‘Son mi familia y mis amigos, no puedo vivir sin ellos’, afirma el joven con trastorno de identidad disociativa
Levantarse de la cama y no saber cómo va a transcurrir la jornada es algo que entra dentro de lo normal. Contratiempos, cambios de agenda de última hora, estados de ánimo que inducen a afrontar la mañana con motivación, o días que se prevén tan largos que cuesta imaginarse su final. Nada de esto es comparable con las vicisitudes a las que se enfrenta Leonard Stöckl, un alemán de 22 años diagnosticado con un trastorno de identidad disociativo con hasta 10 personalidades.
Todas ellas pueden apropiarse de su cuerpo desde hace algo más de un año cuando, como señala Oddity Central, era incapaz de concentrarse y estudiar por problemas asociados a la memoria. Aparecen aleatoriamente, sin previo aviso. El comportamiento de la enfermedad no es fácilmente previsible, y eso provoca que sea tan arduo de controlar. Cada día es diferente.
Este desorden mental afecta de un modo similar pero único a cada huésped que lo porta; según David Spiegel, médico y profesor en la Universidad de Stanford, entre los síntomas más característicos se hallan una pérdida temporal de la memoria y de la ubicación del espacio, el olvido de habilidades aprendidas o el descubrimiento de cosas que han realizado pero que no recuerdan.
Las personalidades con las que convive el joven germano son: Kovu de 4 años; Hektor de 8; Ana de 16; Cosmo de 17; Ash de 18; Jessy de 19; Leo de 21; Billy de 23; Liv de 24 y Red de 26. Cada uno con deseos y hábitos de proceder y sentir dispares. Algunos cuyas acciones son más peligrosas y otros con los que se puede lidiar mejor.
El estudio sistemático favorece el entendimiento
Para conocer mejor el funcionamiento de su cuerpo, la terapeuta de Leonard le aconsejó grabarse de cuando en cuando para observar cómo se producen los cambios de estados y si son reconocibles aparentemente. Y así fue, mientras iba conduciendo, Billy, uno de sus “protectores” se adueñó de él. Su rostro tornó de pronto calmado y concentrado. Sin embargo, en un momento de tranquilidad, tumbado en la cama, no puede evitar sufrir un ataque de epilepsia causado por la irrupción de otro de los “amigos” -como los llama-, con los que sale y entra de casa.
Con el sueño de escapar de su trastorno
En un tono esperanzador, advierte que cabe la posibilidad de que su enfermedad desaparezca y cambie de anfitrión. Además, en el caso de padecerla, se puede aspirar a llevar una vida más o menos normal: ir a la escuela y demás actividades cotidianas no están completamente fuera del alcance de la gente, aunque el desempeño de un trabajo, en su caso, es inviable. Por suerte para él, la relación forjada con su novio Massimo, que comprende su situación, ha sabido superar las adversidades.
Fuente: 20minutos.es