Las muestras biológicas que se toman a las personas en hospitales, clínicas y universidades, para fines diagnósticos, una vez que éstas cumplen su objetivo, suelen terminar en la basura, pero poseen información asociada de gran valor para avanzar en la investigación, razón por la que el investigador Hugo Alberto Barrera Saldaña promueve que las instituciones en México se comprometan con la creación de biobancos en los que se conserven estos materiales, pues “serían un activo invaluable del sitio y podrían colaborar con industrias de la innovación diagnóstica y terapéutica internacional”, dijo.
El bioquímico miembro de la Academia Mexicana de Ciencias creó el Laboratorio Nacional Biobanco del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), integrado por biobancos en Nuevo León, San Luis Potosí, Guerrero, Ciudad de México (en diversos centros) y Morelos. El investigador comentó que “este material podría contribuir a descubrir nuevos ‘talones de Aquiles’ de las enfermedades para poder tratarlas más oportuna y eficazmente. Este campo es conocido como innovación diagnóstica y terapéutica, y en los países más avanzados del mundo los biobancos ya son aprovechados para avanzar en este campo”.
Si se aprovechara la información de estos biorepositorios en los que se resguardan muestras de pacientes y hasta de voluntarios sanos, tales como sangre, saliva y biopsias de tejidos afectados por enfermedades, entre otros, con la información personal de cada paciente como talla, peso, edad, padecimientos y tratamientos recibidos, “las instituciones serían unas verdaderas minas de oro e impulsarían la innovación en salud”, agregó.
A través de los biobancos, el esfuerzo asistencial aportado por el sistema de salud se conectaría directamente con la investigación que se hace en las universidades, institutos y centros de investigación y hasta con empresas biotecnológicas y farmacéuticas, para rendir más innovaciones diagnósticas y terapéuticas, señaló el profesor e investigador del Centro de Biotecnología Genómica (CBG) del Instituto Politécnico Nacional, del cual es fundador.
Ello, a su vez, sería la fuente para que estudiantes realizaran sus tesis con una mayor calidad e impacto en las ciencias de la salud y áreas afines, también se tendría un mejor conocimiento de las causas de enfermedades de los mexicanos, nuevos diagnósticos más útiles sobre la población y hasta medicamentos más eficaces y seguros, indicó el científico.
Barrera Saldaña consideró que las instituciones de salud aún no descubren esta riqueza y es necesario el apoyo del Conacyt para que los biobancos sean una de las fortalezas de la investigación en salud. Si bien se necesitan recursos para la infraestructura, el material y el personal que operaría estos laboratorios, su sostenibilidad se podría garantizar si se formalizaran convenios con empresas dispuestas a financiar los gastos involucrados por usar las muestras con fines de investigación para validación técnica y clínica. “Sólo así la población mexicana estaría representada en el desarrollo de los nuevos métodos diagnósticos y terapéuticos”.
En México, para hacer diagnósticos terapéuticos se utilizan datos de otras poblaciones que sí tienen acervos biológicos, pero de la mexicana todavía esta información es escasa, como consecuencia las innovaciones diagnósticas y terapéuticas les sirven mejor a las poblaciones con biobancos, sostuvo Barrera Saldaña, quien fue nombrado en el reciente congreso de la International Society of Biological and Environmental Repositories, junto con otro colega de Brasil, embajador de biobancos para Latinoamérica.
Pionero en diagnósticos moleculares para enfermedades genéticas
El biólogo, autoeducado como bioquímico, es considerado pionero en México en diagnósticos moleculares para enfermedades genéticas, siendo la familia de genes de la hormona del crecimiento el hilo conductor de su investigación a lo largo de su vida. Antes de que arrancara el Proyecto del Genoma Humano, el doctor formó parte del equipo que secuenció a los cinco genes que integran dicha familia génica y el sitio genómico que lo rodea. Con la tecnología de ahora se realizaría en minutos, pero hace casi 30 años se secuenció en años por el método manual de Sanger. Este logro fue comentado por la revista Science en 1988 como un récord mundial.
Barrera Saldaña continuó con ese tema hasta comprender cómo se controla la expresión de genes, aprendió a biomanufacturar la hormona del crecimiento mediante la reprogramación de levaduras, tema que después patentó y licenció a una empresa mexicana para ofrecer un tratamiento a personas con deficiencia de la hormona que conduce a retraso en el crecimiento, innovación en la que aún está trabajando para lograr que llegue al mercado. También inventó un método diagnóstico que predice si un infante con la deficiencia de dicha hormona responderá o no al tratamiento, siendo la primera prueba de medicina personalizada desarrollada en el mundo.
En años recientes “descubrimos que la hormona del crecimiento se produce en el ojo humano, cosa que no se sabía y podría dar pie a tratamientos para algunos padecimientos oculares; también hay indicios de que esta hormona, tanto en el ojo como en el cerebro, tiene un papel neuroprotector, lo que en un futuro podría usarse para desarrollar nuevos tratamientos para algunas enfermedades neurodegenerativas”, destacó.
Formador de instituciones y empresario
Además de participar en proyectos de ciencia básica como la secuenciación del genoma del cáncer cérvico-uterino, en colaboración con el Instituto Nacional de Medicina Genómica y el Instituto Broad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts, y de poner a prueba con éxito el primer protocolo clínico para pacientes con cáncer cérvico-uterino de Latinoamérica, Barrera Saldaña se propuso instalar en el país las tecnologías poderosas y vanguardistas que conoció en Estados Unidos y Francia cuando estudió el doctorado en la Universidad de Texas, Houston, y cuando realizó el posdoctorado en la Universidad Luis Pasteur de Estrasburgo, Francia.
Asimismo, contribuyó a crear otras instituciones, entre las que destaca el CBG, al cual está adscrito hoy en día y que fue el primer centro dedicado a la genómica de América Latina, así como la creación de su posgrado en Reynosa, Tamaulipas; en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), además de que fue profesor e investigador en la Facultad de Medicina, impulsó múltiples Unidades de Investigación, Posgrado y Servicios, la carrera de Biotecnología Genómica, el Centro de Transferencia de Tecnología y la Bio-Incubadora del Parque Tecnológico de Nuevo León, en donde se capacita a jóvenes egresados de carreras de biotecnológica y afines para que se conviertan en bioempresarios.
Al constatar el potencial que tendría la biología molecular y la biotecnología para la salud, la alimentación y la agricultura en el desarrollo regional y del país, y que era necesario que este conocimiento llegara más rápido a la sociedad, el investigador fundó primero la firma de Consultoría Innbiogem S.C. y enseguida la empresa Vitagénesis, S.A. de C.V., dedicada al diagnóstico molecular y medicina personalizada, sobre todo para tratar diversos tipos de cáncer.
Desde el punto de vista de Saldaña Barrera, quien fungió un tiempo como consultor para Innovación en Salud en el Tecnológico de Monterrey, es necesario que el gobierno apoye decididamente la biotecnología, ya que “ha quedado demostrado que si no la aprovechamos, vamos a seguir con la dependencia tecnológica, mientras que en otros países hay muchos recursos para proyectos de alto riesgo pero que a su vez tienen el mayor potencial, el mejor ejemplo es Estados Unidos. También Cuba, un país con muchísimo menos recursos, pero con una atinada visión y un enorme compromiso”, concluyó el científico ganador del Premio Heberto Castillo de la Ciudad de México 2019 Por una Ciudad ConCiencia, en el área de tecnología e innovación.
Fuente: elperiodicomirador.com