De pronto parece relevante saber qué tan inteligente es tu perro, una aspiración que no ha pasado desapercibida en la industria comercial de las mascotas.
Ahora uno puede entrar a cualquier tienda de mascotas, como la idóneamente llamada PetSmart, y ver los juguetes, dispositivos y alimentos promocionados como productos que mejoran la inteligencia de los perros. O ver los resultados al hacer una búsqueda en línea de “juegos de habilidad cerebral para jugar con tu perro”.
El creciente interés incluso ha impulsado el campo académico relativamente nuevo de la cognición canina, con centros de investigación que han surgido por todo Estados Unidos y hasta en Inglaterra, Hungría y Japón.
El Centro de Cognición Canina de la Universidad de Yale, el cual tiene tres años de antigüedad, ha sido bombardeado por pedidos de humanos dispuestos a dejar que la inteligencia de sus perros sea evaluada, ofreciéndolos para que los sometan a ejercicios y juegos de investigación. Algunos propietarios incluso conducen durante horas para llevarlos.
Hace más de una década, los antropólogos evolutivos se dieron cuenta de que el perro, cuyo desarrollo ha sido fuertemente moldeado por los humanos, es un sujeto de estudio magnífico. A diferencia de los gorilas, el estudio de los perros es bastante barato: son muchos y sus dueños cubren felizmente su hospedaje y comida.
Pero cuando los amos utilizan las palabras “inteligente” y “perro” en la misma oración, ¿a qué se refieren exactamente? ¿Inteligentes comparados con qué? ¿Un gato? ¿Otro perro? ¿Un humano?
Los científicos definen y miden la inteligencia de un perro de manera distinta a como lo hacen sus amos. Los expertos están de acuerdo en que, cuando los humanos hablan sobre lo inteligentes que son sus mascotas, están imponiendo un constructo humano en un animal.
A su dueño, un perro podría parecerle “más inteligente” que el del vecino, pero incluso la noción popular derivada de algunos estudios —que los perros son tan inteligentes como niños pequeños— no tiene, hablando de manera práctica, ningún sentido.
Muchos conductistas animales dicen que en realidad la gente, cuando dice que un perro es inteligente, quiere decir que es muy adiestrable.
“Las personas creen que los perros son más inteligentes que los gatos porque obedecen”, dijo Frans de Waal, una bióloga y primatóloga de la Universidad Emory en Atlanta. “Pero no es lo mismo”.
Al igual que los padres que compran CD de Baby Einstein esperando mejorar la inteligencia de sus hijos desde el útero, muchos dueños de mascotas sucumben ante dispositivos promocionados como productos que mejoran la función cerebral de su perro (véanse las pelotas para esconder premios que supuestamente aumentan el cociente intelectual perruno).
“Qué padre no quiere que su hijo tenga los mejores estímulos cognitivos que le pueda dar?”, dijo David Lummis, analista de mercado de mascotas sénior de Packaged Facts, una firma de investigación de mercado. “La culpa forma gran parte del asunto”.
Sin embargo, como lo descubren algunos padres de mascotas, un perro inteligente puede parecer más un adolescente sabelotodo que un niño adorable.
“Los perros inteligentes a menudo son un fastidio”, afirmó Clive D. L. Wynne, un profesor de psicología que dirige el Canine Science Collaboratory en la Universidad Estatal de Arizona. “Se cansan, se aburren y causan problemas”.
Adam Miklosi, un destacado investigador conductual canino de Hungría, planea poner en contacto a los científicos con amos de perros que puedan reunir información acerca de las costumbres de sus perros. Su proyecto, SensDog, utiliza una aplicación de iPhone para comunicarse con sensores de Apple Watch en el collar del perro.
También existe Dognition, cuyo sitio web declara que puede “encontrar el genio que está escondido en tu perro”. Es un proyecto dirigido por Brian Hare del Centro de Cognición Canina en la Universidad de Duke, en colaboración con la marca de alimento Purina Pro Plan. Por 19 dólares, los dueños reciben un cuestionario e instrucciones en video para reunir información acerca de su perro y enviarla al sitio web de Dognition. El proyecto manda en respuesta un perfil cognitivo de la mascota en comparación con otros perros. Más de 25 mil dueños han enviado información hasta ahora.
Eso, sin mencionar las posibles diferencias en inteligencia entre razas. En 1999, Stanley Coren, quien ahora es psicólogo emérito en la Universidad de Columbia Británica, creó una lista de 110 razas clasificadas según su inteligencia, basada en su encuesta de unos 200 jueces profesionales de obediencia canina. Los principales tres fueron el border collie, el poodle y el pastor alemán; al final quedaron los bulldog, basenji y lebrel afgano. Si sirve de consolación, el Hare de la Universidad de Duke, dijo que no hay evidencia que demuestre que una raza es cognitivamente superior a otra y que una encuesta de jueces no es prueba concluyente.
Ciertos perros se distinguen en tareas para las que sus razas han sido criadas durante siglos. Los sabuesos de San Huberto tienen un sentido asombroso del olfato. Los pastores australianos pueden mantener junto un rebaño de ovejas tan hábilmente como el profesor de una guardería lo haría con un patio lleno de niños de tres años.
Además, de manera característica, los perros parecen confiar en nosotros a la hora de resolver problemas. Cuando están desconcertados (porque la pelota de plástico se atoró debajo de una cama o la puerta de la cocina se cierra, por ejemplo), recurren a los humanos, ladrando, dando golpes con las patas o proyectando miradas tristes. En contraste, un lobo criado por un humano seguirá intentando resolver el problema por sí mismo.
Sin embargo, puede que la inteligencia en sí misma no sea el rasgo que de verdad distingue a los perros, por lo menos en la interacción humano-animal, dicen los investigadores.
“Hay algo excepcional acerca de los perros”, afirmó el doctor Wynne de la Universidad Estatal de Arizona, quien está estudiando cómo entrenar el olfato de los perros para que busquen ingredientes para fabricar bombas. “Tienen una suerte de hipersociabilidad. El perro en sí desea dar amor”.
“Creo que ‘inteligencia’ es una pista falsa”, continuó. “Lo que en verdad necesitamos de nuestros perros es afecto. Mi perra es una tonta, pero es una tonta adorable”.
El doctor Hare, profesor adjunto de antropología evolutiva en Duke, dijo creer que los perros, al igual que los humanos, tienen múltiples tipos de inteligencia. Con Dognition, los dueños prueban a sus perros en áreas como empatía, comunicación, astucia, memoria y razonamiento.
Santos, de Yale, está de acuerdo. “Si quieres entrenar a un perro de agilidad o a un perro de espectáculo, valoras ciertos rasgos”, dijo la experta. “Y si tienes un empleo estresante y una familia, lo que quieres es un compañero al que puedas abrazar. Pero en ambos casos son ‘inteligentes’”.
Fuente: NYT