Investigadores demostraron que las neuronas cultivadas a partir de células madre humanas alteraron las células nerviosas en roedores. ¿Cambiaron su conducta?
Si le dio ansiedad leer el título de esta nota, tal vez sufre de musofobia. La psicología describe a esa fobia, también llamada muridofobia, murofobia o surifobia, como la aversión y rechazo intenso a las ratas y ratones. Tal desagrado o terror no lo sufren en la Universidad de Stanford, en California, pues un equipo de científicos de ese campus transplantaron organoides de cerebro humano en la corteza somatosensorial de cerebros de ratas recién nacidas, el área responsable de recibir y procesar información sensorial, como el tacto, de todo el cuerpo.
En contraste con la musofobia, a los investigadores parece enamorarles la nanotecnología, ciencia de lo pequeño, debido a que los organoides (estructuras diminutas similares al cerebro cultivadas a partir de células madre humanas) usados fueron pequeñísimas estructuras en 3D. Estos elementos son derivados de células madre que imitan la función de los órganos y podrían ser clave para el estudio de enfermedades.
Ahora, científicos han logrado implantar este tejido cerebral humano en el cerebro de ratas, superando importantes limitaciones previas. Los implantes hicieron que las neuronas de las ratas enviaran señales motrices. Los roedores respondieron a las caricias a sus bigotes, lo que propiciaría una forma de probar terapias para trastornos cerebrales humanos.
Un cambio de conducta
La descripción del nuevo método se publica en la revista Nature, en un artículo en el que los autores describen que el tejido cerebral humano fue capaz de integrarse en el cerebro de los roedores, influyendo en su conducta. Los hallazgos podrían mejorar la capacidad de producir modelos realistas de enfermedades neuropsiquiátricas humanas.
Los organoides cerebrales representan una plataforma prometedora para modelar el desarrollo y las enfermedades humanas; sin embargo, los organoides cultivados fuera del cuerpo carecen de la conectividad que existe en los organismos de la vida real.
Esto restringe su maduración e impide que se integren con otros circuitos neuronales que controlan la conducta. Limita, por tanto, la capacidad de los organoides para modelar enfermedades neuropsiquiátricas genéticamente complejas y definidas por el comportamiento.
En investigaciones anteriores se había intentado implantar organoides cerebrales humanos en cerebros de ratas adultas, pero estas células no maduraron con éxito.
Vínculos entre células humanas y el comportamiento animal
Los investigadores descubrieron que los organoides maduraron, se integraron parcialmente en los circuitos neuronales y demostraron su funcionalidad en los cerebros de los roedores. Esta integración permitió establecer vínculos entre la actividad de las células humanas y el comportamiento animal aprendido, demostrando que las neuronas trasplantadas podían modular la actividad neuronal de las ratas e impulsar el comportamiento de búsqueda de recompensa.
Además, un grupo de neuronas del organoide mostró actividad cuando los investigadores desviaron los bigotes de las ratas, lo que indica que las neuronas trasplantadas pueden responder a la estimulación sensorial.
El equipo, en el que también participaron científicos de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich, constató asimismo que al trasplantar células derivadas de tres pacientes con el síndrome de Timothy -una grave enfermedad genética asociada a problemas cardíacos- se ponían de manifiesto defectos neuronales específicos en las ratas.
Desarrollo y enfermedad del cerebro humano
Esto demuestra la capacidad de esta técnica de trasplante para revelar características de la enfermedad hasta ahora desconocidas, afirman los autores.
“Esta técnica podría representar un poderoso recurso para complementar los estudios de laboratorio sobre el desarrollo y la enfermedad del cerebro humano”, sugirieron los científicos, quienes señalan que investigaciones futuras podrían permitir descubrir características de la enfermedad en células derivadas de pacientes que de otro modo serían esquivas.
Núria Montserrat, profesora de Investigación ICREA en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña, opinó que el estudio representa “un avance muy importante en el campo de los organoides cerebrales”.
Hasta la fecha, los organoides de cerebro han aportado conocimiento fundamental para entender el desarrollo embrionario de este órgano, así como entender aspectos relacionados con la aparición de algunas patologías.
Obstáculos superados
Todos estos avances venían limitados por aspectos importantes, tales como la falta de conectividad de los circuitos neuronales de manera similar a como ocurre en el órgano nativo. “A fin de superar estas limitaciones, el grupo del investigador desarrolló una metodología que permite trasplantar los minicerebros derivados a partir de células humanas sanas y de células que capturan la base genética de una enfermedad congénita rara (síndrome de Timothy)», indica el medio Science Media Centre España.
“Si bien el estudio tiene implicaciones importantes (…), también pone de manifiesto que la aproximación metodológica llevada a cabo presenta limitaciones importantes, dado que las diferencias entre el sistema nervioso humano y de rata pueden dar lugar a interpretaciones erróneas”, apuntaron los investigadores en las conclusiones de su estudio.
Fuente: eluniversal.com.co