De acuerdo con los científicos, la conciencia y la memoria humana puedan continuar brevemente después de la muerte clínica, pues el cerebro sigue procesando información antes de detenerse por completo
Un hombre de 87 años, que sufría de epilepsia, fue admitido en el hospital después de una caída que le provocó un hematoma subdural traumático, una acumulación de sangre entre el cerebro y el cráneo.Los doctores optaron por realizar una electroencefalografía continua para identificar convulsiones y tratar al anciano. No obstante, durante esta prueba, el paciente sufrió un infarto y falleció.
Este hecho inesperado permitió a los investigadores registrar por primera vez la actividad de un cerebro humano en el momento de la muerte.
Según el estudio publicado en la revista científica ‘Frontiers in Aging Neuroscience’, momentos antes y después de la muerte, su cerebro mostró oscilaciones gamma, una actividad relacionada con funciones cognitivas como el sueño, la meditación y la memoria, lo que podría resultar en la “rememoración de la vida”.
“Al generar oscilaciones involucradas en la recuperación de la memoria, el cerebro podría estar reproduciendo una última memoria de eventos significativos de la vida poco antes de morir, similar a las experiencias relatadas en situaciones de casi muerte. Estos descubrimientos desafían nuestra comprensión de cuándo exactamente termina la vida y proporcionan un nuevo marco para entender la actividad de nuestro cerebro durante esos últimos momentos”, explicó el líder del estudio y neurocirujano Ajmal Zemmar, de la Universidad de Louisville, en Estados Unidos, en un comunicado.
Los investigadores descubrieron que, después de que la actividad neuronal disminuyera en ambos hemisferios del cerebro, las ondas theta (que aparecen cuando estamos relajados o casi dormidos) también disminuyeron, mientras que la potencia de las ondas gamma aumentó.
Después del paro cardíaco, la actividad de las ondas gamma también aumentó, mientras que las ondas delta (asociadas con el sueño profundo), beta (relacionadas con el pensamiento activo) y alfa (asociadas con la relajación) disminuyeron.
“Estos resultados sugieren que el cerebro puede generar actividad coordinada durante el período de casi muerte y después de que el corazón deje de latir”, comentó el neurocientífico Fabiano de Abreu, miembro de la Sociedad de Neurociencias de EUA y de la Royal Society of Biology, de Inglaterra, quien no participó en el estudio.
Abreu también señaló que, aunque el cerebro procesa información antes de detenerse por completo, la presencia de ondas gamma no implica necesariamente que haya conciencia después de la muerte clínica.
“El cerebro puede mostrar un pico de actividad en los últimos momentos de vida, conocido como ondas gamma. Esta actividad, vinculada a la percepción y la memoria, sugiere que el órgano podría estar procesando información antes de detenerse por completo. Existe, entonces, la posibilidad de que la conciencia y la memoria puedan continuar brevemente después de la muerte clínica. Este periodo puede variar de segundos a minutos. Sin embargo, es importante resaltar que esta actividad no indica necesariamente la capacidad de procesar información de manera significativa después de la muerte”, detalló Abreu, quien es doctor en neurociencia y autor de más de 250 artículos científicos.
¿Qué ocurre con el cerebro durante la muerte?
Otro estudio, publicado en la revista científica ‘Annals of Neurology’, se centró en examinar la neurobiología del cerebro en el momento de la muerte.
Investigadores alemanes y estadounidenses observaron el cerebro de nueve pacientes al borde de la muerte, que fueron sometidos a un neuromonitoreo intensivo con electrodos intracraneales.
Las pruebas revelaron dos actividades significativas: despolarización terminal y silencio eléctrico. Tras la interrupción de la circulación sanguínea, se produce una onda de despolarización que se extiende por el tejido cerebral.
Este proceso resulta en una serie de cambios tóxicos dentro de las neuronas, que conducen a la muerte celular irreversible.
Junto con esta despolarización terminal, el estudio documenta un “silencio eléctrico” que se desarrolla simultáneamente en varias regiones del cerebro, denominado “depresión no dispersiva”. Este fenómeno ocurre como un intento del cerebro de conservar energía antes de la muerte celular.
“Poco después de la muerte, el cerebro humano experimenta una secuencia de eventos celulares complejos. La interrupción del flujo sanguíneo lleva a la paralización del suministro de oxígeno y glucosa, esenciales para la función metabólica del cerebro. Sin oxígeno y nutrientes, las células cerebrales dejan de funcionar, generando un desequilibrio químico. De esta forma, se liberan sustancias tóxicas que causan más daños y muerte celular irreversible”, explicó Abreu.
