Los bebés son capaces de comprender desde que tienen un año de edad el interés que presta un adulto a un objeto, ha descubierto un estudio de la Universidad de Neuchâtel (UniNE), en Suiza.
Para el autor de esta investigación, Fabrice Clément, el proceso de socialización es todavía una caja negra. Y para profundizar en este misterio ideó el concepto de Babylab. Consiste en observar a bebés en interacción con diferentes objetos. Unos les resultan interesantes y otros no, en función de lo que un niño ha aprendido previamente sobre la importancia o desinterés de estos objetos.
En uno de los experimentos desarrollados en el seno de Babylab, un adulto entra en una habitación en la que un bebé será testigo de una escena, sin que se le den indicaciones de ningún tipo.
El adulto tiene delante de sí dos juguetes. Toma el primero, lo observa detenidamente con interés. Al segundo juguete deliberadamente no le presta mayor atención. Cuando abandona la habitación, pone los dos juguetes en una caja delante del bebé.
Lo que descubrió esta investigación es que, antes de los nueve meses de edad, el bebé toma indistintamente uno de los dos juguetes. Sin embargo, si tiene un año cumplido, el bebé va a optar por el juguete que llamó la atención del adulto.
Esta constatación permite descubrir la edad a partir de la cual un bebé es capaz de comprender que un objeto es más importante que otro. La conciencia por el interés que despiertan los objetos en las personas aparece a los 12 meses de edad.
Pero unas semanas más tarde, surge la sorpresa. A los 15 meses, el bebé invierte completamente su comportamiento. Toma directamente el juguete que ha descartado el adulto, pero no se sabe la razón de este comportamiento.
Puede ser que el bebé interprete que el objeto preferido por el adulto no le pertenece, o bien intenta comprender las razones por las que el juguete no ha interesado al adulto.