Los investigadores creen que este efecto del aumento de la dopamina podría darse en otros mamíferos, incluidos los humanos
Se le imputa al emperador romano Claudio II la decapitación de San Valentín allá por el año 269. Al parecer se había saltado su ocurrencia de prohibir a los soldados más jóvenes que se casaran, encargándose él mismo de oficiar los matrimonios, porque eso les debilitaba. Casi dos mil años después, la ciencia ha hablado, y resulta que Claudio II tenía razón, por lo menos si su ejército fuera de moscas de la fruta.
Una investigación de la Universidad de Birmingham acaba de demostrar que las moscas de la fruta macho se vuelven inconscientes del peligro físico a medida que se involucran en el cortejo de la hembra, y en sus posibilidades de conseguir sexo. «La búsqueda de una recompensa codiciada hará que una mosca de la fruta macho ignore amenazas como la depredación», apuntan los investigadores.
Nada que no haya dicho la ciencia sobre el ser humano, cuya corteza frontal, responsable de las funciones ejecutivas del cerebro, como el juicio crítico, la planificación y la lógica, se inactivan cuando uno está enamorado.
En el estudio, que acaba de publicar Nature, el equipo pudo mostrar por primera vez las redes neuronales que dirigen el proceso de toma de decisiones de las moscas cuando andan con mariposas en el estómago, revelando que el neurotransmisor dopamina tiene un papel principal.
«Todos los días tomamos decisiones que requieren que valoremos entre oportunidades y riesgos, pero sabemos poco sobre lo que sucede en nuestros cerebros mientras tomamos estas decisiones. Estudiando las vías neuronales que se activan en el cerebro de las moscas de la fruta podemos saber más sobre estos procesos. Y en ellas, mientras continúan su cortejo y están cerca de aparearse, podemos ver claramente que cuando se presenta una amenaza, simplemente, no la ve», apunta la doctora Carolina Rezaval, principal investigadora del proyecto.
En su experimento, los investigadores utilizaron un microscopio de dos fotones para observar qué neuronas del cerebro de la mosca se activaban durante el cortejo. Y luego el equipo introdujo una amenaza artificial utilizando luz y sombra, que simulaba el efecto de un depredador volando cerca.
«Durante las primeras etapas del cortejo, descubrimos que la presencia de una amenaza activaba ciertas neuronas visuales en el cerebro que interferían con las neuronas controladas por la serotonina. Esto impulsaba a las moscas a abandonar su cortejo y escapar de la amenaza. Sin embargo, a medida que avanza el cortejo, el aumento de dopamina bloqueaba vías sensoriales clave, lo que reducía la capacidad de la mosca para responder a las amenazas porque se estaba concentrando en el apareamiento», señala la doctora Laurie Cazale-Debat, de la Universidad de Birmingham.
El bloqueo se produce porque la mosca debe decidir qué es lo más importante, y para eso necesita una dopamina que está entretenida valorando las probabilidades de éxito que tendrá con la hembra: «Este tipo de motivación se puede observar constantemente entre los seres humanos. Imaginemos que estamos escalando una montaña y estamos cerca de la cumbre», explica la doctora Lisa Scheunemann, de la Universidad de Berlín, y colaboradora clave del estudio. «Si el clima cambia y las condiciones se vuelven peligrosas, es posible que ignoremos esa amenaza porque estamos muy cerca de nuestro objetivo».
El estudio demuestra que a medida que avanza el cortejo, la dopamina aumenta, actuando como un filtro sensorial que bloquea las distracciones y ayuda al animal a concentrarse en la tarea en cuestión cuando está cerca de su objetivo. «Estamos entusiasmados por explorar si este es un mecanismo general de toma de decisiones que también está presente en los mamíferos, incluidos los humanos», apunta Rezaval.
Fuente: elmundo.es