Las plantas merecen más mérito. No pueden moverse para buscar comida o agua, o para escapar de un depredador. Pero eso no significa que estén indefensas, ni mucho menos. No tienen ojos, oídos, nariz o boca, pero pueden percibir el mundo muy bien, en algunos casos mejor que nosotros.
Por ejemplo, las plantas son muy sensibles a la luz. Los humanos tienen tres tipos diferentes de receptores de luz en los ojos, en cambio, las plantas tienen 15. Las plantas pueden controlar los niveles de luz con mucha precisión, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo.
El poder de comunicación de las plantas también es extraordinario. Una planta que está siendo devorada por un depredador, como una oruga, libera etileno, lo que advierte a otras plantas de que hay una amenaza cerca. Si te encuentras un árbol infestado de herbívoros, verás que los árboles cercanos están intactos, porque han producido químicos protectores que los hacen inapetentes para los depredadores.
El etileno también se produce a medida que la fruta madura, y el gas es detectado por otras plantas y promueve la maduración en ellas. Esto significa que los frutos maduran al mismo tiempo, lo que atrae a los animales necesarios para comerlos y dispersar las semillas.
Si se corta una planta de tomate, se producen proteínas en muchas partes de la planta. También hay evidencias del procesamiento eléctrico de información en las raíces de las plantas, similar a lo que vemos en el cerebro animal.
Desde el Centro Riken de Ciencia de los Recursos Sostenibles (CSRS) en Tsukuba, Prefectura de Ibaraki, se ha descubierto una hormona que ayuda a las plantas a percibir la sequía. Esto nos recuerda que las plantas son mucho más sofisticadas de lo que pensamos.
«La gente piensa que las plantas son estáticas porque no se mueven», dice Fuminori Takahashi, de CSRS. «Sin embargo, en las plantas hay una comunicación estrecha y activa entre los tejidos separados por grandes distancias». La raíz puede comunicar al tallo lo que está sucediendo en el suelo, y la información permite que las plantas se adapten cuando las condiciones ambientales son estresantes. Los científicos sospechaban que existía esta comunicación, pero, hasta el descubrimiento de Takahashi, no sabían cómo se producía.
La falta de agua es uno de los factores más importantes que limita el crecimiento de la planta. La hormona identificada por Takahashi y sus colegas ayuda a las plantas a retener agua cuando no hay disponible en el suelo.
La hormona se mueve a través del sistema circulatorio de la planta de la misma forma que las hormonas de los animales se mueven a través del cuerpo. Por ejemplo, si el animal tiene la presión arterial baja, su cuerpo produce la hormona vasopresina, que circula a través del cuerpo en la sangre y hace que las arterias se contraigan, lo que aumenta su presión arterial a niveles normales. El estudio de Takahashi muestra, por primera vez, que las plantas tienen una hormona móvil similar, que puede viajar a través del cuerpo de la planta.
«La hormona modula las comunicaciones desde la raíz al tallo, en respuesta a las condiciones de estrés por sequía», dice Takahashi, «y transmite información sobre la falta de agua en el suelo desde la raíz hasta las hojas, para evitar la pérdida de agua».
Ahora que han identificado la hormona, el equipo quiere modificarla.
«Estamos trabajando en péptidos modificados más efectivos para la resistencia al estrés que los naturales», explica Takahashi. El equipo también está buscando formas de mezclar hormonas en fertilizantes para mejorar la resistencia a la sequía y la sal de los cultivos en el campo.
Si las plantas están sometidas a condiciones de sequía, las que están en contacto con la raíz cierran los estomas, los poros de las hojas que permiten que las plantas respiren y también que escape el vapor de agua. Las plantas básicamente cierran los poros para prepararse para la sequía.
Los científicos de Tsukuba usan una planta llamada Arabidopsis, más comúnmente conocida como berro. Es una hierba, y es posible verla crecer en alguna grieta en el asfalto, por lo que no solemos darle importancia. Pero es la primera planta en tener su genoma completo secuenciado y se cultiva en laboratorios de todo el mundo. Que una planta tan humilde pueda llevar a descubrimientos tan profundos es un recordatorio de cuánto tenemos que aprender todavía de la naturaleza.
Fuente: Agencias