El 31 de diciembre de 1983 el científico y escritor de ciencia ficción Isaac Asimov hizo algo más que propósitos de Año Nuevo.
Ese día publicó un texto en el diario The Star de Canadá, en el que hacía predicciones sobre cómo sería el mundo en 35 años, es decir, en 2019.
Asimov (1920-1992) eligió ese periodo de tiempo como un guiño al escritor George Orwell, pues en 1949 se publicó su famosa novela 1984. Es decir, en su libro Orwell imaginaba cómo sería el mundo 35 años después.
En su texto, Asimov enfocó sus predicciones en tres áreas: la guerra nuclear, la computarización y el uso del espacio.
¿Qué se imaginó y qué tan acertado estuvo? Veamos.
La amenaza nuclear
Asimov comienza dejando ver su temor por un posible enfrentamiento entre la entonces Unión Soviética y Estados Unidos. En todo caso, para poder seguir adelante con su escrito, decide asumir que no habrá ninguna guerra nuclear entre ambas potencias.
«Muy pocos de nosotros, o de nuestros hijos o nietos estarán vivos (en caso de que haya una guerra nuclear) como para que tenga algún sentido describir la condición precisa de miseria global que habría en ese momento».
Aunque no ha ocurrido una guerra nuclear, la posibilidad sigue latente, no solo por parte de Rusia y EE.UU., sino de otros países que han desarrollado poderío nuclear, como Reino Unido, Francia, China, India, Paquistán, Israel y Corea del Norte.
La computarización
«Un producto secundario esencial, el objeto computarizado móvil, o robot, ya está entrando en la industria y, en el transcurso de la próxima generación, penetrará en el hogar».
Aunque menciona la palabra móvil, Asimov no se refería a los teléfonos inteligentes que hoy son parte de nuestra vida diaria, sino a las computadoras.
Aunque ya hace varios años que las computadoras revolucionaron el mundo, el panorama que divisaba era bastante acertado.
«La creciente complejidad de la sociedad hará que sea imposible prescindir de ellas… las partes del mundo que se atrasan en este sentido sufrirán como resultado de que sus cuerpos gobernantes clamarán por la informatización como ahora claman por las armas».
En este punto Asimov también se adelantaba a uno de los temores del mundo laboral: los robots que van tomando los trabajos que antes hacían seres humanos.
«No es que la informatización vaya a significar menos empleos en su conjunto, ya que el avance tecnológico siempre ha creado, en el pasado, más empleos de los que ha destruido, y no hay razón para pensar que eso tampoco será cierto ahora».
Por eso, Asimov divisa un sistema educativo que se enfoque en la «alfabetización informática» y que enseñe a lidiar con un mundo de «alta tecnología».
«Las escuelas seguirán existiendo, pero un buen maestro de escuela no podrá hacer nada mejor que inspirar la curiosidad que un estudiante interesado puede satisfacer en casa en la consola de su computadora».
Esa visión se parece mucho a los cursos en línea o a los tutoriales que se encuentran en YouTube.
«Finalmente habrá una oportunidad para que cada joven, y de hecho, cada persona, aprenda lo que él o ella quiere aprender, en su propio tiempo, a su propia velocidad, a su manera».
El escritor afirmó que para 2019 ya habríamos terminado una etapa de transición hacia un mundo informático y que entraremos en una fase con «mejoras permanentes» en varios aspectos.
«Las consecuencias de la irresponsabilidad humana en términos de desperdicio y contaminación serán cada vez más evidentes e insoportables», escribió Asimov, pero al mismo tiempo afirmaba que «los avances tecnológicos pondrán en nuestras manos herramientas que ayudarán a acelerar el proceso por el cual se revierte el deterioro del medio ambiente».
La conquista del espacio
«Para 2019 habremos vuelto a la luna vigorosamente».
En este punto Asimov se equivocó, pues desde la última misión Apolo en 1972, el ser humano no ha vuelto a pisar la luna.
En general, sus predicciones espaciales estaban bien enfocadas, pero quizás demasiado optimistas.
Asimov menciona que hoy ya deberíamos estar construyendo hogares en el espacio, desarrollando estaciones mineras en la luna y utilizando esos materiales extraídos para construir artefactos que giren alrededor de la Tierra.
«Una de esas estructuras que, muy posiblemente, podría completarse para 2019 sería el prototipo de una estación de energía solar, equipada para recolectar energía solar, convertirla en microondas y transmitirla a la Tierra», imaginaba Asimov.
Todos esos proyectos aunque teórica y conceptualmente se han estudiado, aún están lejos de lograrse.
Su desfase, sin embargo, viene acompañado de un mensaje que parece un llamado premonitorio que podría ayudar a lograr la armonía en la Tierra.
«Sería el comienzo de una era en que una parte importante de la energía de la Tierra provendrá del sol, en condiciones que no la harán propiedad de ninguna nación, sino del mundo en general».
«Tales estructuras serán, en sí mismas, garantías de paz mundial y de cooperación continua entre las naciones», escribe Asimov. La energía será tan necesaria para todos, y se podrá entregar fácilmente solo si las naciones se mantienen en paz y trabajan juntas, con lo cual la guerra se volverá simplemente impensable».
Fuente: BBC