Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, han descubierto que las células de cáncer de mama pueden alterar la función de las células inmunes conocidas como células asesinas naturales (NK) para que, en lugar de matarlas, faciliten su propagación a otras partes del cuerpo.
El estudio, que se publica en el ‘Journal of Cell Biology’ (JCB), sugiere que prevenir esta reprogramación podría evitar que el cáncer de mama haga metástasis a otros tejidos, una de las principales causas de muerte en estas pacientes.
Las células de cáncer de mama se propagan a otras partes del cuerpo al invadir el tejido mamario sano y circundante hasta que alcanzan el torrente sanguíneo, lo que puede llevarlas a otros tejidos donde pueden formar nuevos tumores metastásicos. Las células NK son glóbulos blancos que pueden reconocer y matar las células cancerosas a medida que se propagan por el cuerpo.
“Las células de cáncer de mama deben superar la vigilancia de las células NK para formar metástasis a distancia –explica Andrew Ewald, profesor de Biología Celular en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y codirector del Programa de Invasión y Metástasis del Cáncer en el Cáncer Integral Sidney Kimmel Centrar–. Sin embargo, no entendemos completamente cómo las células de cáncer de mama escapan de la inmunovigilancia mediada por células NK durante su tránsito a través de la circulación y la siembra inicial de órganos distantes”.
Aunque las células de cáncer de mama con metástasis son inicialmente vulnerables a las células NK, rápidamente pueden alterar el comportamiento de sus posibles asesinos, reprogramando para que realmente promuevan las etapas posteriores de metástasis, descubrieron Ewald y sus colegas.
Utilizando varios ensayos nuevos para modelar la metástasis en el laboratorio, así como experimentos en ratones, los investigadores descubrieron que, después de encontrar células tumorales, las células NK humanas y de ratón pierden la capacidad de restringir la invasión tumoral y, en cambio, ayudan a las células cancerosas a formar nuevos tumores.
Las células NK expuestas a tumores experimentan cambios drásticos, activando y desactivando miles de genes y expresando diferentes proteínas receptoras en su superficie. Ewald y sus colegas descubrieron que los anticuerpos dirigidos a dos proteínas receptoras clave en la superficie de las células NK, llamadas TIGIT y KLRG1, evitaban que las células NK ayudaran a las células de cáncer de seno a sembrar nuevos tumores.
Los medicamentos decitabina y azacitidina tuvieron efectos similares, probablemente porque evitan cambios a gran escala en la actividad genética al inhibir las enzimas conocidas como metiltransferasas de ADN.
Los investigadores encontraron que la combinación del tratamiento con decitabina o azacitidina con anticuerpos anti-TIGIT o anti-KLRG1 fue particularmente eficaz para evitar que las células NK mejoren el potencial metastásico de las células de cáncer de mama.
“Los efectos sinérgicos de los inhibidores de la metiltransferasa del ADN con anticuerpos bloqueadores de los receptores sugieren una estrategia clínica viable para reactivar las células NK expuestas a tumores para atacar y eliminar las metástasis de cáncer de mama”, señala Isaac Chan, investigador de Oncología Médica en el laboratorio de Ewald y autor principal del estudio.
“En combinación con nuestra observación de que las células NK son abundantes en la respuesta temprana a las células de cáncer de mama diseminadas, nuestros datos proporcionan una justificación preclínica para el concepto de inmunoterapias dirigidas a células NK en el contexto adyuvante para pacientes con cáncer de mama con alto riesgo de recurrencia metastásica”, apostilla Ewald.
Fuente: infosalus.com