Tener un déjà vu es una de las experiencias más comunes y a la vez más extrañas que podemos experimentar los seres humanos. De pronto, en medio de una situación completamente nueva, te invade una certeza absoluta: esto ya lo has vivido. No es un recuerdo nítido, sino una sensación, es una sensación de familiaridad tan intensa como fugaz que desconcierta a nuestro cerebro por completo y que, durante unos segundos, parece suspender las leyes del tiempo y la lógica. Es una punzada de reconocimiento que nos deja preguntándonos si somos capaces de ver el futuro o si, simplemente, nuestra mente nos está jugando una mala pasada.
Pero, ¿y si te dijera que esa extraña certeza no tiene nada de paranormal y sí mucho de neurociencia? Durante décadas, este fenómeno ha alimentado todo tipo de teorías, desde las vidas pasadas hasta las premoniciones. Sin embargo, los científicos llevan años investigando los mecanismos que se esconden detrás de lo que conocemos como déjà vu, y sus conclusiones son fascinantes. Lejos de ser un portal a otra dimensión, la ciencia cree que este fenómeno es en realidad un pequeño error de procesamiento en el cerebro, una especie de ‘glitch’ o desajuste temporal en el complejo sistema de nuestra memoria. Una trampa que nos tiende nuestra propia mente.
- esa sensación que todos hemos sentido alguna vez
Imagina la escena. Estás charlando con amigos en una terraza que nunca antes habías pisado, cuando de repente, el déjà vu te golpea con la fuerza de una revelación. Por un instante, todo encaja de una forma imposible: la risa de tu amigo, la forma en que el camarero deja las bebidas en la mesa, la melodía que suena de fondo. No sabes cómo ni por qué, pero jurarías que has estado en ese preciso instante antes. Es entonces cuando la conversación, los gestos y hasta la luz del sol parecen una repetición exacta de un momento pasado que, sin embargo, sabes que no existe en tus recuerdos reales. Es un fallo en la memoria fascinante.
Lo más desconcertante de esta experiencia es la dualidad que genera en nuestro cerebro. Por un lado, una parte de ti siente con una convicción arrolladora que la escena es familiar. Por otro lado, tu lado racional sabe perfectamente que es la primera vez que ocurre. Esta colisión entre la sensación de familiaridad y la conciencia de la novedad es lo que define al fenómeno. De hecho, esta anomalía de la percepción temporal nos hace cuestionar por un instante la propia realidad, dejándonos una mezcla de asombro y confusión que se desvanece tan rápido como llegó. Esta sensación de familiaridad inexplicable es lo que la ciencia ha querido desentrañar.
- ni vidas pasadas ni premoniciones: el secreto está en tu cabeza
Durante mucho tiempo, la explicación más socorrida para el déjà vu se movía en el terreno de lo esotérico. Se hablaba de ecos de vidas anteriores, de breves vistazos al futuro o incluso de realidades paralelas que se cruzaban por un instante. Estas ideas, aunque poéticas, carecen de cualquier evidencia científica. La realidad, según los neurólogos, es mucho más terrenal pero no por ello menos sorprendente. Lo que experimentas no es un recuerdo del pasado ni una visión del futuro, sino un espejismo mental. La clave no está fuera, sino dentro, en la compleja maquinaria de nuestro cerebro y su forma de archivar la información.
La investigación moderna ha descartado por completo estas interpretaciones paranormales, centrándose en el funcionamiento del lóbulo temporal, el área del cerebro responsable de la memoria y el reconocimiento. Lo que ocurre durante esa extraña experiencia de lo ya vivido es, en esencia, un conflicto interno. Los científicos sugieren que el cerebro etiqueta erróneamente una experiencia nueva como si fuera un recuerdo antiguo, creando esa disonancia tan característica. No estás recordando el futuro, tu cerebro simplemente está cometiendo un pequeño y fugaz error de archivado, una curiosa trampa del cerebro que nos coge por sorpresa.
