Los fertilizantes nitrogenados sintéticos impulsan la producción agrícola, pero usados en exceso, contaminan el medio ambiente y sus precios están por las nubes
Investigadores y oenegés consideran a la orina humana como una alternativa a los fertilizantes químicos, para reducir la contaminación ambiental y alimentar a una población en crecimiento.
Los fertilizantes nitrogenados sintéticos impulsan la producción agrícola. Pero usados en exceso, contaminan el medio ambiente. Y sus precios están por las nubes, más aún con la guerra en Ucrania.
¿Con qué remplazarlos? Con la orina, responden investigadores, incluyendo Fabien Esculier, que reflexiona en una revisión de los sistemas alimentarios, para hacerlos más sostenibles.
Para crecer, “las plantas necesitan nutrientes, nitrógeno, fósforo y potasio”, explica el ingeniero y coordinador del programa de investigación Ocapi (Optimización de los ciclos de carbono, nitrógeno y fósforo en la ciudad) en Francia.
Cuando comemos, ingerimos estos nutrientes antes de “excretarlos, principalmente a través de la orina”, agrega. Durante mucho tiempo, se utilizaron los excrementos urbanos en los campos agrícolas, antes de ser remplazados por fertilizantes químicos.
Pero cuando estos nutrientes se liberan en cantidades demasiado grandes en los ríos, favorecen, por ejemplo, la multiplicación de las algas verdes, y representan “una de las principales fuentes de contaminación por sustancias nutrientes”, subraya Julia Cavicchi, del Rich Earth Institute, con sede en Estados Unidos.
Superar ideas preconcebidas
Separar y recolectar la orina requiere cambiar los sanitarios, la red de recolección y superar ciertas ideas preconcebidas.
La desviación de la orina en los baños ya fue experimentada en ciudades ecológicas suecas a inicios de los años 1990, y posteriormente en Suiza y Alemania. También se están realizando pruebas en Estados Unidos, Sudáfrica, México, India y Etiopía.
“Introducir innovaciones ecológicas lleva tiempo, especialmente una innovación radical como la separación de la orina”, dice Tove Larsen, investigadora de la Escuela Federal Suiza de Ciencia y Tecnología del Agua (Eawag).
Las primeras generaciones de inodoros con desviación de orina, considerados poco prácticos y antiestéticos, o el miedo a los malos olores podrían haber sido un freno, explica. Un nuevo modelo desarrollado por la empresa suiza Laufen con Eawag debería resolver estas dificultades, espera la investigadora.
“Hay que superar ciertos obstáculos”, comenta Marine Legrand, antropóloga y miembro de la red Ocapi.
Pero, ¿la gente está lista para comer alimentos fertilizados con orina? Un estudio muestra marcadas diferencias entre países. La tasa de aceptación es muy alta en China, Francia o Uganda, pero baja en Portugal o Jordania.
“Este tema toca a lo íntimo”, analiza Ghislain Mercier, de Métropole Aménagement, que está desarrollando un ecobarrio en París con 600 viviendas y comercios. Allí se recogerá la orina para fertilizar los espacios verdes parisinos.
Reorganizar
Según él, hay un importante potencial en las oficinas, en las viviendas no conectadas a la red de drenaje y en los barrios marginales sin instalaciones sanitarias.
Sin embargo, es necesario conseguir el apoyo de los habitantes, repensar las canalizaciones y enfrentarse a una legislación inadecuada.
Una vez recolectada, la orina debe transportarse a los campos, lo cual es costoso. Diversas técnicas permiten reducir su volumen y concentrar, o incluso deshidratar, la urea. Rich Earth Institute está desarrollando soluciones técnicas para que la distribución de este fertilizante sea fácil y económica para los agricultores.
Dado que la orina no es un vector importante de enfermedades, no requiere un procesamiento pesado para su uso en la agricultura. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dejarla reposar. También es posible pasteurizarla.
La orina todavía está luchando por imponerse como una alternativa a los fertilizantes sintéticos. Pero con los precios de la gasolina en alza y el deseo de muchos países de fortalecer su soberanía alimentaria, en relación con la guerra en Ucrania, “las restricciones económicas nos alcanzarán más rápido de lo que hubiéramos pensado y harán que el tema sea más audible”, comenta Ghislain Mercier.
Fuente: rpp.pe