Gordon Cooper, uno de los «Mercury Seven» (los primeros astronautas de la NASA), viajó al espacio el 15 de mayo de 1963, con la misión de encontrar potenciales sitios para lanzamientos de armas nucleares. Pero durante sus 34 horas en órbita, los instrumentales a bordo de la nave y su privilegiada visión le permitieron encontrar locaciones que potencialmente podrían pertenecer a tesoros sumergidos en el mar. Hoy, más de 50 años después, su teoría está siendo comprobada.
La historia dice que el instrumental de Cooper detectó anomalías en la Tierra que eran muy pequeñas para corresponder a armas nucleares y que por su locación, coincidían con las rutas usadas por los antiguos comerciantes españoles, a lo largo del Atlántico. El astronauta habría anotado esa información y al llegar a la Tierra, tras 22 vueltas alrededor del planeta, no la compartió con nadie.
Durante décadas, Cooper investigó los datos hasta armar un «mapa del tesoro», que revelaría las ubicaciones de estos puntos. Y finalmente lo compartió, poco antes de su muerte en 2004, con Darrell Miklos, un explorador profesional y amigo cercano del astronauta.
Miklos decidió investigar los lugares, pero distintos problemas (desde la crisis económica de 2008 hasta las preocupaciones de su familia años después) hicieron que la exploración fuera atrasada hasta ahora, cuando el trabajo está siendo capturado en un programa de televisión, llamado «Cooper’s Treasures» («Los Tesoros de Cooper»), que debuta esta noche en la señal estadounidense del canal Discovery.
«Realmente, no hay nadad de esta historia que no sea verdad», declaró Miklos al portal Nerdist.
El trabajo de Cooper, apoyado por el propio Miklos antes de la muerte del astronauta debido a un ataque cardiaco y afectado por Parkinson, ha dado resultados. El explorador asegura que hasta ahora han revisado cinco de los sitios descritos por Gordon Cooper y en todos han encontrado restos de barcos, sin confirmar si se han encontrado «tesoros» también.
«Parte del material que Gordon identificó desde el espacio, hay una posibilidad de que desde 1963, alguien se haya topado con estos sitios de naufragio o haya hecho una investigación histórica, ya que este negocio (de la caza de tesoros) se empezó a volver popular en los 70 y 80. Pero los riesgos valen la pena», declaró el explorador, agregando que quedan más de cien locaciones por explorar, por lo que es probable que sean compartidos con otros expertos.
Fuente: Emol.com