La restauración de la máscara del gobernante maya Pakal, formada por un mosaico de 349 fragmentos de piedra verde con ojos de concha e iris de obsidiana, fue realizada con ciencia y (mucha) paciencia. La restauradora Laura Filloy Nadal repasa lo sucedido con esta pieza emblemática, desde su hallazgo hasta el momento de su exhibición
El hallazgo de la tumba del rey Pakal es uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la arqueología prehispánica. Fue un 15 de junio de 1952 cuando un equipo de arqueólogos, encabezados por Alberto Ruz L’huillier, se internó en el Templo de las Inscripciones de Palenque para encontrarse con el que es considerado como el más extraordinario ejemplo de arquitectura funeraria del área maya en el periodo Clásico: la Tumba de K’inich Janaab’ Pakal.
Era un verano ardiente, pero bajo tierra, en un misterioso pasadizo del templo maya, el arqueólogo Alberto Ruz y sus acompañantes sentían que estaban en el ártico. Habían trabajado por más de tres años en un estrecho, frío y húmedo túnel. Hasta que hallaron una gran cámara mortuoria que contenía un sarcófago con una base hueca en forma de pez donde descansaban los restos del gobernante, quien portaba en la cara pequeños fragmentos de jade a modo de mascar y joyas que evidenciaban su estatus noble. Arriba del sarcófago se encuentra una gran lápida esculpida que narra la vida de Pakal, sus ancestros y su papel como intermediario entre los hombres y los dioses.
También se encontró un rico ajuar funerario, ofrendas y los relieves de los Nueve Señores de la Noche que flanqueaban la tumba de Pakal el Grande, quien gobernó Palenque entre los años 615 y 683, época en la que convirtió a esta ciudad en la más importante de finales del periodo Clásico.
Tuvieron que pasar unas dos décadas para que los expertos descifraran que era la tumba de Pakal, su importancia en el mundo maya y la trascendencia del hallazgo de Ruz. Encontrar fuera de Egipto otro templo que también tuviera un conducto secreto y que llevara a una tumba llamó la atención en todo el mundo.
La ciencia y paciencia detrás de la restauración de la máscara de Pakal
“Este trabajo marcó un hito en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), porque dio pie a que se revisaran sus acervos, el cómo estaban montadas las máscaras mayas y se replanteará cómo debían de armarse”, destacó la restauradora Laura Filloy Nadal, quien encabezó el proceso de restauración de la máscara funeraria del gobernante maya, K’inich Janaab’ Pakal.
“Hoy sabemos que la máscara perteneció a un gobernante específico, enterrado en esa pirámide, cuyo nombre es K’nich Janaab Pakal; las inscripciones indican que nació el 23 de marzo de 603 d.C., y que comenzó su reinado, el cual fue largo, alrededor del año 615 d.C., y también que murió bastante mayor, en 683 d.C.”, relató Filloy Nadal. La máscara había salido pocas veces de la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología (MNA), y al revisarla se notó que tuvo modificaciones a lo largo del tiempo y restaurada en diversas ocasiones, ese fue el punto para comenzar a replantear cómo se debía intervenir, puntualizó la especialista.
Debajo de las teselas aparecieron diversos materiales, como capas de espuma de poliuretano, plastilina y pastas de colores ocre, rojo y amarillo, que fueron utilizadas para fijar las piezas de jade que constituyen la máscara. “Teníamos diapositivas e información de cuando Ruz, en 1952, registró la máscara, y pudimos ver que originalmente había estuco –mezcla de argamasa, de cal y de arena–, el cual fue utilizado, quizá, para pegar las teselas”, abundó.
La restauración de la pieza requirió el trabajo colaborativo de distintos especialistas, no solo de restauradores, sino de expertos en distintas ramas de la antropología, para sustentar teóricamente la transformación de la pieza. La labor, que compartió con la restauradora Sofía Martínez del Campo, había diapositivas realizadas por el equipo de Ruz, así como también imágenes de un primer montaje, hecho por el artista plástico Alberto García Maldonado.
En noviembre de 2001, en San Ildefonso ,se presentó un montaje provisional cerámico y, una vez terminada la exposición, cuando la máscara regresó al MNA, se hizo el montaje en resina acrílica, el cual permanece hasta hoy. En ese momento, el equipo de museógrafos, encabezados por Patricia Real, determinó realizar un montaje en la Sala Maya del MNA sobre el entierro de Pakal, con el fin de contar esa historia a las y los visitantes.
“En aquel entonces, decidimos que sería interesante que el público pudiera ver ese último momento, esa colocación cuidadosa del cuerpo del gobernante, en el periodo Clásico Maya (250-1000 d.C.), con cada una de estas partes del ajuar de jade que le fue colocado”, anotó la restauradora.
Finalmente, ante la audiencia remota de diversos lugares del país, como Coahuila, Morelos, Nuevo León, Guerrero, Aguascalientes y Querétaro, Filloy Nadal invitó a leer Misterios de un rostro maya. La máscara funeraria de K’inich Janaab’ Pakal, obra coordinada por ella; además, adelantó que está en imprenta su libro Pakal El Grande. Soberano maya de Palenque, editado por el Fondo de Cultura Económica.
Fuente: es.wired.com