Si todo va bien, mañana la Tierra recibirá pequeños granos de polvo de su superficie, recogidos a 290 millones de kilómetros de distancia, gracias a esta hazaña de la agencia espacial japonesa. El material podría ayudarnos a entender los procesos que dieron forma al sistema solar
Mañana, 5 de diciembre, la Tierra recibirá un obsequio que, literalmente, no es de este mundo: unos pequeños granos de polvo recogidos de un asteroide a 290 millones de kilómetros de distancia. Cuando estén a salvo en la Tierra, los fragmentos de Ryugu ayudarán a los científicos a aprender más sobre cómo se formó el sistema solar.
JAXA, la agencia espacial japonesa, lanzó la sonda Hayabusa2 hace seis años, el 3 de diciembre de 2014. La nave espacial llegó a Ryugu cuatro años después, en julio de 2018, donde estudió su nuevo hogar de 915 metros de ancho desde la órbita mediante varios tipos de instrumentos (cámaras ópticas, cámaras infrarrojas y LIDAR). También desplegó tres pequeños róveres en la superficie del asteroide que utilizaron una variedad de instrumentos para analizarlo de cerca.
Todo esto contribuyó bastante a ayudar a los científicos a comprender mejor a Ryugu, una primitiva roca rica en carbono, aunque más porosa, con mayor grava y menos minerales hidratados de lo que se suponía inicialmente. Los asteroides como Ryugu son el tipo más común, pero son tan oscuros que resulta difícil estudiarlos con telescopios. Incluso las observaciones como las de Hayabusa2 son limitadas, ya que no hay tantos tipos de instrumentos que se pueden enviar al espacio, y no siempre sobreviven al viaje (uno de los cuatro róveres de Hayabusa2 se estropeó antes de su lanzamiento).
Pero nada puede compararse con el análisis que podemos hacer dentro de los laboratorios de última generación en la Tierra. Eso nos lleva al objetivo principal de Hayabusa2: traer una muestra de Ryugu de vuelta a la Tierra.
Las misiones de retorno de muestra están cada vez más demandadas, como lo demuestra la misión OSIRIS-REx de la NASA y la actual operación de perforación de Chang’e 5 de China en la Luna. Pero no son nada fáciles. En febrero de 2019, Hayabusa2 aterrizó en la superficie y disparó dos pequeñas balas contra el asteroide para remover una nube de partículas de las que el brazo de muestra podría recoger los escombros. Disparó un proyectil más grande en abril de ese mismo año, y se sumergió en la superficie un par de meses después para recoger aún más material eyectado.
Aunque la primera misión de Hayabusa solo pudo traer una millonésima parte de un gramo con este método, es muy probable que Hayabusa2 vuelva con mucho más. La científica planetaria de la Universidad de La Laguna (España) Eri Tatsumi, que ha trabajado directamente con los datos de Hayabusa2 hasta ahora, afirma: “Estoy orgullosa de este éxito, aunque todavía no sé si la rentrada [de la cápsula de muestra] será exitosa”.
Los asteroides son como cápsulas del tiempo de la historia espacial antigua porque su composición física y química se conserva mucho mejor con el tiempo que, por ejemplo, la de un planeta (cuyo calentamiento interno y posible campo magnético y atmósfera estimulan una actividad continua). En este caso, estudiar el material de Ryugu puede ayudarnos a comprender cómo era el sistema solar temprano cuando grandes cantidades de gas y polvo se fusionaban en diferentes asteroides, lunas y planetas, incluidos los mundos habitables como la Tierra.
Tatsumi explica: “Lo que nos gustaría saber es cuáles fueron los procesos que dieron forma al sistema solar. Me gustaría saber qué tipo de materia orgánica hay en Ryugu, si tiene los componentes básicos para la vida”. Cree que estudiar las muestras de Ryugu podría permitir a los científicos “añadir otra página a nuestro conocimiento sobre los materiales en el sistema solar primitivo” y sobre qué tipos de elementos y compuestos pudieron haber sido enviados a la Tierra antigua a través de los impactos de los meteoritos.
El propio Ryugu parece demasiado frágil para sobrevivir en la actualidad una entrada en la atmósfera de la Tierra, por lo que probablemente sea bastante diferente a otros restos de meteoritos en la Tierra que hemos podido analizar hasta ahora.
Además, hay algunos detalles peculiares sobre la historia de Ryugu que requieren el tipo de contexto que solo se puede obtener de los análisis de laboratorio. El científico planetario de la Universidad de Tokio (Japón) Tomokatsu Morota dirigió un equipo que estudió la superficie de Ryugu utilizando imágenes tomadas por las cámaras de Hayabusa2. El equipo notó alteraciones en la superficie causadas por el calentamiento solar. “Esto sugiere un escenario en el que Ryugu hizo una excursión orbital cerca del Sol”, sostiene. Una mirada más cercana a los fragmentos de la roca podría ayudar a confirmar si fue así o no.
Hayabusa2 soltará la cápsula de muestra de material de Ryugu en solo unos días. Debe sobrevivir a una dura rentrada antes de aterrizar en Australia. La propia nave espacial, en cambio, regresará para una misión extendida, primero al asteroide 2001 CC21 para un sobrevuelo en julio de 2026, y luego tendrá un encuentro formal con el asteroide 1998 KY26 en julio de 2031. Entre esos dos momentos más destacados, la nave espacial hará un par de vuelos alrededor de la Tierra para intentar captar observaciones de exoplanetas distantes.
El éxito de Hayabusa2 también estará presente en las futuras misiones de retorno de muestras. La JAXA planea una a la luna marciana Fobos, denominada Exploración de la Luna Marciana, o MMX por sus siglas en inglés de Martian Moon eXploration. “MMX se ha creado técnicamente de gran parte del legado de Hayabusa y Hayabusa2. Y el proyecto de Hayabusa2 involucró a muchos científicos e ingenieros jóvenes que liderarán las misiones de la próxima generación. Con esa experiencia, JAXA podrá lanzar misiones más complicadas y más grandes en el futuro”, concluye Tatsumi.
Fuente: technologyreview.es