio, esta vez el hadrosaurio (dinosaurio de pico de pato), Brachylophosaurus.
El principal argumento en contra de este trabajo previo se planteó en la posibilidad de contaminación bacteriana, pero una preocupación más fundamental fue la posibilidad de la contaminación moderna de los huesos analizados en el laboratorio.
Mike Buckley, de la Escuela de Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente de la Universidad de Manchester, dice en un comunicado: «El descubrimiento de proteínas en huesos de dinosaurios envió una onda de choque alrededor del mundo, tanto entre científicos como entre el público. Parecía que la ficción estaba siendo hecha realidad mediante la aplicación de nuevas técnicas».
Así que un equipo basado en la Universidad de Manchester y en los Museos Nacionales de Escocia, dirigido por Buckley, se dispuso a explorar la posibilidad de que los supuestos péptidos de dinosaurio podría haber venido de los animales modernos, dado que se sabe que avestruces y caimanes fueron utilizados por los laboratorios en los estudios originales.
El equipo de Manchester analizó muestras de hueso de tres diferentes avestruces, encontrando fuertes coincidencias con todos los péptidos fósiles originalmente reportados de T. rex y Brachylophosaurus. Estos resultados ponen de relieve la necesidad de robustos criterios de autenticación cuando se intenta identificar la información de la secuencia biomolecular de material fosilizado verdaderamente antiguo.
Buckley agregó: «Nuestro trabajo se propuso identificar las huellas dactilares de colágeno para avestruz y cocodrilo y no tenía la intención de desacreditar los estudios anteriores. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que nuestros resultados estaban cuestionando el paradigma de que el colágeno podría sobrevivir los estragos del tiempo profundo».
El colágeno es la proteína clave dentro del hueso que proporciona la flexibilidad en el esqueleto y está íntimamente encerrado dentro de los minerales que componen el hueso. Este material omnipresente domina tanto el registro arqueológico como paleontológico y puede proporcionar información importante tanto sobre organismos vivos como extintos. Sin embargo, la supervivencia de secuencias de colágeno de más de 3,5 millones de años no ha sido lograda y validada por ningún otro equipo.
Los controles que se utilizan para restringir las relaciones evolutivas entre los orígenes extinguidos y existentes tienen que estar completamente aislados del objeto de estudio (es decir, el hueso de dinosaurio), de modo que las técnicas altamente sensibles no capturen residuos de contaminantes engañosos.
Fuente: Europa Press