- el ‘cortocircuito’ cerebral que lo explica todo
Entonces, ¿cuál es la explicación científica más aceptada? La teoría principal apunta a un brevísimo retraso en la transmisión de información dentro del cerebro. Cuando percibimos algo, la información viaja por distintas vías neuronales para ser procesada. La hipótesis del «doble procesamiento» sugiere que, en ocasiones, una de esas vías se ralentiza una fracción de segundo. Así, la misma información llega a nuestro centro de la conciencia dos veces con un desfase mínimo. La primera vez la registramos como una percepción nueva, y la segunda, que llega milisegundos después, el cerebro la interpreta por error como si fuera un recuerdo que ya teníamos almacenado, provocando el déjà vu.
Este pequeño cortocircuito cerebral es totalmente inofensivo y explica perfectamente la naturaleza dual del fenómeno. El cerebro, al recibir esa segunda señal duplicada, la procesa a través del hipocampo, la estructura encargada de la memoria a largo plazo. Al mismo tiempo, otras áreas cerebrales, como la corteza prefrontal, encargada del pensamiento racional, detectan que algo no cuadra. Se da cuenta de que no hay un recuerdo real que coincida con esa sensación de familiaridad. Este conflicto interno es lo que genera esa sensación de extrañeza tan particular del déjà vu y esa falsa percepción del recuerdo.
- el cerebro joven y cansado: ¿quiénes son más propensos?
Curiosamente, el déjà vu no nos afecta a todos por igual. Las estadísticas muestran que es un fenómeno mucho más frecuente en la juventud, especialmente entre los 15 y los 25 años, y su incidencia tiende a disminuir a medida que envejecemos. Esto podría deberse a que el cerebro joven todavía está en pleno desarrollo, con conexiones neuronales que se están consolidando, lo que lo haría más susceptible a estos pequeños desajustes temporales. De hecho, se cree que un cerebro más activo y en constante aprendizaje es más propenso a experimentar estos fallos de procesamiento, como si fuera una consecuencia natural de su propia plasticidad.
Otros factores como el estrés, la fatiga o la falta de sueño también parecen jugar un papel importante. Un cerebro cansado es un cerebro menos eficiente, y sus sistemas de procesamiento de la información pueden volverse un poco más lentos o imprecisos. Es en esos momentos de agotamiento mental cuando somos más vulnerables a que se produzca ese mínimo retraso en la transmisión de señales que origina el déjà vu. Por lo tanto, no es de extrañar que esta experiencia aparezca con más frecuencia en épocas de exámenes o de alta carga de trabajo, cuando nuestra mente está sometida a una mayor presión y necesita un descanso.
- un fenómeno normal que no debe preocuparte (casi nunca)
En la inmensa mayoría de los casos, tener un déjà vu es una experiencia completamente normal y benigna. Se calcula que alrededor de dos tercios de la población lo ha sentido al menos una vez en la vida. Es, sencillamente, una peculiaridad del funcionamiento de un cerebro sano. Lejos de ser un síntoma de algún problema, muchos neurólogos lo consideran una señal positiva: demuestra que tu sistema de verificación de la memoria está funcionando correctamente. Tu cerebro es capaz de detectar la discrepancia entre una falsa sensación de familiaridad y la ausencia de un recuerdo real, lo que indica que tus mecanismos de control están alerta.
Sin embargo, y aunque es muy poco frecuente, sí hay que prestar atención si los episodios de déjà vu se vuelven extremadamente recurrentes, duran más de unos segundos o van acompañados de otros síntomas como pérdida de conciencia, confusión prolongada o sensaciones oníricas. En estos casos muy concretos, podrían ser un indicio de una actividad neuronal anómala como la que se da en ciertos tipos de epilepsia del lóbulo temporal. Pero para la inmensa mayoría, este fenómeno de la memoria no es más que una fascinante ventana a los complejos y a veces caprichosos procesos de nuestra mente. Una firma única de cómo nuestro cerebro construye la realidad.
Fuente: que.es