Hace alrededor de 99 millones de años, una hormiga del infierno cerró sus extrañas mandíbulas sobre un antepasado de las cucarachas solo para que ambas quedaran atrapadas en resina. Mala suerte para la hormiga, pero todo un golpe de suerte para la ciencia, que por fin podrá entender cómo usaban sus armas una extraña familia de hormigas conocidas como hormigas del infierno.
Las hormigas del infierno o haidomyrmecine son una extensa subfamilia de hormigas hoy por hoy extintas. Se diferencian de las hormigas actuales en que sus mandíbulas están curvadas hacia arriba. En algunos casos este par de colmillos verticales eran enormes. Para hacer las cosas aún más extrañas, las representantes de las haidomyrmecine tenían estructuras de diferente tamaño y forma en la cabeza. En algunos casos esa especie de cuernos tenían una dureza tan extrema que se acerca a la de los metales.
¿Cómo utilizaban las hormigas del infierno este intrincado set de mandíbulas? La morfología del cuerno y su dureza apuntan a que no se trataba de un mero adorno. Además las hormigas no necesitan adornos con los que atraer pareja cuando viven en una colonia organizada en castas. La principal hipótesis es que el juego de mandíbulas verticales y cuerno forman un mecanismo de trampa, un cepo tan efectivo que pocos insectos podían escapar de él.
En algunos casos como el de la hormiga Vlad (Linguamyrmex vlad) se cree que las mandíbulas estaban diseñadas para atrapar a sus presas y estrujarlas contra el afilado cuerno de su frente. El cuerno abría una profunda herida en el infortunado insecto que caía en las mandíbulas de la hormiga y esta solo tenía que beber la hemolinfa (el equivalente a la sangre en los insectos) que manaba de la herida justo hasta su boca. Diabólico. No en vano la Linguamyrmex vlad debe su nombre a Vlad el Empalador, el personaje que inspiró a Bram Stoker para escribir Drácula.
El caso es que hasta ahora el uso de las mandíbulas por parte de las haidomyrmecine era tan solo objeto de especulación, pero un nuevo fósil revelado por científicos del Instituto Tecnológico de Nueva Jersey, la Academia China de Ciencias y la Universidad de Remnnes, en Francia servirá para entender definitivamente cómo empleaban las mandíbulas las hormigas del infierno. El fósil muestra de manera increíblemente nítida el instante en que una haidomyrmecine de la especie Ceratomyrmex ellenbergeri apresa a un Caputoraptor elegans, un pariente lejano de las actuales cucarachas. Phillip Barden, profesor asistente en el departamento de ciencias biológicas de la Universidad de Nueva Jersey y principal autor del estudio explica:
Encontrar un comportamiento fosilizado es algo extremadamente raro, especialmente cuando hablamos de depredación. Como paleontólogos, especulamos sobre la función de adaptaciones antiguas utilizando la evidencia disponible, pero ver a un depredador extinto atrapado en el acto de capturar a su presa es algo de incalculable valor. Esta depredación fosilizada confirma nuestra hipótesis de cómo funcionaban las piezas bucales de las hormigas del infierno. La única forma de capturar presas en tal disposición es que las piezas bucales de las hormigas se muevan hacia arriba y hacia abajo en una dirección diferente a la de todas las hormigas vivas y casi todos los insectos.
La gran incógnita es si existen diferencias entre las diferentes especies de hormiga del infierno y qué ocurrió exactamente para que la naturaleza evolucionara hacia una configuración tan extraña. Se cree que las hormigas del infierno son uno de esos experimentos de la naturaleza en los que la evolución juega con una cualidad muy poco común. El hecho de que hoy estén extintas indica que probablemente estaban demasiado especializadas como para sobrevivir a largo plazo. No obstante siguen siendo unos pequeños monstruos fascinantes.
Fuente: es.gizmodo.com