Durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, investigadores de la UNAM encontraron más de 70 mil fósiles, entre los que destacaban huesos de un nuevo linaje de mamut
En América existieron dos especies de mamuts: el lanudo, que habitaba desde la frontera de Estados Unidos con Canadá, hasta Alaska; y el colombino, que pobló desde Canadá a Costa Rica.
Hace poco un estudio evolutivo, a partir de datos genéticos del mamut colombino, se centraba únicamente en el análisis de ejemplares canadienses y estadounidenses. Sin embargo este estudio cambió con el trabajo de Federico Sánchez Quinto, del Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (LIIGH) de la UNAM y su equipo.
“Por primera vez incorporamos información de latitudes tropicales al muestreo geográfico, y encontramos que los mamuts de la cuenca de México tienen linajes mitocondriales muy diferentes a los reportados con anterioridad de Estados Unidos y Canadá”, menciona Sánchez Quinto.
Además de conocer más acerca de esta especie extinta, esto fortalece la paleogenómica mexicana como una disciplina esencial en la investigación sobre nuestro pasado. “Es el primer estudio genético de megafauna en el país. Haber conseguido la capacidad técnica, de recursos humanos e infraestructura para hacerlo aquí, nos permite saber más de nuestra historia natural”, afirmó María del Carmen Ávila Arcos del LIIGH.
Los hallazgos fueron publicados por la revista Science en el artículo “Columbian mammoth mitogenomes from Mexico uncover the species’ complex evolutionary history” y se desprende de un trabajo interdisciplinario en el que están involucrados la UNAM, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y el Centro de Paleogenética de Suecia.
¿Qué se descubrió?
Los primeros mamuts aparecieron en el registro fósil de África hace seis millones de años, y después migraron a Eurasia, donde surgieron diversas especies. Una de ellas fue el mamut de las estepas, que llegó a América hace aproximadamente un millón y medio de años; y tras un proceso de especiación, nació el mamut colombino, explica Sánchez Quinto del LIIGH.
Esta especie podía llegar a medir más de cuatro metros de altura y pesar diez toneladas. Además, sus colmillos llegaban a alcanzar los cinco metros de largo.
Durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (2019 a 2022) en el Estado de México, se descubrieron más de 70 mil fósiles de megafauna ya extinta. Entre ella se identificaron caballos, camellos, bisontes, perezosos gigantes y mamuts.
“Hasta hoy, es la colección de paleofauna más importante de América Latina”, comenta Rubén Manzanilla, arqueólogo del INAH y responsable del rescate de los fósiles.
La cantidad de fósiles y su curación fueron clave para recuperar el ADN presente en los molares de los mamíferos, agregó Sánchez. Quién mencionó, que para su sorpresa, esperaban que el análisis genético se pareciera mucho al de los mamuts colombinos de Canadá y Estados Unidos, pero resultaron muy diferentes. Por ello decidieron nombrarlos “grupo 1G” y dividirlo en tres sublinajes: 1G.1, 1G.2 y 1G.3.
“Quizá el proceso de hibridación que les dio origen se llevó a cabo con una población de hembras lanudas en las que había una variación en el ADN mitocondrial (ADNmt) muy distinta una de otra. Una primera oleada de esa diversidad, posiblemente, llegó a la cuenca de México”, explica el investigador.
Otro de los resultados más relevantes de este estudio es la estimación del tamaño efectivo poblacional, es decir, un aproximado de la reproducción de la especie y su variación genética.
“Conforme la Tierra se calentó tras el último glaciar máximo, la diversidad genética de lanudos de latitudes altas decayó por el rápido cambio en su ecosistema. En el caso de los de la cuenca, durante sus últimos 40 mil años, los tamaños poblacionales fueron pequeños, pero con una trayectoria constante, es decir, parece que no hubo un declive tan pronunciado como el los lanudos del este de Siberia”.
Trabajo de campo
María Ávila del LIIGH, comenta que al comparar el genoma mitocondrial de las especies de México con los de Norteamérica y el resto del mundo, pudieron determinar hace cuánto vivió el ancestro más reciente de cada sublinaje del grupo 1G.
“Esto posibilita fechar cuándo se separó cada grupo y qué tan diferentes son genéticamente entre sí. Los de la cuenca tenían mucha historia evolutiva y demasiado tiempo reproduciéndose, pues se dividieron de los del norte hace más de 400 mil años, mucho antes de la fracción entre las especies colombinas y lanudas (registradas 200 mil años atrás). Esto no lo hubiéramos inferido a partir de los estudios existentes, limitados a nuestras latitudes templadas”.
Para llevar a cabo la investigación y análisis, obtuvieron polvo de dentina de 83 molares de mamuts, esto porqué su estructura densa favorece la preservación del ADN.
“Introducimos los molares en una caja de acrílico y trabajamos con trajes de protección personal para evitar contaminación del exterior. Hicimos perforaciones y tomamos el polvo de dentina. Posteriormente, lo llevamos al Laboratorio de Paleogenómica, en Juriquilla, donde realizamos la extracción del ácido desoxirribonucleico”, comenta Sánchez Quinto.
Se obtuvieron 61 genomas, 28 de ellos a una alta profundidad de cobertura, es decir, cada posición del genoma mitocondrial estaba representada por al menos 10 fragmentos de ADN independientes, lo que permitió hacer inferencias más exactas.
Colaboración
Para el estudio fue necesario un esfuerzo interdisciplinario que empezó con especialistas en arqueología y paleontología. A su vez se destacó la importancia de trabajar con especialistas en biología molecular o computacional.
El tesista de la carrera en Ciencias Genómicas de la UNAM, Eduardo Arrieta Donato, fue quien desarrolló parte fundamental de la investigación. “A partir de procesos bioinformáticos comparé el ácido desoxirribonucleico obtenido contra una referencia global. Para lograr esto es necesario comunicarse con varias computadoras que hagan el análisis, procedimientos matemáticos y que te devuelvan una conclusión. Para mí fue una gran oportunidad y fortuna participar en este proyecto”.
Rigoberto Padilla Bustos, biólogo y doctorante en el posgrado de Ciencias Biológicas de la UNAM, contribuyó en la captura y enriquecimiento del genoma mitocondrial, y hoy en día elabora una tesis con un perfil para dar continuidad al artículo publicado en Science. “Es muy similar, pero ahora utilizaremos el ADN nuclear para seguir investigando la historia evolutiva de los mamuts de la cuenca. Esta información nos permite una myor resolución para comprender el origen evolutivo del colombino, entender mejor los procesos de mestizaje, sus afinidades filogenéticas con los de otras regiones, así como saber, con mayor claridad, los motivos por los cuales se extinguieron” añade el investigador.
Fuente: aristeguinoticias.com