El término “experiencia cercana a la muerte” (ECM) agrupa un conjunto de sensaciones, como la visión de un túnel con un final iluminado, flotar sobre el cuerpo físico, un segundo cuerpo, visión de 360 grados, sensación de que el tiempo pasa a otra velocidad e incluso la ampliación de los sentidos, según la Sociedad de Cardiología de Río de Janeiro (Socerj).
El primer estudio clínico realizado sobre el tema reveló que entre 344 individuos reanimados, el 18% tuvo este tipo de experiencia, recordando con detalles las situaciones que vivieron durante las maniobras de resucitación.
Uno de los casos más intrigantes relatados es el de una mujer de 70 años, ciega desde los 18, que describió lo que sucedía mientras los médicos la reanimaban de un paro cardíaco.
La anciana detalló los instrumentos que se utilizaron e incluso sus colores. Sin embargo, muchos de esos objetos ni siquiera existían en la época en que ella aún podía ver.
“Las experiencias cercanas a la muerte suelen ocurrir cuando un paciente pasa por una parada cardiorrespiratoria revertida, pero sin el diagnóstico de muerte cerebral. Científicamente, no se sabe con certeza qué sucede, pero es un tema de investigación continua”, apuntó la neuróloga Carolina Álvarez.
El 8 de septiembre de 2020, el empresario Ricardo Medina, entonces de 69 años, estaba en el coche con su socio en la Baixada Fluminense de Río de Janeiro, cuando comenzó a sentir un dolor muy fuerte en el pecho. Medina fue llevado a una unidad del Sistema Único de Salud (SUS), donde fue diagnosticado con un infarto y rápidamente sometido a cirugía.
En una entrevista con ‘O Globo’, detalló cómo fue su experiencia cercana a la muerte en el quirófano.
“Cuando intentaban salvar mi corazón, vi una luz muy fuerte y distante en mi mente, además de sentir una gran tranquilidad. Pero algo me decía que no era mi hora. Aunque estaba inconsciente, vi todo lo que sucedía a mi alrededor: el desespero del equipo por reanimarme y el médico tomando el desfibrilador. Después de que me dieron el choque, sentí que tenía que volver y volví. Entonces tuve una sensación maravillosa y llegué a dudar entre quedarme aquí o volver a donde venimos, que es un lugar muy tranquilo”, contó Medina.
Muerte cerebral
La muerte cerebral ocurre cuando hay ausencia de actividad cerebral, según Álvarez. Cuando esto sucede, la parada cardíaca es inevitable y, aunque aún haya latidos cardíacos, la respiración no ocurrirá sin la ayuda de aparatos y el corazón dejará de latir después de algunas pocas horas.
El diagnóstico se realiza mediante un examen clínico, llevado a cabo por dos médicos en momentos diferentes, además de un electroencefalograma que comprueba la ausencia de actividad eléctrica en el órgano.
También se pueden realizar exámenes adicionales como arteriografía, doppler transcraneal o angio TC, que evidencian la ausencia de flujo sanguíneo.
“En la muerte cerebral, ocurre la interrupción de todo el sistema nervioso central responsable del control de las actividades fisiológicas del organismo” explicó Álvarez.
En la muerte cerebral, hay pérdida completa e irreversible de las funciones cerebrales. En cambio, en el coma, el profesor y neurocirujano Marco Paulo Janino explica que el cerebro puede separarse en dos sistemas: superiores y primitivos.
“Es necesario dejar bien claro que existe una gran diferencia entre el paciente en coma y el paciente con muerte cerebral. El coma es una gama de diferentes grados de gravedad en la actividad cerebral. Sin embargo, en un coma más leve, es posible que el paciente se mantenga en estado vegetativo persistente, pero sea capaz de respirar por sí mismo y de regular sus funciones cardiovasculares, de presión y liberación hormonal. Pero existe un grado de coma más profundo, cuando el paciente no presenta estas mismas funciones y, además, tampoco tiene actividades neurológicas básicas, como la capacidad de respirar por sí mismo, regular el estado hemodinámico y el ritmo cardíaco. Es decir, podemos separar el cerebro en dos sistemas: funciones superiores, que es el cerebro capaz de tener conciencia, y las funciones primitivas, que son las pérdidas de esas actividades básicas”, dijo el neurocirujano.
“En la muerte cerebral, por ejemplo, ocurre la interrupción de todo el sistema nervioso central (SNC), responsable del control de las actividades fisiológicas del organismo. Así, se detiene el centro respiratorio, los ejes hormonales y todo lo demás. El corazón, sin embargo, continúa latiendo por tener un marcapasos natural que puede controlar los latidos incluso con la muerte cerebral constatada”, contó Álvarez.
Fuente: laprensagrafica.com