Un estimado de fines de 2007 señalaba que el oro que hasta entonces había sido extraído por el hombre (desde los 2.000 años antes de Cristo, en Egipto) alcanzaba para llenar apenas 3,2 piscinas olímpicas. Con el lugar preponderante que el dorado metal ocupa en la economía global, parece poco.
Y es que su rareza es, precisamente, parte de su valía, la misma que llevó a los antiguos a tomar como referencia al oro para ponerle precio a las cosas. No es el metal más raro en la Tierra, pera su mediana rareza fue la medida perfecta para que sirviera como punto de referencia.
Y a todo esto, ¿de dónde viene?
Un grupo internacional de científicos, liderado por la Universidad de Granada (UGR), ha arrojado nueva luz sobre el origen del oro, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Nature Communications.
El oro llegó a la superficie de la Tierra desde las regiones más profundas de nuestro planeta cuando aún este estaba en formación, por lo que los movimientos propios de dicho proceso habrían causado su ascenso a la superficie y su concentración en determinados depósitos.
Los investigadores han encontrado evidencia de dicho proceso en la Patagonia argentina, que además representa el primer registro de oro encontrado en el continente sudamericano, específicamente a una profundidad de 70 kilómetros.
José María González Jiménez, investigador Ramón y Cajal del Departamento de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Granada, precisa que “los minerales que extraemos y que sustentan nuestra economía están ubicados en la corteza. Y, aunque somos expertos en aprovecharlos, todavía sabemos muy poco sobre su verdadero origen. La búsqueda del oro ha motivado migraciones, expediciones e incluso guerras, pero su origen es una de las principales preguntas en el campo de la génesis de depósitos minerales”.
El manto es la capa que separa el núcleo de la corteza en la que todos vivimos, y su límite superior se encuentra a unos 17 kilómetros bajo los océanos y 70 kilómetros bajo los continentes. Claro, a estas profundidades aún no llegamos y de hecho, el hueco más profundo que ha cavado el hombre todavía está lejos de este punto.
Sin embargo, el manto se nos acerca con las erupciones volcánicas, que traen consigo pequeños fragmentos, o ‘xenolitos’, desde el manto bajo los continentes hasta la superficie. En los xenolitos los investigadores han encontrado pequeñas partículas de oro nativas, cuyo espesor es el de un cabello humano y cuyo origen es el manto profundo.
Las altas concentraciones de oro en la corteza de la región del Macizo del Deseado en la Patagonia argentina hicieron que este equipo volteara hacia allí su mirada para intentar responder cómo es que la profundidad del oro se relaciona con su origen y la forma en que está distribuido en el planeta.
Su hipótesis es que el manto bajo esa región es único: tiene una tendencia a generar depósitos de oro en la superficie debido a su historia. “Dicha historia se remonta a 200 millones de años, cuando África y América del Sur formaban parte del mismo continente -dice González Jiménez-. Su separación fue causada, entre otros factores, por el ascenso de una ‘pluma del manto’ desde el manto profundo, que rompió la corteza (mucho más fina y frágil) y provocó la separación de los dos continentes. El ascenso de dicha pluma de manto profundo generó una verdadera fábrica química que enriqueció el manto con metales, que luego generarían las condiciones para la creación de depósitos de oro. Esta vez el proceso fue causado por el movimiento de una placa tectónica debajo de otra, permitiendo la circulación de fluidos ricos en metales a través de las grietas, que precipitaron los metales y los concentraron cerca de la superficie”.
Esta nueva evidencia científica podría replantear los métodos de detección de vetas auríferas y enfocar más bien en el estudio de las profundidades del manto, antes que en la exploración de la corteza.
Fuente: Nature Communications