Un estudio de la Universidad Northwestern y del consorcio Claremont Colleges de EEUU sugiere que nuestros antiguos ancestros acuáticos salieron del agua a la tierra hace 385 millones de años impulsados por sus ojos, y no por sus extremidades.
¿Cómo sucedió? Aquellos animales, parecidos a los cocodrilos, vieron en primer lugar comidas fácilmente asequibles en tierra, y luego desarrollaron miembros (extremidades) que les permitieron llegar hasta ellas, sostienen los investigadores.
Los científicos han llegado a esta conclusión tras analizar registros fósiles disponibles. En ellos descubrieron que el tamaño de los ojos casi se había triplicado antes –y no después– de la transición del agua a la tierra.
Este aumento de los ojos coincidió además con un cambio en la ubicación de ellos, que pasaron de estar a ambos lados de la cabeza a colocarse en la parte superior.
Los investigadores creen, además, que este rango visual ampliado para ver a través del aire podría haber producido también un aumento en los cerebros de los vertebrados terrestres tempranos, lo que a su vez habría incrementado su capacidad de planificar, en comparación con los peces, que solo reaccionan.
Ver un millón de veces más
Uno de los autores del estudio, Malcolm A. MacIver, explica : «Hemos encontrado un enorme aumento en la capacidad visual de los vertebrados justo antes de la transición del agua a la tierra. Nuestra hipótesis es que pudieran ver gran cantidad de alimentos sin explotar en tierra –milpiés, ciempiés, arañas y demás- lo que provocó que sus aletas evolucionaran hacia extremidades”.
La ampliación de los ojos es importante. Con la triplicación del tamaño del ojo, el espacio visualmente controlado por el animal aumentó un millón de veces. Esto sucedió millones de años antes de que existieran animales completamente terrestres.
«Los ojos más grandes son casi inútiles en el agua porque la visión se limita en gran medida a lo que está directamente enfrente del animal», explica por su parte el paleontólogo Lars Schmitz. «Pero un ojo más grande resulta muy valioso si se mira a través del aire”. Los científicos creen que buscar presas de manera más objetivo fue lo que propició este aumento.
A su vez, esto hizo que los animales desarrollaran una cognición más compleja. Ya no estaban obligados a reaccionar con una velocidad de fracción de segundo, como en el agua, sino que debían contar con otra capacidad, que derivaría en la capacidad humana de la cognición prospectiva: la de sopesar las opciones para el futuro y elegir estrategicamente.
Datos y medidas
El el presente estudio fueron analizados 59 especímenes fósiles de antes de la transición agua-tierra, del periodo de esa transición, y de después de la transición.
Con simulaciones computacionales de los ambientes visuales de los animales (como agua clara o turbia durante el día o cómo se vería por encima del agua durante el día y la noche) demostraron que el aumento del tamaño del ojo suponía un beneficio cuando los animales miraban a través del aire, no del agua.
Los investigadores midieron el tamaño de las órbitas de cada fósil y la longitud de sus cabezas. A partir de eso, determinaron el tamaño de los ojos y de cada animal en sí. Encontraron que, antes de la transición de agua a tierra, el tamaño promedio de la órbita era de 13 milímetros. Después, el tamaño promedio alcanzó los 36 milímetros, lo que supone una triplicación del tamaño de la órbita en 12 millones de años.
Fuente: tendencias21.net