El viaje navideño de un peregrino a Tierra Santa es rezar en la Iglesia de la Natividad en la localidad palestina de Belén, acercarse a la Basílica de la Anunciación en la ciudad israelí de Nazaret y emocionarse con las campanas de fe que retumban en el centro espiritual del mundo llamado Jerusalén.
Como las decenas de miles de personas que estos días visitan el Santo Sepulcro en el casco antiguo de la Ciudad Santa y Disputada. El lugar donde, según la tradición cristiana, Jesús fue crucificado y enterrado antes de resucitar.
Mientras el eritreo Michael se santigua con los ojos al borde de la lágrima, el singapurense Ibrahim avanza en silla de ruedas por los imponentes espacios del Santo Sepulcro hacia la zona del Edículo dominada por dos monjes griegos en la entrada de la pequeña cueva, smartphones que desafían la tenue luz y sábanas blancas que indican obras de reparación. «Como cristiano, tiene una gran carga espiritual. Aquí empezó todo», nos comenta.
La ordenada cola de peregrinos desemboca en una estrecha puerta de 1.33 metros de altura. Es la joya de la corona. Una anciana polaca entra en el pequeño cubículo iluminado por varias velas, se arrodilla y se emociona ante lo que cree es el sepulcro de Jesús.
La tumba se abrió hace dos meses
Hace exactamente dos meses, la tumba se abrió completamente por primera vez en los últimos 461 años para «salvarla» provocando una enorme expectación religiosa, arqueológica y científica. Con el objetivo de rehabilitar la dañada tumba, los expertos de la Universidad Nacional Técnica de Atenas se encontraron con el estante de piedra caliza donde se cree fue colocado el cuerpo de Jesús y una segunda losa de mármol gris con una cruz tallada en la época de los cruzados en el siglo XII.
«La segunda pieza era gris a diferencia del color cremoso de la exterior y con una cruz muy bien inscrita. No sabíamos que estaba allí», revela el arqueólogo Fredrik Hiebert del National Geographic Society que participa en el histórico proyecto de restauración. Citado por The Mirror, confiesa: «Cuando nos dimos cuenta de lo que habíamos encontrado, mis rodillas temblaron un poco».
«No podemos asegurarlo al 100% pero parece una prueba visible de que la ubicación de la tumba no se ha desplazado con el paso del tiempo», contesta a una pregunta que pasa de generación a generación ante la sucesión de incendios, terremotos e invasiones. Se confirma el daño que la humedad ha infligido en el subsuelo de la Iglesia lo que obligaría a una obra adicional.
Hiebert concluye: «Parece ser una prueba visible de que el lugar que los peregrinos adoran hoy es la misma tumba que el emperador romano Constantino encontró en el siglo IV y los cruzados reverenciaron. Es increíble».
¿Increíble? Nada que la fe pueda convertir en creíble. Nada que la ciencia pueda poner en duda. No todos los visitantes en el Santo Sepulcro piensan que la tumba de Jesús estaba en este lugar. «Es una experiencia agradable estar aquí pero no estoy seguro de lo que dicen ya que no hay pruebas históricas sobre su localización», dice el turista ecuatoriano Carlos Vera.
En un rincón del Gólgota, un fraile susurra con orgullo y cierto temor: «Es la primera vez que se ve la losa original de la tumba desde 1555». Si entonces el encargado de abrirla fue el Custodio de Tierra Santa, el franciscano Bonifacio de Ragusa, ahora han sido varias decenas de investigadores bajo la mirada de unos pocos privilegiados religiosos. La supervisora, la profesora Antonia Moropoulou explica al National Geografic: «Las técnicas para documentar este monumento único permitirán al mundo estudiar nuestros hallazgos como si ellos mismos estuvieran en la Tumba de Cristo».
«La gran novedad fue cuando fue abierta en 1555»
El fraile español Artemio Vítores aclara a EL MUNDO que «la gran novedad fue cuando fue abierta por Bonifacio de Ragusa en 1555. Primero quitaron la lastra de mármol que estaba por encima y luego pusieron otra para, como ahora, evitar que la gente se lleve los trozos de piedra».
El franciscano, que llegó a Jerusalén hace 46 años, detalla que «esa lastra de mármol que se puso encima fue rota para evitar que los turcos se la llevaran. En la cruz entonces se encontró un escrito en latín en mayúsculas: Helena Magni en referencia a la madre del emperador Constantino». El trozo de madera fue a tres lugares: el Papa Pío IV que lo colocó en el Obelisco de la Plaza de San Pedro, el emperador Carlos I de España y V de Alemania y a la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén.
