Un fenómeno físico descubierto por accidente en 1934 sigue desafiando a los científicos que buscan explicar cómo estas esferas de aire emiten destellos luminosos
En 1934, mientras estudiaban el sonar en la Universidad de Colonia, los científicos se toparon con algo extraordinario: burbujas que emitían destellos de luz en un baño de agua sometido a ondas ultrasónicas. Este fenómeno permaneció sin estudiar hasta 1991, cuando los investigadores lograron atrapar una burbuja en el centro de un matraz y observaron un punto luminoso verdoso del tamaño de la punta de un alfiler.
Lo más fascinante es que estas burbujas pueden alcanzar temperaturas de hasta 25.000 Kelvin, casi cuatro veces más calientes que la superficie del Sol. La potencia de estas burbujas es tan impresionante que pueden dañar las hélices de los barcos ejerciendo fuerzas superiores a 7 kilogramos por centímetro cuadrado, según detalla un estudio publicado en Research Gate.
Los científicos debaten entre explicaciones térmicas, cuánticas y hasta fusión nuclear
El poder destructivo de las burbujas no se limita solo a las hélices de los barcos. Esta fuerza también fue aprovechada por antiguas civilizaciones como los aztecas, quienes utilizaban silbatos que generaban burbujas de cavitación para crear sonidos aterradores en el campo de batalla.
Las teorías sobre el origen de esta luz son diversas. Algunos científicos sugieren que se debe a la radiación del cuerpo negro por las altas temperaturas, mientras que otros apuntan a la ionización de gases inertes. La explicación más reciente proviene de investigadores de la Universidad de Ottawa, que proponen un origen cuántico basado en la observación de fotones entrelazados.
Esta investigación sobre las burbujas luminiscentes podría tener aplicaciones sorprendentes en el futuro. De hecho, el estudio de fenómenos similares ya está dando resultados en otros campos, como el desarrollo de nuevas tecnologías para la detección de minas terrestres, según revela un reciente avance científico.
La naturaleza cuántica del fenómeno podría revolucionar la forma en que generamos partículas entrelazadas. Los científicos creen que este método podría ser más económico y accesible que las técnicas actuales, aunque todavía necesitan más investigación para comprender completamente el mecanismo detrás de estas misteriosas burbujas luminosas.
Curiosamente, la naturaleza se nos adelantó en este descubrimiento. La gamba mantis ya utilizaba este fenómeno mucho antes que nosotros, capaz de mover sus pinzas tan rápidamente que genera burbujas de cavitación que emiten luz, demostrando una vez más que la naturaleza guarda secretos que apenas comenzamos a comprender.
Fuente: lavanguardia.com