Exponer a los niños a experiencias sensoriales de forma temprana puede influir en su desarrollo posterior
Normalmente tendemos a pensar en los bebés como lienzos en blanco, a los que deberemos enseñarles todo lo que necesitan para hacer frente a la vida que tienen por delante. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que los pequeños ya están aprendiendo algunas habilidades desde sus primeros momentos, y el lenguaje no es una excepción a esto.
De hecho, parece ser que desde el vientre materno los bebés ya aprenden a diferenciar voces e incluso a identificar algunos sonidos del habla humana, hasta el punto en el que al nacer ya prefieren los sonidos del lenguaje sobre otros tipos diferentes.
Aprender en cuestión de horas
Sin embargo, la manera precisa en la que el cerebro de los bebés aprende a procesar sonidos complejos del lenguaje sigue siendo un misterio. Con el fin de arrojar luz sobre esta cuestión, un equipo internacional de científicos tomó un grupo de bebés y, en sus primeras tres horas de vida, les colocaron unos cascos especiales que emitían luz en función del área del cerebro que estuviese activa en cada momento.
Tal y como describen en un artículo publicado en el prestigioso medio científico Nature Human Behaviour, el procedimiento, que es completamente seguro e indoloro, permitía observar cómo procesaban pares de sonidos que la mayoría de investigadores opinan que deben ser capaces de distinguir (por ejemplo, vocales y sonidos invertidos artificialmente).
Hay que distinguir que aunque habitualmente el discurso invertido artificialmente es muy fácil de distinguir, no sucede lo mismo si tomamos exclusivamente las vocales; de hecho, la misma experiencia en adultos reveló que éstos sólo eran capaces de distinguir entre los sonidos normales y los invertidos el 70% de las veces.
Escuchar desde el primer momento
Y, para sorpresa de los autores, los recién nacidos no eran capaces de distinguir entre las vocales grabadas normalmente y las invertidas, algo que opinan que deberían haber predicho teniendo en cuenta lo sutil de la diferencia entre ambos clips de sonido.
Lo insólito fue que, por el contrario, los bebés comenzaron a distinguir entre estos dos tipos de sonido apenas cinco horas después de nacer. Esto implica que, tras el nacimiento, a los bebés apenas les lleva unas horas aprender a distinguir entre sonidos del habla normales y otros ligeramente antinaturales.
Además, este proceso tenía lugar en regiones del lóbulo temporal superior y del córtex frontal, especialmente en el hemisferio izquierdo. Estas son las mismas áreas cuya activación se ha observado en adultos para el procesamiento y producción del lenguaje.
Este hallazgo, dicen, apoya la noción de que los bebés pueden beneficiarse de que se les hable desde los primeros momentos de su nacimiento; y de que la crianza comienza desde el día uno.
El mundo a partir de los sentidos
Igualmente, los investigadores creen que estos resultados aportan evidencia en favor de la teoría de la encarnación, un concepto neurocientífico que dice que nuestros pensamientos y operaciones mentales no están pre-programados ni operan misteriosamente a partir de algún código genético heredado sino que, más bien, son el producto de nuestra experiencia directa del mundo que nos rodea.
Y es es que, aunque nuestro cerebro muestra cierta predisposición a funcionar en base a su organización y función definida por el código genético, también es capaz de percibir el mundo a través de los canales sensoriales tan pronto como nace, y estas percepciones contribuyen a formar nuestras representaciones internas de los objetos del entorno.
Por ello, los autores sugieren no sólo hablar a los bebés, sino también compartir con ellos todo tipo de experiencias sensoriales del mundo tan pronto como nazcan: música, el olor de flores, objetos y vistas que nunca hayan visto. Al fomentar las experiencias más variadas, proporcionamos al cerebro del bebé nuevos caminos para crecer y desarrollarse, y probablemente más habilidades creativas para el futuro.
Fuente: 20minutos.es