El efecto de los sismos también podría quedar registrado en los genes y no tiene nada que ver con el estrés postraumático.
Dependiendo de la intensidad y el tipo, los sismos suelen dejar marcas en el terreno donde ocurren y muchos de ellos quedan grabados en la memoria de los organismos que lo viven.
Algunas partes del mundo son más propensas que otras a los terremotos por las fallas tectónicas de la Tierra, así que algunos organismos los experimentan varias veces en su vida y otros nunca.
Después de experimentar un sismo, los seres vivos generan conciencia sobre el movimiento telúrico que puede quedar grabada durante años en la memoria, pero también podría alterar la genética.
Un grupo de científicos de Nueva Zelanda descubrió que los genes de algunas algas tenían rastros de un fuerte sismo que ocurrió hace 800 años que elevó el suelo oceánico y acabó con muchas vidas.
Nueva Zelanda está ubicado sobre un nido de placas tectónicas, lo cual lo convierte en un territorio con altas probabilidades de experimentar terremotos constantemente.
En 2016, un terremoto levantó dos metros fuera del agua un borde una placa en la ciudad Kaikoura y ocasionó el desplazamiento de algunos organismos marinos, como las algas.
Jon Waters, zoólogo de la Universidad de Otago, se preguntó qué había pasado con las algas después del cataclismo, pues habían dejado espacio libre para la llegada de nuevos habitantes.
Es raro que algo así suceda porque las algas se extienden por zonas muy largas y dejan poco espacio para nuevas poblaciones. Waters y su equipo siguieron su rastro para estudiar sus genes.
Los científicos tomaron muestras a lo largo de 96 kilómetros de la costa. Todas tenían un aspecto similar, pero el estudio genético reveló diferencias importantes.
Las algas tipo toro, que se extendían por 24 kilómetros y fueron forzadas a entrar en contacto con el aire con el terremoto de hace 800 años, tenían un registro de ADN diferente al de las algas vecinas.
«Nos quedamos boquiabiertos cuando miramos. Podíamos ver dónde estaba la zona de elevación con sólo mirar la genética», dijo Walters.
Según la investigación, es probable que las algas toro fueron vagabundas después del terremoto y encontraran un nuevo hogar en la elevación terrestre que dejó el sismo.
Las algas se expandieron rápidamente por la zona y dejaron la marca genética en sus descendientes, que todavía habitan el lugar.
El estudio es la prueba de que los organismos se recuperan después de las catástrofes naturales y heredan las evidencias del cambio durante cientos de años.
Los investigadores ahora estudiarán la recolonización de la nueva zona elevada después del terremoto de 2016 y esperan encontrar nuevos registros en las algas vagabundas.
Las algas no son el único organismo con probabilidades de regresar, pues las nuevas poblaciones podrían albergar ecosistemas renovados para criaturas como crustáceos y otros animales que también volverán después del terremoto.
Fuente: vix.com