Aunque los viajes en el tiempo son matemáticamente posibles, en la práctica resultan irrealizables por las características de la materia, que en principio no resistiría un viaje de esta naturaleza.
Aunque el viaje al pasado puede descartarse, el viaje al futuro se observa de manera diferente, ya que constantemente estamos viajando al futuro a un mismo ritmo, segundo a segundo. Pero si ese ritmo cambia, por ejemplo por aceleración de los cuerpos a una velocidad próxima a la de la luz, la llegada al futuro puede anticiparse respecto a una persona que no ha viajado. En ese supuesto, ambas personas se reencontrarían en edades diferentes, pero ese escenario sería irreversible para la persona que ha viajado más deprisa.
Esto es lo que dice la Física Teórica sobre los viajes en el tiempo, tal como explica en esta entrevista a Tendencias21 la doctora Ana Alonso. Sin embargo, los esfuerzos para dar con nuevas fórmulas que permitan abrir una brecha en la estructura espacio temporal y remontar los años venideros, como si fueran kilómetros recorridos por una nave, no cesan en el mundo científico.
Un artículo publicado en la revista Classical and Quantum Gravity describe cómo construir una máquina del tiempo utilizando una fórmula muy simple, alejada de otros modelos anteriores.
El nuevo modelo de “máquina del tiempo”, diseñado por Caroline Mallary, una estudiante de doctorado de la Universidad de Massachusetts Dartmouth, consiste en dos coches muy largos, estacionados en paralelo, uno al lado del otro. Si aceleramos uno de los dos coches mientras el otro se queda parado, se puede abrir un bucle temporal en el espacio que queda entre los dos coches a través del cual sería posible remontar el tiempo. Es decir, el espacio que existe entre estos dos coches actúa como una especie de bucle temporal.
Bucles temporales
Los bucles temporales son historias que se cierran sobre sí mismas. La Teoría de la Relatividad General concibe que las así llamadas líneas de universo, que recogen la trayectoria histórica de una partícula en el espacio-tiempo, puedan cerrarse en algún momento sobre sí mismas. A estas líneas de universo cerradas sobre sí mismas se las conoce como Curvas Cerradas de Tipo Temporal (CTC) y también como “máquinas del tiempo”.
Si hipotéticamente cayéramos en uno de esos bucles temporales, en algún momento nos encontraríamos en otro espacio-tiempo y viviríamos una y otra vez las mismas historias, tal como ocurre en la película de ficción El día de la marmota. En esta película, un meteorólogo de la televisión de Pittsburgh queda atrapado en uno de esos bucles mientras cubre el evento anual del Día de la Marmota en Punxsutawney, Pennsylvania.
Sin embargo, en determinadas circunstancias, diferentes fenómenos físicos pueden intervenir para impedir que el tiempo se pliegue sobre sí mismo y bloquee así la posibilidad de remontar el tiempo en dirección al futuro.
Uno de los requisitos para que eso ocurra es que tiene que haber materia exótica, que se alcanza cuando sometemos a la materia a temperaturas extremas: en ese momento, la materia adopta estados exóticos y abre las puertas a un mundo desconocido (y aparentemente con muchas posibilidades).
Tal como explica el profesor Gaurav Khanna, de la Universidad de Massachusetts Dartmouth en un artículo publicado en The Conversation, con el método desarrollado por Mallary es posible evitar que se desarrollen bucles temporales cerrados, y que por lo tanto hay una forma teórica de romper ese bucle y de abrir el camino para el viaje en el tiempo.
Singularidad para mañana
Añade que el modelo de Mallary requiere que el centro de cada coche del modelo se encuentre en un estado llamado de singularidad gravitacional o espaciotemporal, es decir, que estén situados en una zona del espacio-tiempo donde no se puede definir alguna magnitud física relacionada con los campos gravitatorios, tales como la curvatura, u otras.
Además, esa singularidad gravitacional en la que deben situarse los coches del modelo debe ser transparente y observable, por lo que tendría verdaderos efectos físicos.
El problema radica en que los coches propuestos por Mallary para viajar en el tiempo no son de momento posibles en la naturaleza, por lo que su modelo no tiene una aplicación práctica que permita construir una máquina con la que viajar al futuro.
Eso no significa que este trabajo carezca de importancia. Su principal aportación consiste en que trasciende anteriores modelos teóricos relacionados con máquinas del tiempo, como los desarrollados por eminentes físicos como Kip Thorne y Stephen Hawking, según los cuales la naturaleza prohíbe los bucles temporales. Mallary señala que hay una forma teórica de demostrar que existen y que tal vez puedan usarse en el futuro para viajar… al futuro.
Fuente: tendencias21.net