Los efectos de la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai en enero, -que envió ondas de choque atmosféricas, estampidos sónicos y olas de tsunami en todo el mundo- también llegaron al espacio.
Al analizar los datos de la misión Ionosphere Connection Explorer, o ICON, de la NASA y los satélites Swarm de la ESA, científicos han descubierto que en las horas posteriores a la erupción, se formaron vientos huracanados y corrientes eléctricas inusuales en la ionosfera: la capa electrificada en la atmósfera superior de la Tierra en el borde del espacio.
«El volcán creó una de las mayores perturbaciones en el espacio que hemos visto en la era moderna», dijo en un comunicado Brian Harding, físico de la Universidad de California, Berkeley, y autor principal de un nuevo artículo que analiza los hallazgos. «Nos está permitiendo probar la conexión poco conocida entre la atmósfera inferior y el espacio».
ICON se lanzó en 2019 para identificar cómo el clima de la Tierra interactúa con el clima del espacio, una idea relativamente nueva que reemplaza las suposiciones anteriores de que solo las fuerzas del Sol y el espacio podrían crear el clima en el borde de la ionosfera. En enero de 2022, cuando la nave espacial pasó sobre América del Sur, observó una de esas perturbaciones terrestres en la ionosfera provocada por el volcán del Pacífico Sur.
«Estos resultados son una mirada emocionante a cómo los eventos en la Tierra pueden afectar el clima en el espacio, además del clima espacial que afecta a la Tierra», dijo Jim Spann, líder de clima espacial de la División de Heliofísica de la NASA en la sede de la NASA en Washington, D.C. «Comprender el clima espacial de manera integral en última instancia, nos ayudará a mitigar sus efectos en la sociedad».
Cuando el volcán entró en erupción, lanzó una columna gigante de gases, vapor de agua y polvo hacia el cielo. La explosión también creó grandes perturbaciones de presión en la atmósfera, lo que provocó fuertes vientos. A medida que los vientos se expandieron hacia arriba en capas atmosféricas más delgadas, comenzaron a moverse más rápido. Al llegar a la ionosfera y al borde del espacio, ICON registró velocidades de viento de hasta 725 kilómetros por hora, lo que los convirtió en los vientos más fuertes por debajo de los 193 kilómetros de altitud medidos por la misión desde su lanzamiento.
En la ionosfera, los vientos extremos también afectaron las corrientes eléctricas. Las partículas en la ionosfera forman regularmente una corriente eléctrica que fluye hacia el este, llamada electrochorro ecuatorial, impulsada por los vientos en la atmósfera inferior. Después de la erupción, el electrochorro ecuatorial aumentó cinco veces su potencia máxima normal y cambió drásticamente de dirección, fluyendo hacia el oeste durante un período corto.
«Es muy sorprendente ver que el electrochorro se revierte en gran medida por algo que sucedió en la superficie de la Tierra», dijo Joanne Wu, física de la Universidad de California, Berkeley, y coautora del nuevo estudio. «Esto es algo que solo hemos visto anteriormente con fuertes tormentas geomagnéticas, que son una forma de clima en el espacio causada por partículas y radiación del sol».
La nueva investigación, publicada en la revista Geophysical Research Letters, se suma a la comprensión de los científicos sobre cómo la ionosfera se ve afectada por los eventos en tierra y desde el espacio. Un fuerte electrochorro ecuatorial está asociado con la redistribución de material en la ionosfera, lo que puede interrumpir las señales de radio y GPS que se transmiten a través de la región.
Fuente: europapress.es