Vítores recuerda que «la tumba se abrió de forma parcial en 1812 cuando se quemó el Santo Sepulcro y los griegos lo restauraron». «Lo de ahora es una cuestión básicamente técnica porque estaba en unas condiciones malísimas. Su reparación era necesaria. Los ingleses hicieron una reconstrucción en 1934 pero no sé si bien o mal. Decían que podía caerse».
Con todo, el teólogo comparte la emoción que acompaña la histórica apertura: «Antes no existían cámaras por lo que hoy la gran novedad es que el mundo puede ver el lecho original de la tumba. Ver con tus propios ojos y tocar con tus propias manos el lugar donde lo colocaron. Si toda Tierra Santa es ver y tocar, en estos momentos ha habido la gran oportunidad de ver y tocar la tumba, al menos los que han sido afortunados».
Según los Evangelios, el judío Jesús de Nazaret murió un viernes por la tarde siendo enterrado inmediatamente ya que las luces del Shabat estaban a punto de aparecer. «No hubo tiempo para ungir su cuerpo así que las mujeres vinieron tres días después, el domingo por la mañana a hacerlo. Pero encontraron que había desaparecido», relata el franciscano.
«Choca ver estos andamios en este lugar tan sagrado pero una vez entras y ves con tus ojos lo que aprendiste en la infancia te quedas sin palabras», nos dice Adriana en su primera Navidad lejos de su casa de Lima. «Por lo que he leído hay pruebas de que Yeoshua (Jesús) existió y estaba en esta zona pero realmente no sé si aquí estaba su tumba. Ya sabe, es cuestión de fe», comenta el israelí Eyal Shevaj.
Construido en el siglo IV, el Santo Sepulcro ha padecido guerras, terremotos, incendios, el imparable paso del tiempo…. e incluso puñetazos entre monjes de las tres corrientes cristianas (grecoortodoxa, armenia y católica) que lo administran. En desacuerdo incluso para mover una escalera en el Santo Sepulcro, los tres sectores pactaron la restauración de la tumba. Su deterioro obró el milagro en el Siglo XXI.
Nadie puede realizar cambios
«El pacto de statu quo alcanzado después de la Guerra de Crimea indica que nadie puede realizar ningún cambio en la Iglesia de la Natividad de Belén y del Santo Sepulcro sin acuerdo mutuo. La remodelación es muy importante porque es un pacto histórico entre las autoridades de las tres iglesias y un lugar muy sagrado para el cristianismo en especial para los católicos, armenios y ortodoxos», indica el experto y guía turístico, Coby Abeksis que apunta la petición del Patriarca ortodoxo, Teófilo III para que el rey Abdala II asumiera un papel importante.
Jordania, que controlaba Jerusalén Este hasta la victoria de Israel en la guerra del 67, es el garante de los lugares santos musulmanes y cristianos. El monarca hachemita aporta una suma (no revelada) al proyecto estimado en cuatro millones de dólares y que debe finalizar en primavera.
La llave del templo cristiano está en manos… musulmanas. «Tras conquistar Jerusalén en el año 1187, Saladino dio la llave a nuestra familia «, nos contó Adeeb Jawad Joudeh. Su familia custodia la llave pero los Nusseibeih se encargan de usarla. «Tenemos buenas relaciones con las comunidades cristianas del Santo Sepulcro. Para ellos es mejor que nosotros nos ocupemos de guardar la llave y abrir la puerta… Así no se pelean», confesó.
El frío atardecer acelera el flujo de peregrinos y turistas. Mientras un fraile bromea con dos policías israelíes en la explanada cerca de una mezquita y la Vía Dolorosa, un grupo escolar palestino se hace la foto de rigor. «Es la primera vez que visitamos el Santo Sepulcro. Como musulmanes, Isa (Jesús) es también muy importante. Los chicos están muy emocionados. ¡Yo también!», reconoce Ibrahim Jwailes, profesor de Religión del colegio Musbah Abuhanak de Hebrón. Antes de despedirse, pregunta: ¿»Qué vieron cuando se abrió la tumba?».
Integrada en un entusiasta grupo de creyentes, la mexicana Lourdes Carvajal expresa «alegría por estar donde pasó nuestro señor Jesucristo». El conflicto israelopalestino y el sangriento caos regional ahuyenta a muchos peregrinos. Sin solución terrenal en el horizonte, Carvajal aporta una fórmula divina: «Aquí, la paz se ve difícil pero hay que hacer mucha oración….la fe mueve montañas». Y sofisticadas máquinas de restauración para reforzarla.
Fuente: elmundo.es