Aunque el extraordinario tamaño de criaturas míticas del cine como Godzilla y King Kong es un aspecto esencial de su atractivo, su enorme peso impide que seres de esta envergadura existan en la vida real
Tanto Godzilla como King Kong son dos de los monstruos más famosos del cine, populares por su increíble tamaño y por la devastación que causan a su paso. Hemos podido ver a estas impresionantes criaturas recientemente en películas del Monsterverse como ‘Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio’ (2024), una de las grandes referentes del género de kaijus. Aunque un aspecto clave de su gran atractivo es precisamente lo grandes que son, una ley de la física impide que criaturas de semejante envergadura existan en la vida real: se trata de la ley del cuadrado-cubo.
Así es la ley del cuadrado-cubo, un principio matemático y geométrico que impide que criaturas como Godzilla o King Kong puedan existir en la vida real
La ley cuadrático-cúbica, también conocida como la ley del cuadrado-cubo, es un principio matemático y geométrico que tiene aplicaciones en disciplinas como la biología, la física o la ingeniería. A grandes rasgos, este principio postula que cuando se aumenta el tamaño de un objeto, su volumen crece más rápido que su superficie. Debajo tenemos un ejemplo práctico:
- Supongamos que tenemos un cubo con aristas de 1 m. Su volumen original es de 1³ = 1 m³, mientras que su área/superficie es de 6⋅1² = 6 m², ya que el cubo tiene seis lados.
- Si escalamos las dimensiones del cubo por 2, efectivamente duplicando su tamaño, entonces su nuevo volumen será de 2³ = 8 m³ (ocho veces el volumen original), y su área/superficie será 6⋅2² = 24 m² (cuatro veces el área/superficie original).
O dicho de otra manera: cuando un objeto o cuerpo aumenta o disminuye de tamaño de forma proporcional, su área y su volumen también lo hacen de manera proporcionada. Se trata de un principio físico normalmente ignorado en el contexto de la ficción para priorizar el entretenimiento. De manera muy resumida, en los seres vivos, la fuerza escala de forma proporcional con el área o su superficie, mientras que el peso, con el volumen. Por tanto, una de las grandes “mentiras” de la ficción es que, cuanto más grande sea una criatura, más fuerte será, cuando en la vida real un ser de proporciones gigantescas colapsaría bajo su propio peso.
La relación entre la fuerza muscular y ósea es proporcional al área transversal de los músculos y huesos, pero no al volumen. Por otro lado, el peso es proporcional al volumen del objeto u organismo, dado que está relacionado con la masa, y esta aumenta proporcionalmente al volumen en los objetos tridimensionales. En resumen, si duplicamos el tamaño de un ser vivo manteniendo su forma, la criatura resultante tendría cuatro veces su fuerza, pero su estructura muscular y ósea tendría que soportar ocho veces su masa. De esta manera, en lugar de tener el doble de fuerza o velocidad, tendría la mitad.
Por esta razón, criaturas tan grandes como Godzilla y King Kong simplemente no podrían existir en la vida real debido a su tamaño descomunal, ya que su estructura muscular y ósea colapsaría bajo el peso de su propio cuerpo. Dependiendo de la versión de estos personajes, pueden llegar a medir alturas de hasta 120 metros y pesar hasta 90.000 toneladas, un peso desproporcionado en comparación con su estatura, y que haría imposible que pudiesen realizar funciones vitales básicas como bombear sangre desde el corazón por todo su sistema cardiovascular.
Esta ley de la física no se limita a los seres vivos. En el contexto de la ingeniería y el cálculo de estructuras, los robots gigantes o mechas de obras como ‘Mobile Suit Gundam’ o ‘Neon Genesis Evangelion’ también lo tendrían muy complicado para existir en la vida real debido al mismo principio. Para poder ir equipados con todo un arsenal de armamento pesado y, pese a esto, moverse a velocidades de vértigo, tendrían que ser extremadamente robustos en su diseño y construcción —incluyendo los materiales elegidos—, además de que su sistema de energía tendría que ser extraordinariamente eficiente para generar la electricidad necesaria para mover a semejantes bestias metálicas.
La ballena azul, el animal más grande del mundo: una excepción a la regla gracias a que es un animal marino
El animal más grande del mundo en la actualidad es la ballena azul. Este colosal cetáceo puede alcanzar los 30 metros de longitud y puede pesar hasta 180 toneladas. La clave de su inmenso tamaño ha sido su hábitat: el entorno marino. Con la ley cuadrático-cúbica, también hay que tener en cuenta factores externos y de entorno como el agua. Básicamente, los océanos han permitido que este animal pueda evolucionar hasta alcanzar este tamaño gracias a la flotabilidad del agua, que le permite distribuir su peso de manera eficiente.
El medio acuático ha permitido a la ballena azul superar muchas de las limitaciones físicas que restringen el tamaño de los animales terrestres, ya que el agua actúa como un soporte natural que compensa la fuerza de la gravedad, evitando que la estructura muscular y ósea del animal colapse bajo su propio peso. Sus enormes pulmones también contribuyen a su flotabilidad, de nuevo, mejorando la tensión que soporta su organismo en relación a su peso.
Su distribución interna de gases, líquidos y tejidos es tan ligera que su densidad promedio es cercana a la del agua, lo que contribuye a que la ballena azul pueda flotar sin apenas esfuerzo en la superficie o sumergirse de manera deliberada y controlada cuando el animal lo requiere. Esto sencillamente no sería posible en un animal terrestre, ya que el peso del cuerpo aplastaría los órganos internos, los músculos y el esqueleto de un ser vivo de estas proporciones. Por tanto, el medio acuático no solo permite este tamaño descomunal en las ballenas azules, sino que además ha sido determinante en su evolución durante miles de años, dotando a este mamífero de características únicas de flotabilidad y densidad.
En resumen, seres de las proporciones de Godzilla o King Kong solo podrían existir en el mundo real si fuesen criaturas marinas que, como las ballenas azules, tuviesen una anatomía que les permitiese distribuir su enorme peso de manera eficiente. Esto implicaría que no podrían salir del agua, ni caminar erguidos, lo que haría que sus historias perdiesen gran parte de su atractivo. En última instancia, son seres ficticios creados con un objetivo claro: entretener. Por este motivo, estas limitaciones físicas simplemente son ignoradas en pos de ofrecer todo un espectáculo narrativo y audiovisual.
Fuente: as.com