Erwin Schrödinger es uno de los padres de la teoría cuántica, una parte de la física que nos dice cosas tan sorprendentes como que una partícula – un electrón por ejemplo – puede estar en varios estados o en varios sitios a la vez. Sí, nada que ver con el mundo real, pero no se preocupe: hay quien dice que nadie lo acaba de comprender.
Para mostrar las paradojas de la teoría cuántica, el físico austriaco ideó un famoso experimento mental que consiste en meter a un gato en una caja cerrada con un mecanismo que libera un gas que mata al animal. El mecanismo se activa cuando se desintegra un átomo, pero como esto sucede al azar y no vemos lo que pasa dentro de la caja, la teoría cuántica dice que el gato puede estar muerto y vivo a la vez. La única manera de comprobarlo es abriendo el receptáculo, lo que modifica las condiciones del experimento.
Schrödinger desarrolló en 1925 la ecuación que lleva su nombre. Viene a explicar de forma matemática ese mundo de las partículas más pequeñas que el átomo cuyas leyes parecen tan alejadas de nuestra realidad, el mundo subatómico. El físico español Manuel Lozano Leyva afirma que es «la ecuación más bella y profunda de la historia» y gracias a ella el científico vienés ganó el premio Nobel de Física en 1933.
Lo que no está claro es cómo se le ocurrió, aunque la pista la encontramos en dos cartas que envió a Albert Einstein en las que comenta que la inspiración le llegó en las vacaciones de Navidad que pasó en el romántico hotel Arosa de Suiza, en plenos Alpes. Lo hizo en compañía de una mujer cuya identidad es completamente desconocida.
¿Quién era esa mujer?
Resulta muy curioso que Schrödinger ocultara precisamente esa aventura, puesto que su matrimonio con Anne Marie Bertel era abierto, así que poco le podía importar un pequeño escándalo adicional. Ella no solo toleraba sus aventuras sino que participaba en ellas. El físico vivió durante años con su mujer y con una amante, y tuvo una hija con cada una.
Su extraña vida amorosa le cerró muchas puertas académicas en esos comienzos del siglo XX, pero a pesar de todo mantenía frecuentes historias de amor con sus alumnas. Cuando se fue a vivir a Dublín –acabó por adoptar la nacionalidad irlandesa tras pasar por Oxford, Madrid, Gante y Roma huyendo de los nazis- tuvo otras dos hijas con otras dos mujeres. Mientras, Anne Marie tampoco se cortaba un pelo y tuvo un romance con André Weil, amigo de Schrödinger.
Quizá ese matrimonio también era un poco cuántico y aspiraba a estar en varios estados a la vez. Lo que no sabemos es qué papel jugó la amante que estuvo al lado de Schrödinger cuando alumbró su gran aportación al mundo de la física, si la inspiración habría sido posible sin ella, si hoy en día la física cuántica estaría a punto de revolucionar la tecnología –los ordenadores cuánticos lo cambiarán todo- si no fuera por una mujer sin rostro ni identidad.
Fuente: El Español