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James Peebles, el Nobel de Física que cree que el nombre de la Teoría del Big Bang está equivocado

James Peebles, el Nobel de Física que cree que el nombre de la Teoría del Big Bang está equivocado

Intimidante. Así puede llegar a ser preparar una entrevista con un Nobel de Física y mucho más si se trata del científico cuyo trabajo teórico ha sido fundamental para nuestra comprensión del universo.

Leí varios de sus planteamientos, vi algunas de sus presentaciones, me sumergí en otras entrevistas con él y en artículos que expertos han escrito sobre sus aportes, pero la sensación no cambiaba.

Y cuando te contesta el teléfono, te empiezan a consumir las dudas: ¿serán las preguntas correctas? Hasta llegas a pensar en la conveniencia de un agujero negro en ese preciso momento.

Pero inmediatamente escuchas una voz amable y después, a lo largo de la conversación, descubres una gran disposición a escuchar y a responder. Te encuentras con una actitud humilde.

La noticia de que James Peebles había ganado el Nobel de 2019 fue recibida con beneplácito por la comunidad científica.

La revista Science lo calificó de «arquitecto de la cosmología moderna» y destacó su capacidad para «predecir los ingredientes básicos del universo».

James Geach, profesor de Astrofísica de la Universidad de Hertfordshire, lo llamó «maestro del universo».

El «sector oscuro»

En 2019, la Real Academia de las Ciencias de Suecia también le concedió el Nobel de Física a los suizos Michel Mayor y Didier Queloz por su «descubrimiento de un exoplaneta que orbita alrededor de una estrella similar al Sol».

En el caso de Peebles, el comité resaltó cómo ayudó a transformar la cosmología «de la especulación a la ciencia».

«Sus trabajos teóricos, desarrollados desde mediados de los años 60, son las bases de nuestras ideas contemporáneas sobre el universo».

La organización recordaba que el modelo del Big Bang describe el universo desde sus primeras etapas, hace casi 14.000 millones de años, cuando era extremadamente caliente y denso.

«Apenas 400.000 años después del Big Bang, el universo se volvió transparente y los rayos de luz pudieron viajar a través del espacio. Incluso hoy en día, esta radiación antigua nos rodea y, codificada en ella, se esconden muchos de los secretos del universo».

El científico canadiense interpretó, con sus herramientas y cálculos teóricos, «estos rastros de la infancia del universo» y develó «nuevos procesos físicos».

«Los resultados nos mostraron un universo en el que solo se conoce el 5% de su contenido, la materia que constituye las estrellas, los planetas, los árboles y nosotros. El resto, el 95%, es materia oscura y energía oscura desconocidas».

Es así como Peebles, explica Geach en The Conversation, ayudó a «introducir el ‘sector oscuro’ en nuestro modelo del universo, convirtiéndose en un pionero de (lo que ahora se llama) el modelo cosmológico estándar».

Con una tiza y un helado

Los planteamientos teóricos de Peebles han demostrado ser «proféticos», señalan Adrian Cho y Daniel Clery en Science:

«Para empezar, en 1965 predijo que el big bang (…) debió haber dejado un resplandor, una radiación que se habría extendido (…) a medida que el universo se expandía. Ese fondo cósmico de microondas (CMB, por sus siglas inglés) fue descubierto el mismo año y ha demostrado ser invaluable para descifrar el universo».

Además «revivió la idea repudiada de Albert Einstein de una constante cosmológica, una forma de energía oscura tejida en el espacio mismo».

Geach no solo resalta sus contribuciones «monumentales» a la investigación en aspectos como «la inflación, la nucleosíntesis, la formación de estructuras y la evolución de las galaxias», sino sus libros, considerados clásicos.

Pero su legado va mucho más allá: «Mientras investigaba el cosmos, Jim nunca perdió el foco de lo que tenía al frente: sus estudiantes», dijo Christopher Eisgruber, presidente de la Universidad de Princeton, en un evento por el Nobel.

A sus 85 años, Peebles es Profesor emérito de Ciencia de la cátedra Albert Einstein de esa casa de estudios.

«Soy uno de los muchos estudiantes que se beneficiaron de su espléndida instrucción así como también de sus famosos recesos para comer helado», dijo Eisgruber, quien recordó que tanto profesor como alumnos iban a comprar helados en unas de las máquinas dispensadoras de la universidad y regresaban al salón.

«Y si recuerdo bien, algunas veces Jim continuaba la clase con el helado en una mano y una tiza en la otra (…) Aunque no estoy al tanto de ninguna prueba empírica que conecte el helado con el conocimiento cosmológico, me mantendré fiel a la hipótesis, defendida entusiastamente por decenas de estudiantes, de que esos recesos facilitaron nuestro aprendizaje».

En ese mismo evento, Peebles, quien se mostró feliz por el Nobel, le dijo a las nuevas generaciones de estudiantes que no juzgaran sus carreras por los premios que pudieran conseguir. «Estamos en esto por el deleite de la investigación, por la fascinación y el amor a la ciencia. Ese es el premio».

Fuente: BBC

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