Es una rara ocasión para la Ciencia. Un fenómeno que se ha podido observar apenas un puñado de veces en toda la historia de la Astronomía. Se trata de una estrella en el momento de ser devorada por un agujero negro. Un astro parecido al Sol literalmente destrozado por la inmensa fuerza gravitatoria de un “monstruo” espacial en una lejana galaxia, a cerca de mil millones de años luz de la Tierra.
Como se sabe, en el centro de prácticamente todas las grandes galaxias habita un agujero negro supermasivo, una zona de enorme densidad, que puede llegar a tener miles de millones de veces la masa del Sol y de cuya gravedad nada, ni siquiera la luz, consigue escapar.
Si una estrella tiene la desgracia de acercarse demasiado a uno de estos agujeros negros, el “tirón” gravitatorio será mucho más fuerte en la cara más cercana a él, de forma que la estrella se alargará y estirará como una goma, hasta que quede completamente destrozada en lo que los científicos llaman un “evento de disrupción de marea”, TDE por sus siglas en inglés.
Justo después, el agujero negro empieza a tragarse grandes fragmentos de la estrella triturada. En el proceso, cada uno de ellos libera suficiente energía como para generar brillantes destellos que pueden llegar a durar meses, incluso años enteros.
Los agujeros negros, sin embargo, no tienen demasiadas ocasiones de darse un festín como este. De hecho, y a pesar de que la densidad de estrellas es mayor en los centros galácticos, en una galaxia típica algo así puede ocurrir, como máximo, una vez cada diez mil años.
Y ahora, un equipo de astrónomos liderados por Ben Shappee, de la Universidad de Hawaii, creen que están siendo testigos de este inusual y violento proceso. Y así lo han anunciado hace apenas unos días en The Astronomer´s Telegram, un sitio web donde se suelen publicar muchas observaciones de fenómenos cósmicos.
A primera vista, una estrella siendo devorada por un agujero negro puede parecer una supernova, dado que ambas producen súbitos y brillantes destellos luminosos en el cielo. Por eso, cuando los investigadores detectan un posible TDE, lo primero que hacen es tomar la mayor cantidad de datos posible para determinar con la mayor exactitud el tipo de fenómeno que están observando.
En el centro de la galaxia
En este caso, se dan una serie de factores que llevan a los investigadores a pensar que, efectivamente, se trata de uno de esos raros episodios de “alimentación” de un agujero negro. En primer lugar, el evento parece estar sucediendo en el centro mismo de la galaxia, un requisito imprescindible para una disrupción de marea. Además, su luz es muy azul, lo cual significa que es extremadamente caliente, al contrario de las supernovas, que tienden a enfriarse en breve tiempo a medida que se expanden. Por último, no hay rastro de los elementos pesados que suelen absorber una parte de la luz emitida por una supernova.
Shappee, sin embargo, cree que aún cabe la posibilidad de que se trate de una supernova, y no de un TDE. Por eso, continúan observando y recopilando datos. En estos momentos, el evento está llegando a su máximo brillo, por lo que queda aún suficiente tiempo para seguir recopilando pruebas. Algunas tipos raros de supernova, en efecto, han demostrado ser capaces de producir señales similares a las detectadas. Por suerte, la confirmación final no tardará mucho en llegar.
Fuente: abc.es/ciencia