Con su audaz experimento no solo demostró la verdadera naturaleza de esta gema, sino que también abrió el camino para un conocimiento más profundo de la química y la conservación de la materia.
A lo largo de la historia, ha habido experimentos que han dejado huella indeleble en el mundo de la ciencia, y uno de ellos es la fascinante odisea de Lavoisier en el campo de la química. Durante el siglo XVIII, la química aún no se consideraba una ciencia definida, las teorías sobre la composición de la materia eran diversas, y una de las más destacadas era la del flogisto.
Según esta idea, todos los materiales combustibles contenían un elemento similar al fuego llamado flogisto, que se liberaba cuando se quemaban y era absorbido por el aire circundante. En este contexto, nació el experimento de Antoine Laurent Lavoisier.
Lavoisier, conocido como el padre de la química moderna, tenía ideas revolucionarias y menos arcaicas que sus contemporáneos. A través de experimentos en los que quemaba azufre y fósforo, observó que ambos ganaban peso después de la combustión.
Al final, esta observación lo llevó a creer que estos elementos se combinaban con el aire para quemarse, en contraposición a la teoría del flogisto.
El experimento que puso en duda la teoría del flogisto
El químico hizo varios experimentos notables, uno de ellos fue donde mencionó el realizado por el filósofo inglés Joseph Priestley, en el cual calentó óxido de mercúrico rojo y obtuvo un gas incoloro que llamó aire desflogístico.
Posteriormente, Lavoisier demostró que este gas era en realidad oxígeno, un descubrimiento crucial para la comprensión de la química de los procesos de combustión. Sin embargo, quizás uno de los eventos más importantes en la vida de este científico fue cuando intento quemar un diamante.
En ese tiempo, se pensaba que los diamantes eran sustancias únicas, sin relación con materiales como el carbón y el grafito. Pero Lavoisier, que estaba sumamente interesado en descomponer los materiales a su forma más básica, tomó un diamante y lo colocó en un frasco cerrado lleno de oxígeno.
Utilizó una lupa gigante para enfocar los rayos del sol y desafiar la resistencia del diamante. Sorprendentemente, la pieza ardió, y al final el experimento contradecía la teoría del flogisto, ya que los diamantes deberían haber ardido en todo tipo de aire si el elemento ardiente estuviera contenido dentro del diamante y el aire (oxígeno) no formara parte del proceso.
Lavoisier demostró que, en realidad, los diamantes estaban hechos de carbono, un descubrimiento fundamental que cambio completamente el panorama. Además, reveló que la materia no se crea ni se destruye en reacciones químicas, sino que se conserva.
Esto significa que el peso del frasco y su contenido seguía siendo el mismo después de que el diamante se consumiera en llamas. La observación reforzó la noción de la conservación de la materia, un principio fundamental en la química moderna.
Fuente: computerhoy.com