No es tan simple como parece. Los colores son una de las primeras cosas que les enseñamos a los niños sobre el mundo. Les mostramos un plátano maduro y declaramos con toda la confianza que es amarillo.
Para la mayoría de nosotros no hay nada que debatir: los plátanos son amarillos. Sin embargo, el color no es algo tan objetivo como podríamos pensar; nuestro cerebro decide qué color estamos viendo, basándose en la luz que le llega a través de nuestros ojos, y hay un alto grado de variabilidad en la manera en la que vemos los colores. ¿Cómo pueden los colores engañar a nuestro cerebro? Pues de muchas maneras…
Pruebas visuales
Rojo, rosado, verde y blanco. Esos son los cuatro colores que muchos piensan que hay en esta imagen (©Brainden). Pero en realidad solo hay tres: rojo, verde y blanco.
Cuando los cuadros rojos están al lado de los verdes, el cerebro los interpreta como rojos. Cuando están al lado de los blancos, los ve como rosados.
Por otro lado, la mayoría de las personas piensan que el cuadrado A es negro y el B es blanco. Pero A y B son del mismo tono de gris en esta imagen. El cerebro se ajusta así porque los cuadros hacen parte de un patrón cuadriculado.
Para terminar con las pruebas. Si tu visión es normal, deberías poder ver el número seis. Pero si tienes el tipo de daltonismo que impide distinguir entre el rojo y el verde, te quedará difícil. Esta es una de las cartas de Ishihara, que es el examen para el daltonismo.
Los matices de la felicidad
La forma de ver los colores depende de mucho más que solo nuestros cuerpos. Nuestras emociones y hasta la época del año puede cambiar la manera en la que nuestros ojos y cerebros interpretan lo que vemos.
Al amarillo lo vemos diferente según la estación, señalan científicos de la Universidad de York, Inglaterra. En verano, ese color se ve más verdoso, mientras que en invierno, parece más rojizo.
Asimismo, cuando los árboles están llenos de hojas, nuestros ojos se adaptan. Con más verde a nuestro alrededor, nuestro cerebro tiene que recalibrar su comprensión del amarillo.
El Rey León
Investigadores en Rochester, Nueva York, notaron que sentirse triste puede afectar nuestra habilidad de identificar los colores.
En una prueba, le mostraron a los participantes muestras a las que les habían quitado casi todo el color, y luego les pidieron que identificaran qué color estaban viendo.
Al grupo que había visto la triste muerte de Mufasa en «El rey león» le resultaba más difícil ver los azules y amarillos que a los que no habían visto la película.
Los psicólogos creen que la dopamina -que controla los centros de placer y recompensa en nuestros cerebros- influye en la forma en la que distinguimos esos colores.
Aunque los colores parezcan una de las cosas más sencillas de nuestro mundo, son un misterio que los científicos están apenas empezando a desentrañar.
El frenesí por el azul y el dorado
¿Recuerdan la locura que desató la foto de un vestido que apareció en las redes sociales y luego en la prensa mundial, porque había gente que lo veía de un color y otra de otro?
Confirmó que dos personas pueden ver la misma cosa de una manera muy diferente debido a la forma en la que nuestro cerebro aborda la luz. Y es que el color que se refleja de un objeto cambia dependiendo del tipo de luz que tiene a su alrededor.
El ojo humano debe ser capaz de identificar el color de las cosas en una variedad de condiciones de iluminación: una fresa debe verse roja tanto bajo la esplendorosa luz del mediodía como al atardecer. No obstante, ocasionalmente, la fuente de luz puede ser problemática.
En el caso del famoso vestido, la iluminación era muy ambigua, carecía de puntos de referencia para ayudarnos a decidir de qué color era. Por ello, hubo quienes vieron la luz amarilla y otros, azul.
Un fenómeno
Dado que la luz siempre está cambiando, nuestros cerebros tratan de filtrar ese efecto para deducir cuál es el color principal de un objeto.
A ese fenómeno de percepción se le conoce como constancia del color: cuando las superficies parecen mantener la apariencia cromática que tendrían bajo plena luz del día, aunque la iluminación cambie. Sin embargo, la constancia del color no siempre funciona.
Si tu cerebro vio la luz que alumbraba al vestido como amarilla, entonces lo viste negro y azul; si tu cerebro interpretó la fuente de luz como azul, al vestido lo viste dorado y blanco.
Así que el factor clave en la manera en la que ves el vestido es la suposición que hace tu cerebro sobre el color de la luz que le rodea.
Colores confusos
Antes de irnos, mostramos tres colores que nos son familiares pero… ¿serán lo que parecen?
El negro científicamente, no es un color. Los objetos negros absorben la luz; los otros colores la reflejan hacia nuestros ojos.
La luz rosada no existe realmente; para crear el rosa, nuestros cerebros tienen que mezclar longitudes de onda rojas y violetas. Mientras que el blanco es una mezcla de todos los colores del espectro visible.
Fuente: BBC